– Eso no es posible -se quedo sin aliento.

– Amaba a todas las formas vivas de la creacion. Se encontro una serpiente inesperadamente y ya tenia su pie en alto, incapaz de detenerse, dispuesta a pisarla o dejarse morder. Fue todo muy rapido. El animal con las fauces abiertas y el veneno en los colmillos. Tu madre frente a su muerte o la de la serpiente. Entonces se levanto del suelo, dio tres pasos por encima y descendio. Fue muy hermoso.

– ?Mama… levito?

– Todo esta aqui, Akowa -volvio a tocarle la frente con los dedos de su mano derecha.

Se pregunto cuanto habria de verdad o fantasia en las palabras de la anciana.

La forma en que se habia deshecho de Nicolas Mayoral la hizo derrumbarse.

Aquello no habia sido ninguna fantasia.

– ?Que llevaba mama cuando la encontraste? -pregunto de pronto.

– Estaba desnuda, en el suelo, aunque tenia una cosa en la mano.

– ?Una cosa?

Su abuela se levanto. Entro en el tipi y salio a los cinco segundos. Le entrego una pequena piedra, mas bien un cristal, ovalado, de color rojo. No parecia de ninguna materia conocida, porque era tan liviana como una pluma.

– ?Que es?

– Nunca lo supimos.

– ?Puedo…?

– Si -la invito a quedarsela.

La apreto en la palma de su mano derecha. Mas que sentirla, fue como si desapareciera, desvanecida por su contacto. Tuvo que abrirla de nuevo para comprobar que siguiera alli.

Jamas habia visto un rojo tan puro.

Sintio deseos de llorar. Romperse.

No lo hizo porque su abuela le dijo de pronto:

– Ahora, dime, Akowa, ?quieres hablar con tu madre? Porque has venido a eso, ?verdad?

27

El segundo amanecer fue menos luminoso. Una capa de nubes bajas cubria las tierras que envolvian las montanas, de forma que ellos parecian estar en el cielo, envueltos por una alfombra de tupido algodon blanco posada casi a sus pies. Pero por encima de sus cabezas no brillaba el sol, sino una neblina no menos blanquinosa y fria.

Cuando Joa busco a su abuela la encontro de espaldas al tipi.

En trance.

Llego a su lado y, por un momento, sintio miedo. La mujer tenia la espalda recta, la cabeza orientada al sol y los ojos literalmente en blanco. Detuvo su accion de llamarla y se limito a comprobar que respirase. Una vez mas tranquila, se sento a unos metros y la contemplo.

Recordaba haberla visto en trance en otras ocasiones lejanas, pero nunca de manera tan intensa como aquella, en cuclillas, las manos unidas a modo de rezo pero apoyadas en el regazo. Transpiraba emocion, leyenda, misterio. Venia a ser casi como la prueba de que los huicholes eran la etnia mejor preservada de todo Mexico.

Recordo lo hablado el dia anterior, a lo largo de aquella tarde decisiva.

Y supo que la vieja Wayankawe se encontraba al otro lado por ella.

Le tenia mucho respeto a lo que iba a hacer. Pero estaba decidida.

Si estuviera alli David tal vez tratase de impedirselo. Discutirian. Habia personas con anos de amistad o relacion sin el menor lazo entre ellas. A otras les bastaban unos dias, o unas horas, para que los lazos fueran incluso estrechos.

?Por que habia sonado aquella noche con el?

?Era porque estaba sola y necesitaba a alguien?

Se llevo la mano a los ojos. No dejaba de hacerse preguntas. La asolaban a todas horas, en cualquier momento, a traicion o de cara. Preguntas y mas preguntas, simbolos de sus dudas y de sus miedos.

?Por que no estaba examinando los papeles de su padre una vez mas?

No, alli no. Realmente era otro mundo, con sus leyes no escritas.

Siguio esperando.

Las nubes se disiparon, los valles se abrieron, la neblina se hizo menos compacta y aparecio el sol. Cuando los primeros rayos alcanzaron a su abuela, abrio los ojos.

– Akowa -musito al verla.

– Bienvenida -le sonrio.

La mujer lleno sus pulmones de aire.

– Los espiritus no saben nada -dijo.

– ?Has hablado con ellos?

– Si.

– ?Que es lo que no saben?

– Hay una enorme convulsion.

– Entonces he de ser yo la que vaya y lo haga.

– ?Estas decidida?

– Si.

– Es peligroso.

– No me importa.

– El mundo entero toma drogas, pero por razones equivocadas y egoistas. No buscan la verdad, sino escapar de ella. Nosotros no tomamos drogas, utilizamos los dones de la madre tierra para ser mejores, purificarnos, dar un salto hacia la luz. Tomar peyote, hongos, sus derivados y sus mezclas milenarias no es un juego, Akowa. Los turistas vienen aqui por ello y son ridiculos. Actuan con falsedad. En cambio aquellos que buscan ser uno con su espiritu encuentran.

– No solo quiero abrir mi mente. Quiero hablar con mi madre, como convinimos ayer. Estoy decidida.

– ?Y dispuesta?

– ?Que necesito?

– ?Eres lo bastante fuerte?

– Sabes que si.

– Es un camino sin retorno. Dura tres dias. Estaras sola, con tus monstruos, tus fantasmas, tus miedos y recelos.

– ?Estara mama?

– Si, si es lo que quieres.

– Lo quiero.

– ?Y si lo que ves, lo que escuchas, lo que averiguas, no te gusta?

– Sere fuerte.

– La luz ciega.

– Pero no mata -y agrego agotada-:

Por favor…

– Ayudame a levantarme.

Acudio a su lado y la tomo de las manos. La abuela se incorporo y movio la cabeza de un lado a otro, para desentumecerse. Ponerse en trance, en su caso, no significaba tomar ningun alucinogeno. Tenia la capacidad, la facultad de adentrarse en si misma. Cuando le hablaba de tres dias de soledad se referia a lo maximo, el limite del cuerpo humano, la gran prueba a la que pocos se sometian, incapaces de aguantar tanto dolor.

Porque la limpieza del alma, la busqueda de la verdad, y mas lo que ella pretendia hacer, era dolorosa.

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