—Es mayor que el… y es viuda y tiene una hija.
—Siempre sintio deseos de protegerla, desde que murio Philip. Es tranquila y docil. No intentaria interferir en lo que el planease. Y creo que eso le gusta.
—Mi querida Penelope. No hay hombre en Inglaterra que tenga un futuro mas brillante que tu hermano. Podria enlazar con una de las familias mas ricas y distinguidas del pais. No puede elegir a la hija de Walsingham.
—Mi querida madre —contesto Penelope—. No somos nosotras quienes hemos de elegir, sino el.
Tenia razon, pero a mi me parecia increible. Sir Francis Walsingham ostentaba gran poder en el pais. Era uno de los ministros mas capaces de la Reina, pero esta jamas le habia aceptado como uno de sus favoritos. Pertenecia a la categoria de los aceptables por su talento. La Reina habria sido la primera en admitir que la habia servido bien: Habia organizado uno de los sistemas de espionaje mas perfeccionados del mundo, gran parte del cual habia pagado con sus propios recursos. Habia sido el el principal artifice de que comparecieran ante la justicia los miembros de la conspiracion de Babington, que
Penelope y yo, y Christopher y Charles Blount hablamos con el, y Charles le pregunto que creia que diria la Reina.
—No se —exclamo Essex—. Aunque desaprobase el enlace yo no cederia.
—Eso podria significar vuestro destierro de la Corte —le recordo Christopher.
—?Creeis acaso, buen Christopher, que no se como manejar a la Reina? —se ufano Essex.
—Cuidad las palabras —suplico Charles—. Si alguien se lo contase a la Reina…
—Aqui todos somos amigos —replico Essex—. Leicester se caso y ella le perdono.
—Pero no a su esposa —le recorde, con amargura.
—Si yo hubiese sido Leicester, me habria negado a ir a la Corte sin mi esposa.
—Si hubieseis sido Leicester, hijo mio, no habriais retenido el favor de la Reina durante toda la vida. Os suplico que tengais cuidado. Leicester fue para ella lo que ningun otro hombre sera jamas y, sin embargo, el sabia que tenia que ser prudente.
—Yo soy para ella lo que ningun hombre fue ni sera. Ya lo vereis.
Era joven y arrogante y ella le habia otorgado mucha importancia. Me preguntaba si empezaria a aprender alguna vez.
Los jovenes le admiraban. Carecian de mi experiencia y aprobaban su audacia, y una vez mas no desee parecer vieja y prudente, asi que guarde silencio.
Quiza nuestra oposicion a aquel enlace fuese la causa de que Essex se obstinase aun mas.
Vino a verme cuando volvio de Seething Lane, donde vivia Sir Francis, y me dijo que habia conseguido que este aprobase el enlace.
—El viejo esta muy enfermo —dijo Essex— Creo que no durara mucho. Me dijo que era muy poco lo que podia dejarle a Frances, pues tiene muchas deudas. Dijo que dudaba que hubiese dinero bastante para enterrarle con dignidad, por lo mucho que ha tenido que gastar al servicio de la Reina.
Yo sabia que Walsingham decia la verdad y pense que era un estupido por hacer lo que habia hecho. Leicester habia servido a la Reina y habia obtenido gran provecho de ello… aunque tambien habia dejado deudas y yo aun lamentaba la perdida de ciertos tesoros que habian tenido que venderse para pagarlas.
El resultado fue que mi hijo y la hija de Walsingham (viuda de Philip Sidney) se casaron en secreto.
Cuando visite a Sir Francis me sorprendio comprobar lo enfermo que estaba. Sin embargo, el matrimonio de su hija le complacia mucho. Me explico que le habia preocupado su futuro, pues Philip Sidney habia dejado poco y el no dejaria mucho.
—Vivir al servicio de la Reina resulta costoso —dijo.
Tenia razon, sin duda. Cuando pienso en lo que Leicester habia gastado en regalos de Ano Nuevo para la Reina (los diamantes, las esmeraldas, los collares de «nudos de amantes») no me extrana que tuvieran que emplearse mis tesoros en pagarlos.
