Hablaba, por supuesto, de Leicester. Me habria, gustado decirle que compartia sus sentimientos, pero habria parecido completamente falso puesto que llevaba diez anos casada con Christopher.
—?Como murio? —pregunto.
Evidentemente, queria oir otra vez lo que ya debia saber.
—Mientras dormia. Fue una muerte tranquila.
—Me alegro. Aun leo sus cartas. Puedo verle perfectamente… Puedo verle cuando era aun un muchacho — cabeceo con tristeza—. No hubo otro como el. Hubo rumores sobre su muerte.
—Siempre hubo rumores sobre el.
—Estuvo mas cerca de mi que ningun otro. Mis Ojos… eso era realmente, mis ojos.
—Confio en que mi hijo sea un consuelo para vos, Majestad.
—Ah, el impetuoso Robin —dijo, riendose afectuosamente—. Un muchacho encantador. Le estimo mucho.
—Entonces me alegro de haberle educado para vuestro servicio.
Me miro detenidamente.
—Parece como si el destino hubiese jugado con nosotras, Lettice —dijo—. Los dos… Leicester y Essex… Los dos proximos a ambas. ?Resulta vuestro Blount un buen esposo?
—Doy gracias a Dios por el, Majestad.
—Os casasteis muy pronto despues de la muerte de Leicester.
—Me sentia muy sola.
Ella hizo un gesto con la cabeza y anadio:
—Esa hija vuestra deberia ser mas prudente.
—Lady Rich… o Lady Mountjoy… no se por que nombre deberia llamarla.
—Ella es Lady Rich, Majestad.
—Es como su hermano. Tienen una opinion excesivamente encumbrada de si mismos.
—La vida les ha dado mucho.
—Si, Sidney enamorado de ella y ahora Mountjoy dispuesto a prescindir de toda norma por ella.
—Eso la lleva a tener una opinion excesiva de si misma… lo mismo que la bondad de Vuestra Majestad lleva a Essex a sus locuras.
Se echo a reir. Luego, hablo de los viejos tiempos, del buen Philip Sidney que habia sido tan gran heroe, y de las tragedias de los ultimos anos. Le parecia especialmente cruel el hecho de que, tras la derrota de la Armada, cuando parecia habersele quitado de los hombros un gran peso (aunque luego los mismos enemigos le echarian otro), habia perdido a aquel con quien podria haber compartido sus triunfos.
Luego hablo de el, de que habian estado juntos en la Torre, de que el habia acudido a ella al morir su hermana…
—El primero en acudir a mi, en ofrecerme su fortuna…
Y su mano, pense. Dulce Robin, los ojos de la Reina, que grandes esperanzas habia tenido en aquellos tiempos. Me llevo consigo, haciendome ver de nuevo al apuesto joven… incomparable, segun dijo. Creo que habia olvidado por completo al viejo atacado de gota en que se habia convertido.
Y parecia olvidarme tambien, mientras vagaba viviendo el pasado con Leicester.
Luego, de pronto, me miro friamente.
—Bien, Lettice —dijo—. Nos hemos visto al fin. Essex ha ganado.
Me dio la mano para que la besara y me despidio.
Deje el palacio con una sensacion de triunfo.
Paso una semana. La Reina no me llamo. Estaba deseando ver a mi hijo. Le conte lo ocurrido, que la Reina habia hablado conmigo y habia estado muy cordial, muy intima incluso. Sin embargo, no habia recibido despues ninguna invitacion para volver a la Corte.
Essex le menciono el tema, diciendole lo satisfecha que me sentia yo de que me hubiese recibido en privado. Y que lo que ahora deseaba ardientemente era que me permitiese besar su mano en publico.
Robin me miro con tristeza.
—Es una vieja perversa —exclamo; me quede aterrada pensando lo que pasaria si le oian los criados—. Dice que me prometio veros y que lo ha hecho. Y dice que eso es todo, que no habra mas.
—?No querreis decir que no volvera a recibirme! —grite furiosa.
