Cerro los ojos y reclino la cabeza en la pared. No se habia movido desde que David inicio su relato. Tuvo que estirar las piernas y los brazos.

Supo que el la miraba.

– Estoy agotada -fue sincera.

– Lo entiendo. Y lo siento.

– ?Que quieres de mi?

– Ayudarte a buscar a tu padre.

– ?Y si no sucede nada? ?Y si se trata de otra de esas profecias que luego no se cumplen?

– Hay demasiados indicios que prueban lo contrario, pero nos falta algo, una clave, ese donde, y estoy casi seguro de que tu padre encontro todo eso.

– Hoy he estado en Palenque, he visitado las tumbas en las que trabajaba, y no hay nada. Haran falta anos para excavarlas y descifrar su contenido. Recuerda que todo lo escrito por los mayas, salvo en estelas, piramides o tumbas, se destruyo cuando llegaron aqui los espanoles, y que solo quedan los codices de Madrid, Dresde y Paris.

– ?Y esto? -David senalo los papeles de su padre.

– Los he examinado a conciencia. No he visto nada. Son dibujos, fotos…

– ?Y si el te dejo algo en ellos?

– Lo pense, pero por mas que los miro no veo nada.

– Puede que estes confusa, alterada. Recuerda lo que dijo Tagore. Que las lagrimas no te dejan ver las estrellas del cielo.

– ?Eso lo dijo Tagore?

– Si.

– Escucha -suspiro para centrar sus pensamientos-. Dices que las hijas de las tormentas no saben cual es su mision todavia, y que en unos dias llegaremos a esa cita segun la profecia maya que habla del fin de nuestro mundo. 0 ellas mienten y si saben cual es su mision, o estamos demasiado cerca de la cita como para que tenga relacion alguna. Puede que ellos vuelvan, pero dentro de otros cien, o mil anos.

– El tiempo es relativo, cierto. Pero hablamos de una raza superior que tal vez lo haya dominado.

– ?Por que han de ser superiores, porque viajan por el espacio y nos visitaron hace muchos anos o dejaron aqui a un punado de ninas?

– Es suficiente, ?no crees?

– Los mayas fueron astrologos extraordinarios, vale, pero tambien un pueblo sangriento, que hacia sacrificios humanos. ?No crees que si esos extraterrestres son tan increibles lo que dejaron fue bastante primitivo?

– Pudieron dejar su esencia, un conocimiento. Luego ya sabes que la raza humana siempre evoluciona mal.

– ?Que conexiones ves entre los mayas y ellos, aparte de la astrologia y sus predicciones?

– ?Por que crees que dejaron cincuenta y dos ninas?

– ?Y si hubo mas?

– Fueron cincuenta y dos.

– Los mayas tienen el numero 13 como centro de todos sus calculos -asintio Joa-. Es el numero de articulaciones del cuerpo humano, un cuello, dos hombros, dos codos, dos munecas, dos mas en la cadera, dos rodillas y dos tobillos. Y 52 es multiplo de 13.

– ?Lo ves?

– Los visionarios siempre encuentran pistas en lo mas normal.

– No soy un visionario. Y sabes que todo lo que te digo es cierto.

Joa miro por la ventana. No tardaria en amanecer.

– ?Donde estan las otras dos hijas de las que desaparecieron?

– Una en la India, otra en Jordania.

– ?Sabes algo de ellas?

– No, la verdad. En su caso, creo que ni siquiera estan controladas.

– ?Por que?

– Lo ignoro.

– ?Fuiste tu quien registro nuestra casa en Barcelona?

– No -fruncio el ceno-. ?La registraron?

– La misma noche en que me dijeron que mi padre habia desaparecido.

– Pudieron ser los jueces.

– ?Por que?

– No lo se.

– ?Hay alguien mas metido en esto?

– ?Alguien?

– No se, guardianes, jueces… ?Vigilantes? ?Protectores? ?Testigos del Universo Conocido?

– No quieras ser cinica.

– ?Alguien me ha seguido y no creo que fueras tu!

– ?Como lo sabes?

– Tengo percepciones.

David Escude no dijo nada. La miro con el peso de la evidencia.

– ?Oh, vamos! -ella hizo un gesto de disgusto.

– Necesitas conocer tus origenes, Joa.

– Ya se mis origenes, por lo menos los que creia normales y ahora los que segun ese hombre de esta manana y tu me habeis revelado.

– ?Nunca te conto nada tu abuela materna?

– No.

– ?Cuanto hace que no la ves?

– Demasiado -admitio.

– Estas en Mexico. La tierra de los huicholes no queda tan lejos. Quiza alla consiguieras las respuestas que no tienes.

Efectivamente, lo habia pensado. Oirselo decir a el en voz alta la hizo estremecer.

– Eres un puente con las estrellas, ?no te das cuenta? -suspiro David-. Hija de una de ellos y de un terraqueo.

– ?Y las otras dos, no lo son?

– No tienen un padre arqueologo que busca desesperadamente a la mujer que ama.

– Me gustaria conocer a una de esas cuarenta y nueve mujeres.

– La mas asequible, porque la conocemos bien, esta en Medellin, Colombia. Podriamos ir y volver en un par de dias si crees que servira de algo.

– ?Asi de facil?

– Tu instinto es todo lo que tenemos. Ella tenia algo mas, lo dicho por su padre a Bartolome Siguenza.

Chichen Itza.

– Descansa un poco -le sugirio el.

– ?Contigo aqui?

– Tengo una habitacion cerca. Puedo ir a por mis cosas y volver en una hora.

– Que sean dos, o mejor tres.

– De acuerdo -se puso en pie-. No creo que tu padre siga aqui, en Palenque, aunque tampoco tengo la menor idea de quien se lo ha llevado ni adonde. Pero iremos a Medellin y volveremos, ?te parece?

Sostuvo su mirada.

– Vale -asintio.

David Escude sonrio.

– Gracias por confiar en mi, aunque sea todo lo que tienes -dijo.

– No confio en ti -espeto ella con contundencia-. Pero si, eres todo lo que tengo. Ahora dejame, ?quieres?

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