El pobre Sir Francis murio poco despues y se le enterro en secreto a media noche, porque un funeral acorde con su dignidad habria resultado demasiado caro.
Su muerte afligio mucho a la Reina.
—Echare de menos a mi Moro —dijo—. Que triste perderle. Fue un buen subdito y no siempre le trate con benevolencia, pero el sabia muy bien que le respetaba profundamente, y que no era la ingrata soberana que pude haber parecido a veces. Tengo entendido que ha dejado muy poco a su pobre viuda y a sus hijas.
Despues de esto, mostro cierto interes por Frances y le pidio que se sentara y hablara con ella. Esto tuvo una secuela bastante desdichada, porque Frances quedo muy pronto encinta.
La Reina vigilaba estrechamente a sus damas; parecia tener un sexto sentido en lo relativo a sus aventuras romanticas.
La propia Frances me conto lo sucedido.
La Reina nunca media las palabras y a menudo parecia que intentaba recordar a su padre Enrique VIII a sus subditos, por cierta aspereza masculina.
Palpo el vientre a Frances y exigio saber si portaba alli algo impropio de una viuda virtuosa. No era Frances la mas sutil de las mujeres, precisamente, y se ruborizo de inmediato, con lo que la Reina vio confirmadas sus sospechas.
Ese interes extraordinario por las actividades sexuales de quienes la rodeaban y que podia convertirse en un subito ataque de colera, desconcertaba a muchos. Se comportaba como si el acto del amor le fascinase y disgustase al mismo tiempo.
Frances dijo que le dio un buen pellizco en el brazo y le exigio que explicase de quien estaba embarazada.
Pese a su timidez, Frances tuvo dignidad; alzo la cabeza y dijo:
—De mi esposo.
—?Vuestro esposo! —grito la Reina—. No recuerdo que nadie solicitase mi licencia para desposaros.
—Senora, no me creia tan importante como para que fuese necesario solicitar vuestra licencia.
—Sois hija del Moro y siempre le estime. Ahora que ha muerto, vuestro bienestar me afecta mas que nunca. Os caso en secreto con Philip Sidney y se excuso diciendo que no tenia importancia. Le reprendi entonces y vos lo sabeis. ?Acaso no os he tenido a mi lado desde que murio?
—Si, Majestad, habeis sido muy generosa conmigo.
—Y vos… considerasteis oportuno casaros. Vamos. Decidme quien es.
Frances estaba aterrada. No se le ocurrio mas que echarse a llorar, con lo que desperto las sospechas de la Reina. Frances pidio permiso para retirarse e intentar recuperar la compostura.
—Seguid aqui —dijo la Reina—. Vamos, decidme cuando os casasteis para que pueda saber si el hijo que llevais en vuestro seno es legitimo. Os dire algo: no permitire esta conducta licenciosa en mi Corte. No considero esta una cuestion que pueda tratarse a la ligera.
Luego cogio a Frances por el brazo y la zarandeo bruscamente, y Frances cayo de rodillas y recibio entonces un golpe en la cara para recordarle que estaba ocultando informacion que la Reina exigia.
Frances se daba cuenta de que, tarde o temprano, tendria que revelar el nombre de su esposo y que el furor de la Reina seria muy grande. Era lo bastante mayor para recordar lo sucedido cuando Leicester se caso conmigo.
Dado el evidente temor de Frances, las sospechas de la Reina cada vez eran mayores.
—Vamos, muchacha —exclamo—. ?Quien es vuestro companero en esto? Decidmelo u os lo sacare a golpes.
—Majestad, nos amamos desde hace mucho tiempo. Desde que mi primer esposo recibio aquella herida tan cruel…
—Si, si. ?Quien? Decidmelo, muchacha. Por la sangre de Dios, si no me obedeceis, os juro que habreis de lamentarlo. Os lo prometo.
—Es mi senor Essex, Majestad —dijo Frances.
Segun dijo, la Reina se quedo mirandola fijamente, como conmocionada, y ella, olvidando que estaba en