—Dice que todo sigue como siempre. No desea recibiros en la Corte. No tiene nada que deciros. Habeis demostrado no ser amiga suya y ella no tiene ningun deseo de veros.
Asi pues, volvia a estar igual que antes. Nada habia significado aquel breve encuentro. Era como si no se hubiese celebrado. Me la imagine riendose con sus damas, comentando quiza la entrevista.
«?La Loba creyo que volvia! ?Ja, ja! Tendra que cambiar de idea…»Y luego se miraria en el espejo y no se veria ya como era entonces, sino como una joven recien subida al trono, en todo el esplendor de su gloriosa juventud… y a su lado su Dulce Robin, con quien nadie podia compararse.
Luego, para aplacar su dolor y como un balsamo para sus heridas, las heridas que el le habia causado prefiriendome a mi, reiria a carcajadas de mi desilusion, de que hubiese dejado crecer mis esperanzas y haberme atrevido a acudir a ella para poder humillarme aun mas.
Me aproximo ya en estas memorias a la epoca mas tragica de mi vida, pues creo, considerandola desde aqui, que aquella terrible escena que hubo entre Essex y la Reina fue para el el principio del desastre. Estoy segura de que ella nunca se lo perdono, como jamas me perdono a mi el que me casara con Leicester. Lo mismo que era fiel a sus amigos, podia decirse que lo era a sus enemigos; y lo mismo que recordaba un acto de amistad y lo recompensaba una y otra vez, jamas podia olvidar un acto desleal.
Se que Essex la provoco mucho. Su intimo amigo, el conde de Southampton, estaba por entonces en desgracia. Elizabeth Vernon, una de las damas de honor de la Reina, sobrina de mi primer esposo, Daniel Devereux, se habia hecho amante de Southampton, y Essex les habia ayudado a contraer matrimonio en secreto. En cuanto la Reina se entero, Essex declaro audazmente que no veia por que no podian los hombres casarse como deseaban y seguir sirviendo a la Reina. Esto la irrito.
Entretanto Isabel intentaba firmar un tratado de paz con Espana. Odiaba la guerra, como siempre, y solia decir que solo debia emprenderse en casos del autentica emergencia (como en la epoca en que la Armada amenazaba con atacar) y debia procurarse evitarla siempre.
Essex tenia un punto de vista muy distinto, y queria poner fin a las negociaciones de paz. Consiguio por fin ganarse al Consejo, para pesar de Lord Burleigh y Robert Cecil.
Essex empezo a actuar contra sus enemigos con aquella furiosa energia tipica de el. Mi hermano William que, ahora que mi padre habia muerto, habia heredado el titulo, intento disuadirle de su vehemencia. Christopher adoraba ciegamente a Essex y, aunque en principio yo me habia alegrado de que existiese esta relacion cordial entre ambos, preferia que Christopher permaneciese un poco al margen. Mountjoy le previno, y lo mismo hizo Francis Bacon, recordando la estrecha amistad que le habia unido siempre a Essex; pero Essex, impetuoso y temerario como siempre, no quiso prestar oidos.
La Reina desaprobaba firmemente lo que el estaba haciendo, y se lo indico en su actitud hacia el. El asunto llego a su apogeo un calido dia de junio y creo que fue entonces cuando Essex dio el primer paso irrevocable hacia el desastre, pues hizo lo que la Reina jamas toleraba y jamas olvidaba facilmente: ofendio su dignidad y, de hecho, a punto estuvo de ofender a su persona.
Irlanda era un asunto muy delicado, como lo habia sido siempre, y la Reina consideraba la posibilidad de enviar alli a un representante real.
Dijo que confiaba en Sir William Knollys. Era un pariente suyo del que no podia dudar de su lealtad. Su padre le habia servido fielmente toda la vida y ella propuso a Sir William para la tarea.
—No servira —grito Essex—. El hombre adecuado para esa tarea es George Carew.
Carew habia participado en la expedicion a Cadiz y a las Azores. Habia estado en Irlanda y conocia la situacion alli. Ademas, era intimo amigo de los Cecil, y si podia ser expulsado de la Corte, mucho mejor para Essex.