Joa cerro los ojos para que las lagrimas no la sorprendieran. Sintio como las dos primeras gotas resbalaban por sus mejillas abriendo estelas humedas en su piel. La voz de su abuela llego hasta ella envuelta en el manto de una letania indescifrable.

– Aya e katlapaxe'a uahuac nihaya…

Luego la recordo de pronto.

La nana con la que solia arroparla por las noches cada vez que dormia a su lado en el tipi.

26

Vestida como una huichole, se convirtio en el centro de la atencion del pueblo durante la manana, a su regreso de la montana.

Esta vez si, fueron a verla, a recordarla, a presentarle su carino y a merecer su respeto. Joa llevaba una preciosa kutumi y una ihui larga hasta los pies, las dos con bordados inspirados en la naturaleza de los huicholes, aguilas bicefalas, ardillas, venados, la flor de loto de ocho petalos, uno de sus simbolos mas miticos, y por supuesto serpientes, simbolo del agua. La abuela tambien le habia dado adornos de chaquira, un pectoral y dos brazaletes. Los hombres la admiraban, sobre todo los jovenes. Las mujeres asentian con la cabeza. Hablaban nahuatl. Lo unico que deseaba ella era quedarse sola con su abuela. Pero debia cumplir los rituales. Regresaba la nieta, la hija de Kaewaka. El pueblo estaba de fiesta. Algo rompia por unas horas su eterna complacencia.

Despues, la comida.

Joa penso en David, en su primer dia solo en Bolanos.

Inesperadamente le echaba de menos.

?Era posible que se sintiese segura a su lado? ?Ella?

No fue hasta despues de la comida cuando, por fin, quedaron liberadas de la fiesta popular. Entonces se sentaron a las puertas del tipi.

Y su abuela abrio las compuertas de su ansiedad.

– ?Que quieres saber?

– Todo.

– Hay preguntas que no tienen respuestas, y respuestas que no encuentran la pregunta adecuada.

– ?Por que no me hablas del comienzo, de como llego mama hasta ti?

– La Gran Tormenta me la trajo -alzo las cejas con admiracion-. Era mi mayor deseo, lo unico que dia tras dia y noche tras noche les pedia a los espiritus, y mucho mas tras la muerte de tu abuelo. El dia que la encontre yo sali a buscarla.

– ?Saliste a buscarla?

– Escuche su voz, en la distancia. La tormenta habia roto el cielo y machacado la tierra. No hubo ninguna igual antes de ella, ni hubo otra despues. Se escuchaban los gritos de las nubes, el alarido de los rayos, el rugir de las aguas surcando las montanas en su camino hacia las zonas bajas. La vida brotaba por encima de la naturaleza. Pero por entre ese caos yo la oi a ella, como te escucho a ti ahora. Sali de aqui y simplemente segui su eco. Cuando llegue a su lado, me sonrio y eso fue todo.

– Siempre crei que alguien la abandono.

– ?Te contaron eso?

– Si.

– Mantuve a tu madre aqui, en secreto, hasta que fue mia por derecho de corazon. Nadie podia ya arrebatarmela. Tenemos nuestras propias leyes. Somos huicholes. Pero tu madre era un misterio. Nacio de la tormenta, no en la tormenta. La llame Hija del Rayo. Su presencia tambien fue una luz celestial, como la que deja el cuando cabalga por el cielo barriendo las sombras -poso en ella la cansada dulzura de sus ojos y agrego-: No, Akowa, no la abandonaron. Nadie pudo abandonarla en la montana. Nadie habria resistido la furia de aquella tormenta. Vino del cielo.

Vino del cielo.

– ?Que paso al crecer?

– Era diferente. Siempre lo fue, desde muy pequena. Aprendia todo rapido. Hablo y camino antes que las demas. Adquirio conocimientos extraordinarios. Hablaba con los animales…

– ?Hablaba con ellos?

– La entendian. Una vez, a los siete anos, un aguila se poso a su lado mientras dormia. Yo me quede aterrada. Le arroje una piedra pero el aguila me miro, inmovil, de forma muy fija, y no tuve fuerzas para echarle otra. Debio de transcurrir una hora, quiza mas, hasta que Kaewaka desperto. Entonces miro al aguila, sin miedo, le dijo algo que nunca escuche y ella alzo el vuelo hasta perderse en el cielo.

– ?Y eso que prueba?

– Vienes de otra tierra, Akowa -movio la cabeza de lado a lado la anciana-. Perteneces a dos mundos, pero ahora el que te domina es el de alli.

– Quiero saber quien soy.

– Lo sabras cuando llegue el momento.

– ?No puedo esperar! ?He de encontrar a papa! ?La estaba buscando!

– Ella esta aqui -su abuela puso un dedo en su frente.

– No -protesto con disgusto-. Tu vives con los espiritus, pero yo necesito la realidad.

– Hay un punto en el que todo se encuentra.

– ?Cual es?

– Puedes ir a su encuentro.

– ?Te refieres a… tomar… algo? -no se atrevio a pronunciar la palabra «droga».

– Para el mundo occidental las drogas son una perversion -ella si lo hizo-. Para nosotros son la llave de la realidad, la conexion con el inframundo oculto.

No podia creerla, y sin embargo…

La conexion.

?Acaso no era lo que habia ido a buscar? Cerro los ojos y trato de reordenar sus ideas.

– ?Mama tenia algun poder?

– Si.

– ?Que clase de poder?

– Curaba con la voz, con las manos, con la mirada.

– ?Curaba?

– Si -subio y bajo la cabeza con determinacion.

– Hace dos dias aparte un arma de la mano de un hombre con la vista, solo porque me senti dominada por la rabia.

– La rabia es el desorden. Tu puedes hacer lo mismo sin ella, consiguiendo dirigir tu energia. Tu mente posee dones que vienen de las estrellas.

– No puede ser…

– Kaewaka veia sin mirar, sentia sin tocar, hablaba sin hablar.

– ?Pero eso es aterrador!

– Eso es un don, y los dones se agradecen -la corrigio-. Tu tienes el corazon noble, como lo tenia ella. No has de sentir miedo por ser diferente. El miedo deberian tenerlo aquellos que carecen de espiritu para alcanzar su propia esencia mas alla de su naturaleza humana. Los dones solo son una parte del total, depende de como se empleen para que sean buenos o malos.

– Yo queria hacer dano a ese hombre. Ademas de desviar su arma, lo empuje sin tocarlo. Pude haberle matado.

– ?Queria hacerte dano el a ti?

– Si.

– Tu madre una vez camino por el aire.

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