Aun asi, aquellas ventas forzosas no bastaron para cubrir todas las deudas; de cualquier modo, me parecio importante elevar un monumento en su honor en la capilla de Beauchamp. Era de marmol macizo y llevaba su lema Droit et Loyal. Mande tallar una efigie de el en marmol, con el collar de San Miguel; y a su lado, habia un espacio para mi cuando llegase mi hora.

Asi murio el gran conde de Leicester. Un ano despues, me case con Christopher Blount.

Essex

Essex:

Facilmente podreis comprender lo ofensiva que es, y ha de ser, a nuestros vuestra subita e injustificada partida de nuestra presencia y de vuestro puesto. Los grandes favores que sin cesar os hemos prodigado, os han llevado a olvidar y menospreciar vuestro deber; no podemos dar con otra explicacion a vuestras extranas acciones… Os ordenamos, en consecuencia, que al recibo de esta carta, prescindiendo de toda excusa o dilacion, os presenteis a nos y os retracteis de vuestras acciones. Si no lo haceis asi, incurrireis en nuestra indignacion y os expondreis a nuestra colera.

La Reina a Essex.

Disfrute por un tiempo de mi matrimonio y fui feliz. Tenia un marido joven, apuesto y devoto, que no tenia que atender constantemente a otra mujer. Mi hijo Robert, conde de Essex, estaba convirtiendose rapidamente en uno de los primeros favoritos de la Reina, y parecia probable que acabase ocupando el puesto de su padrastro.

—Uno de estos dias, le dire a la Reina que debe recibiros en la Corte —me decia.

Era muy distinto a Leicester, que habia sido siempre muy cauto y tortuoso. A veces me daba miedo. Tenia muy poco tacto y le era imposible fingir lo que no sentia. Esto podia resultar en un principio atractivo, pero ?como podia soportarlo a la larga una mujer tan vanidosa y tan acostumbrada a los halagos como la Reina?

Por el momento, Essex resultaba refrescantemente juvenil, un enfant terrible. El habia sido siempre extraordinariamente vanidoso tambien, ?estaria sobreestimando su influencia sobre la Reina?

Hable de esto con Christopher, que opinaba que la Reina estaba tan enamorada de su juventud y su apostura, que le perdonaria muchas cosas. La juventud y la apostura de Christopher le habian ayudado tambien del mismo modo, reflexione. Pero yo no estaba dispuesta a soportar la insolencia, por muy joven y apuesto que pudiese ser, y dudaba que Isabel lo estuviese.

Habia considerado prudente esperar un ano para casarme, en vista de los rumores que corrieron sobre la muerte de Leicester, y el hecho de que mi nuevo marido fuese unos veinte anos mas joven que yo. El ano que siguio fue un ano feliz.

Habiamos sido siempre una familia leal. Una de las cualidades mas entranables de Leicester era que tenia gran devocion a los suyos; y aunque mis hijos se habian llevado excelentemente con el primero de sus padrastros, no estaban menos dispuestos a aceptar el segundo.

Mi hija favorita era Penelope. Era un poco intrigante, como yo, y fuesen cuales fuesen sus desdichas, jamas le deprimian y siempre andaba buscando aventuras emocionantes. Yo sabia, por supuesto, que su vida no era exactamente lo que parecia. Vivia muy decorosamente en Leighs, Essex, y en la casa que Lord Rich tenia en Londres. En el campo parecia modelo de virtudes, dedicada al cuidado de sus hijos. Tenia por entonces cinco: tres varones (Richard, Henry y Charles) y dos mujeres (Lettice, por mi, y Penelope, por ella). Pero cuando se trasladaba a la Corte, su actitud era muy distinta.

Deploraba que la Reina no me recibiese y me aseguraba siempre que Essex no perderia ninguna oportunidad de defender mi causa.

—Si no pudo conseguirlo Leicester, ?creeis que podra hacerlo Essex? —Je pregunte.

—Oh —dijo Penelope riendose—, ?creeis que Leicester insistio lo suficiente?

