– El profesor Mir entro en Mexico hace dos meses exactamente. Se cumplen manana.

Miguel Duran le habia dicho que, dos meses antes, su padre le revelo que iba tras algo importante, algo que ni ella sabia.

?Por que?

Su padre se lo contaba todo, siempre. Siempre.

– ?Sus cosas siguen alli, en Palenque?

– Si, claro.

– Nadie ha tocado nada. Como le he dicho, la reserva ha sido maxima hasta hablar con usted.

– El personal del hotel siguio el procedimiento acostumbrado en estos casos: ponerse en contacto con nosotros para avisarnos de que un ciudadano espanol no daba senales de vida. Nada mas. Tras ello nos pusimos en contacto con usted dado que es la persona mas allegada y al parecer la unica familia.

Joa penso en su abuela.

Tan lejos de todo, en las tierras de los huicholes.

– Lo cierto es que la desaparicion de su padre es… embarazosa -el secretario de la embajada hizo un gesto de impotencia-. Es un personaje mas o menos publico, una eminencia. No hemos dado la noticia a la prensa, pero no creo que tarden mucho en enterarse del suceso.

– No querriamos que esto se convirtiera en un escandalo o un incidente internacional.

La ultima parte del dialogo habia sido un fuego cruzado entre ellos dos, con Joa de testigo principal.

– A mi tampoco me gustaria -no tuvo mas remedio que convenir.

– ?Su padre tenia enemigos?

– No.

– Hemos calibrado la posibilidad de un secuestro.

– ?Un secuestro? -no pudo creerlo ella.

– Ustedes tienen abundantes bienes, su familia y su apellido son conocidos. No quiero que piense que somos indiscretos pero… Bueno, nos lo han confirmado. No son personas sin medios.

Nunca pensaba en el dinero. Quiza porque los Mir lo tenian y su padre habia sido el unico hijo de una dinastia de relieve.

– Nadie se ha puesto en contacto conmigo -penso en el registro de su piso pero no les dijo nada.

– ?Si lo hicieran…?

– Les avisaria, claro -mintio Joa con aplomo.

La conversacion quedo momentaneamente congelada.

Apenas si duro unos segundos mas.

– ?Que piensa hacer aqui, senorita Mir?

– Ir a Palenque, por supuesto -lo dijo con determinacion-. Mi avion sale a mediodia.

– Podriamos hacer que le enviaran las cosas de su padre aqui, evitarse las molestias -manifesto con cautela el secretario de la embajada.

– Quiero saber en que trabajaba mi padre y si tiene relacion alguna con su desaparicion.

– Pero usted es muy joven… -aventuro Alvaro Ponce.

– Una nina… -tambien se quedo a medias el secretario.

– He viajado muchas veces con mi padre, le he ayudado en sus trabajos de campo e investigaciones desde los doce o trece anos de edad.

– Por lo menos aqui el idioma es el mismo.

– Hablo cinco idiomas -lo dijo con naturalidad, sin deseos de impresionarles-, sin contar catalan, gallego y algo de euskera, y me entiendo en otros dos o tres mas.

Su figura, de pronto, se hizo mayor.

– Ya, si, por supuesto -parpadeo Alvaro Ponce.

– Gracias por lo que estan haciendo -quiso suavizar las cosas ella-. Y sobre todo por su discrecion.

Los dos hombres se sintieron aliviados.

– No dude en llamarnos para lo que sea -se ofrecio el agregado cultural.

– El personal de la embajada esta a su disposicion -no quiso ser menos el secretario.

Todo estaba dicho, y todavia disponia de tres horas antes de la salida de su vuelo con destino a Villahermosa.

7

Villahermosa pertenecia al estado de Tabasco, pero eran la ciudad y el aeropuerto mas proximos a Palenque y sus ruinas mayas, ya en Chiapas. Le habian advertido de que era una de las ciudades mas humedas del mundo.

Nada mas salir del avion supo que se quedaron cortos. El golpe de calor la azoto, pero lo peor fue la densidad mojada del mismo aire que respiro en su primera bocanada y le inundo los pulmones de vapor de agua. Ya sudaba a los cinco minutos, y mas al salir de la terminal, con la bolsa de viaje en la mano. El cambio de horario y el asomo de jet lag la azotaron de forma definitiva en ese momento.

Alquilo el coche en el mismo aeropuerto. Podia devolverlo en cualquier oficina de la empresa y en cualquier lugar de Mexico. Lo hizo por una semana, previa firma de un impreso con los datos de su tarjeta de credito. Debia renovar el alquiler en Palenque por si acaso su estancia se prolongaba mas alla de esa semana.

Quiza tuviera suficiente con un par de dias. Quiza no.

A los quince minutos, con un mapa de carreteras abierto sobre el asiento contiguo, trataba de orientarse por Villahermosa rumbo al pueblo de Palenque y sus ruinas, a poco mas de ochenta kilometros. Cruzo la ciudad, con algo de aire acondicionado para contrarrestar el sofocante calor y sobre todo la humedad, y recordo algunos de los escasos datos leidos en el vuelo, mas como ejercicio mental que por necesidad. Villahermosa la habia fundado Hernan Cortes en 1519, tras recibir del cacique Taabs Cool un inusual obsequio, una mujer, la Malinche, tambien conocida como dona Marina. Fue su interprete y su amante. Asentada sobre tierras pantanosas y rios, como el Grijalva y el Usumacinta, su primer nombre habia sido el de Santa Maria Victoria. Cuando la ciudad fue trasladada rio arriba por los ataques de los piratas, cambio al ya conocido de Villa-hermosa de San Juan Bautista. La historia hablaba de turbulencias constantes entre los siglos XIX y XX, incluidos bombardeos por parte de Estados Unidos primero, Francia despues, y una guerra intestina entre el Estado mexicano y la Iglesia catolica.

Cuando la ciudad quedo atras se concentro en la carretera. Solo el fresco aroma de las flores de guayacan perfumaba aquel ambiente de pesada densidad. La lluvia la sorprendio a mitad de camino, y llego a ser por momentos tan torrencial que detuvo el coche en la cuneta, atemorizada, antes de que cesara como por arte de magia y saliera un timido sol ya declinando hacia el ocaso. No tenia miedo, pero si estaba asustada, y no por la soledad; solo porque al final de aquella carretera iba a encontrarse la verdad.

0 no.

Su padre nunca hubiera desaparecido sin dejarle un rastro.

El pueblo de Palenque, a siete u ocho kilometros de las ruinas mayas, se le aparecio de improviso a las dos horas, incluida la parada por la lluvia. Originariamente el nombre de las ruinas habia sido el de Otulum, que en lengua chol significaba «cercado», o «lugar fortificado». Fueron los espanoles los que lo rebautizaron como Palenque y lo mismo hicieron con el pueblo, fundado por el fraile Pedro Lorenzo de la Nada en 1567. La villa urbana formaba un rectangulo casi perfecto flanqueado por el Periferico Norte y el Periferico Sur arriba y abajo, y el Periferico Oriente por la derecha. La carretera de Villahermosa descendia de norte a sur y se prolongaba sin necesidad de entrar en el pueblo hacia las ruinas formando un suave giro a la derecha, con el pueblo a la izquierda.

Por alguna extrana razon, su padre se habia hospedado alli, no en los hoteles mas proximos a las ruinas.

Tal vez para sentirse menos solo.

Solo tuvo que preguntar una vez por el Hotel Xibalba. La orientaron hacia la calle Merle Greene y desemboco en ella con mayor rapidez de la esperada. La Colonia de La Canada era la primera con la que el viajero se

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