emocion y que mi mayor alegria se centraba en mi hijo, que me amaba devotamente y me habia convertido en el centro de nuestra familia.
?Por que habia de permitir yo que una mujer envejecida y vengativa se interpusiese entre yo y mi dicha? La olvidaria. Leicester habia muerto. Aquella era para mi una vida nueva. Debia dar gracias por ella y disfrutarla.
Pero no podia olvidar a la Reina.
Aun asi, mis asuntos familiares me proporcionaban un interes constante. Penelope se sentia cada vez mas insatisfecha de su matrimonio, aunque le habia dado otros dos hijos a Lord Rich. Mantenia relaciones amorosas con Charles Blount y se veian constantemente en mi casa. Yo consideraba que no podia criticarles. ?Como iba a hacerlo comprendiendo perfectamente lo que sentia el uno por el otro? Ademas, si lo hubiese hecho, les hubiese dado igual. Charles era un hombre muy atractivo y Penelope me dijo que a el le gustaria mucho que ella dejase a Rich y se fuese a vivir con el.
Me pregunte cual seria la reaccion de la Reina ante una cosa asi. Sabia que me culparia a mi. Siempre que Essex la irritaba con un despliegue de arrogancia, ella comentaba que habia heredado aquel rasgo de su madre, lo cual demostraba que su animosidad hacia mi persistia.
Mucho de lo que le sucedio a mi hijo es de conocimiento publico. Su vida fue como un libro abierto que todos pudieron leer. Asi pues, desplego muchas de sus emociones ante todos; y cuando Essex recorria las calles, la gente salia de las casas a mirarle.
Me asombraba que mi hijo hubiese sonado con quitarle a Burleigh su puesto en el Estado, que era sin duda el mas importante de todos. La Reina jamas prescindiria de Burleigh. Podia adorar a su favorito de favoritos, pero en el fondo era siempre la Reina, y conocia el valor de Burleigh. Sentia a veces escalofrios de inquietud cuando hablaba con mi hijo porque este creia que era capaz de dirigir el pais. Yo que le amaba profundamente, sabia muy bien que, aunque su inteligencia sirviera perfectamente para tal tarea, su temperamento no servia.
En los pocos meses que el habia vivido en la casa de Burleigh, se habia hecho amigo del hijo, que se llamaba Robert como el; pero cuan diferentes eran en su apariencia. Robert Cecil era muy bajo, tenia la columna ligeramente desviada y la moda de la epoca tendia a exagerar este defecto. Era muy sensible a su deformidad. La Reina, que le queria mucho, y que estaba decidida a favorecerle, percibia su indudable inteligencia. Sin embargo, ayudo a llamar la atencion sobre su defecto dandole uno de los sobrenombres que tanto le gustaba dar a sus favoritos. Le llamaba su pequeno Elfo.
Con Burleigh firmemente en su puesto y con pocas posibilidades de que lo dejase salvo por muerte, Essex creyo que el mejor modo de encumbrarse era obtener la gloria en el campo de batalla.
La Reina estaba por entonces muy preocupada por los acontecimientos de Francia, donde, tras el asesinato de Enrique III, Enrique de Navarra habia ocupado el trono y tenia dificultades para conservarlo. Como Enrique era hugonote y aun se consideraba una amenaza a la catolica Espana, pese a la derrota de la Armada, se decidio enviar ayuda a Enrique.
Entonces Essex quiso ir a Francia.
La Reina le nego el permiso, de lo cual me alegre. Pero estaba preocupada, de todos modos, sabiendo lo que habia hecho antes y convencida de que seria muy capaz de volver a hacerlo.
Era evidente que cada vez era mas seguro de que hiciese lo que hiciese la Reina le perdonaria.
Lo cierto es que pidio y suplico y hablo insistentemente de su deseo de ir y al final ella se lo permitio. Se llevo consigo a mi hijo Walter y, ?ay!, jamas volvi a ver a Walter, pues le mataron en combate frente a Rouen.
No he hablado mucho de. Walter. Era el mas pequeno, el mas tranquilo. Mis otros hijos llamaban la atencion en un sentido o en otro. Walter era distinto. Creo que los otros se parecian a mi y el se parecia a su padre. Pero todos amabamos a aquel muchacho sencillo y afectuoso, aunque tendiamos a ignorarle cuando estaba con nosotros. ?Pero como le echamos de menos cuando dejo de estarlo! Yo sabia que Essex se sentiria desolado, y mas aun por el hecho de haber sido el quien le habia convencido para ir a luchar a Francia. Habia sido Essex quien habia querido ir a la guerra y Walter siempre habia querido seguir a su hermano mayor, por lo que Essex recordaria que si se hubiese quedado en casa, tal como era mi voluntad (y la de la Reina), Walter jamas habria ido al encuentro de la muerte. Conociendo bien a Essex, supuse que su tristeza seria similar a la mia.
Tuve noticias de el. Era valiente en el combate. Por supuesto, habia de serlo, dado su caracter temerario e intrepido, estimaba mucho a sus soldados y les prodigaba toda clase de honores cuando, como Burleigh indico a la Reina, no tenia derecho alguno a hacerlo. Estabamos muy inquietos con el porque los que regresaban hablaban de su temeridad y su desprecio por el peligro e incluso de que cuando queria cazar no vacilaba en aventurarse en territorio enemigo.
La perdida de Walter y mis temores por Essex, me ponian muy nerviosa y llegue a pensar incluso en pedir a la Reina que me recibiese para poder implorarle que le ordenase regresar. Quiza si lo hubiese hecho, si hubiese podido indicarle el motivo de que recurriese a ella, habria aceptado verme.
No tuve que llegar a hacerlo, porque ella misma, compartiendo mis preocupaciones, le llamo.
El alego diversas excusas para no volver y yo crei que iba a desafiarla de nuevo, pero al fin obedecio. Le vi poco, sin embargo, pues la Reina le tenia a su lado durante el dia y gran parte de la noche. Me sorprendio que le permitiese volver al campo de batalla, supongo que no pudo resistirse a sus suplicas.
Asi pues, se fue de nuevo, y la inquietud renacio. Pero al fin regreso ileso.
Durante cuatro anos permanecio en Inglaterra.
El camino del patibulo
Oh Dios, dadme vos humildad y paciencia verdaderas para soportar hasta el fin. Y os pido a todos que receis conmigo y por mi, para que cuando me veais bajar los brazos y poner la cabeza bajo el hacha, y todo este listo para descargar el golpe, quiera el Dios eterno enviar a sus angeles para que lleven mi alma ante su trono misericordioso.
Ser Rey y llevar una corona es mas glorioso para quienes lo ven que agradable para quienes lo viven.
Fueron anos peligrosos. Aunque Essex se encumbro mucho en el favor de la Reina, jamas vi hombre tan proclive a jugar con fuego. Era
—Me pregunto por que no protesta Christopher Blount —dijo en una ocasion—. Siempre estais hablando de Leicester como si fuese el hombre ejemplar.
—Para vos podria serlo —dije—. Recordad que conservo el favor de la Reina toda la vida.
Essex estaba impaciente. No iba a cambiar ni a humillarse, declaro. La Reina, como todos los demas, debia aceptarle tal cual era.
Y al parecer lo hizo. Oh, pero el estaba rodeado de peligro. Yo sabia que Burleigh estaba ahora en su contra y decidido a despejar el camino a su hijo, pero me alegraba de que Essex hubiese entablado amistad con los