Hube de admitir que debia haberle resultado dificil defender la causa de su esposa, que estaba desterrada precisamente por el hecho de ser su esposa.

Solian estar en Leicester House todos: mis dos hijas, mi hijo Walter, y, con mucha frecuencia, Essex. Su amistad con Charles Blount, con quien se habia batido en duelo por la reina de ajedrez, habia aumentado, y Charles, que despues de todo era el hermano mayor de mi esposo, era practicamente como un miembro mas de la familia. Tambien nos visitaba con frecuencia Frances Sidney; y la conversacion que se desarrollaba en mi mesa desbordaba vitalidad y animacion. Yo no les ponia limitaciones porque pensaba que eso llamaria la atencion sobre mi edad, pues todos eran mas jovenes que yo, aunque a veces me preguntaba que habria pensado la Reina si les hubiese oido.

El mas inmoderado de todos era Essex, que estaba cada vez mas seguro de que dominaba a la Reina. Charles Blount le advertia de cuando en cuando que anduviese con cuidado, pero Essex se limitaba a reirse de el.

Le contemplaba orgullosa, pues estaba segura de que no era solo el ser su madre lo que le hacia superior a mis ojos. No era menos apuesto de lo que lo habia sido Leicester en su juventud, y poseia el mismo magnetismo. Pero, mientras Leicester parecia poseer todas las perfecciones con que la naturaleza podia dotar a un hombre, la debilidad misma de Essex era mas atractiva de lo que lo habia sido la fuerza de Leicester.

Leicester habia calculado siempre las consecuencias de sus actos calculando las ventajas que para si podia obtener. La impulsividad de Essex resultaba atractiva porque era peligrosa. Y era honrado y sincero… al menos hasta donde el veia. Podia ser muy alegre, y luego ponerse de pronto triste y melancolico. Era vigoroso y destacaba en los ejercicios corporales; luego, de pronto, caia enfermo y tenia que guardar cama. Caminaba de un modo extrano que le hacia destacar en cualquier grupo desde lejos, y, no se por que, me conmovia profundamente siempre que me fijaba. Era, por supuesto, muy guapo, con aquel pelo rojizo y aquellos ojos oscuros (el color lo habia heredado de mi) y era, desde luego, muy distinto a los otros jovenes que andaban alrededor de la Reina. Ellos eran aduladores y el jamas lo habia sido. Ademas, sentia una verdadera pasion por la Reina. Estaba enamorado de ella, a su modo, pero nunca sometio su propio caracter al de ella. Si no estaba de acuerdo con ella, no fingia que ella lo supiese todo.

A mi me daba mucho miedo su caracter y temia adonde pudieran llevarle sus pasos impulsivos, y le estaba pidiendo siempre que tuviese cuidado.

Cuando se reunia con Penelope, Charles Blount, Christopher, Frances Sidney y conmigo, hablaba de lo que esperaba hacer. Creia que la Reina debia ser mas audaz con los espanoles. Habian sufrido una derrota amarga y humillante y habia que aprovecharla. Le explicaria a la Reina los planes que debia seguir. Habia proyectado grandes planes. Queria, por una parte, un ejercito regular.

—Hay que adiestrar a los soldados —grito, agitando los brazos entusiasmado—. Cada vez que vamos a la guerra tenemos que adiestrar a hombres y muchachos. Deben estar ya preparados. Se lo digo constantemente a la Reina. Cuando lleve mi ejercito a la guerra quiero soldados, no campesinos.

—Jamas permitira que vos salgais del pais —le recordo Penelope.

—Entonces saldre sin su consentimiento —respondio altivamente mi hijo.

Me pregunte que habria dicho Leicester.

A veces, yo le recordaba, cautamente, como se habia comportado su padrastro con la Reina.

—Oh, si, el era como los demas —replicaba Essex—. No se atrevia a replicarle. Fingia estar de acuerdo con todo lo que ella decia o hacia.

—No siempre, y discutio con ella mas de una vez. No olvideis que se caso conmigo.

—Jamas se enfrento a ella abiertamente.

—Siguio siendo su favorito hasta el final de su vida —anadi.

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