habido entre nosotras. Todo ha pasado y acabado esta… ?cuanto creeis que vamos a vivir?

Esto le afecto. Como siempre, le afectaba mucho que se aludiese a su edad. Deberia haberlo tenido en cuenta. Mi dolor eclipso mi sentido comun.

—Por mucho que me hayais odiado en el pasado —segui— os suplico que lo olvideis ahora. El ha muerto… nuestro amado Leicester… ha desaparecido para siempre. Si el estuviera hoy aqui entre nosotras, se habria arrodillado conmigo.

—Callad —grito—. Como osais venir aqui… ?Loba! Vos le atrapasteis con vuestros hechizos. Vos os llevasteis al mejor hombre del mundo. Vos le inducisteis a enganarme… y ahora este hijo vuestro rebelde merece el hacha del verdugo. Y vos… precisamente vos, os atreveis a venir aqui a pedirme que perdone a un traidor.

—Si dejais que muera, jamas lo olvidareis —dije, abandonando toda precaucion en el afan ultimo de salvar a mi hijo.

Ella guardo silencio un rato y vi que aquellos astutos ojos oscuros relampagueaban. Estaba conmovida. Le amaba, o le habia amado alguna vez.

Bese fervientemente su mano, pero ella la retiro… no con aspereza, sin embargo, casi tiernamente.

—Teneis que salvarle —suplique.

Pero la Reina sustituia ya a la mujer emotiva que yo habia entrevistado brevemente.

—He aceptado veros, Lettice —dijo muy despacio—. Por Leicester. El lo habria deseado. Pero aunque el se arrodillase ahora ante mi y me pidiese esto, no podria satisfacerle. Ya nada puede salvar a vuestro hijo… ni a vuestro esposo. Han ido demasiado lejos. Yo no podria, aunque quisiera, detener su ejecucion. Hay un momento en que uno debe seguir adelante. En que no se puede mirar atras. Essex ha hecho esto con los ojos abiertos y con el proposito de destruirse. Yo he de firmar por fuerza su sentencia de muerte. Y vos y yo debemos despedirnos para siempre de ese necio muchacho.

Movi la cabeza. Creo que estaba loca de dolor. Me arrodille y le bese el vestido. Ella se quedo alli plantada mirandome, y cuando alce los ojos hacia su rostro, vi en el cierta compasion. Luego dijo:

—Levantaos. Estoy cansada. Adios, prima. Me parece que es extrano esto, esta danza de nuestras vidas, la mia, la vuestra y las de esos dos hombres a los que amamos. Si, hemos amado profundamente a dos hombres. Hemos perdido a uno y pronto perderemos al otro. No hay vuelta atras. Lo que ha de ser sera.

Que vieja parecia con las huellas del dolor en el rostro.

Estuve a punto de suplicar una vez mas, pero ella movio la cabeza y se volvio.

Era el final. Lo unico que podia hacer era salir de alli y volver a Leicester House.

De cualquier modo, no podia creer que llegara hasta el final. Me convenci de que cuando fuese a firmar la sentencia de muerte seria incapaz de hacerlo. Habia visto en su rostro que le amaba. No como habia amado a Leicester, desde luego. Pero aun asi le amaba. Yo aun tenia grandes esperanzas.

Pero firmo la sentencia de muerte y me hundi en la desesperacion. Luego, revoco su decision. Que feliz me senti… pero, ?ay!, que breve fue aquella felicidad. Pues, sin duda a instancias de sus ministros, cambio de actitud. Firmo de nuevo la sentencia de muerte y esta vez no se volvio atras.

El miercoles 25 de febrero, mi hijo, vestido de negro, salio de su prision de la Torre y le llevaron al patio alto que hay sobre la Torre de Cesar.

Y alli, sin dejar de rezar, ofrecio el cuello al hacha del verdugo.

Hubo luto en todo Londres, y el verdugo fue arrebatado por la multitud y a duras penas pudieron evitar que le dieran muerte. Pobre hombre, ?como si fuera culpa suya!

La Reina se encerro y le lloro, y en Leicester House, yo permaneci en mis aposentos esperando noticias de mi esposo.

Al cabo de una semana de la muerte de Essex juzgaron al pobre Christopher y le declararon culpable. Y el 18 de marzo le llevaron a Tower Hill y le decapitaron.

La vieja dama de Drayton Basset

Solo a vos debeis acusaros por vuestras malas acciones

Por las que mereceis reproche;

Cambiad pues de actitud y repudiad el mal,

entonces mi laud lo cantara;

si aun entonces mis dedos tocan.

Llorando vuestro abandono como suelen,

No culpeis a mi laud.

Sir Thomas Wyatt (1503-42)

Asi, pues, una vez mas quede viuda, y ademas perdi al hijo al que, pese a todas las locuras que yo deploraba, habia amado mas que a nadie. Mi joven esposo, que tan devoto y fiel me habia sido, habia muerto con el, y yo debia emprender una nueva vida.

Todo cambiaba. La Reina ya no pretendia ser joven. Yo tenia sesenta anos, asi que ella debia tener sesenta y ocho… dos ancianas, que ya apenas se preocupaban una de otra. Parecia muy lejano el tiempo en que Leicester y yo haciamos el amor en secreto, en que nos casamos en secreto, en que tanto habiamos temido la colera real.

Me entere de que ella habia llorado por los hombres a los que habia amado… principalmente por Leicester y Essex; pero tambien por Burleigh, Hatton, Heneage y los demas. Ya no habia ninguno como ellos, decia, al parecer, olvidando que eran como dioses porque ella era entonces una diosa. Ahora no era mas que una anciana.

Murio dos anos despues de la muerte de Essex. Conservo hasta el final su orgullo real y aunque tuvo varios brotes tic enfermedad, seguia caminando y montando a caballo en cuanto dejaba el lecho, para que la gente pudiese verla Por fin, cogio un catarro y decidio ir a Richmond, que entre todos sus palacios era el que consideraba mas abrigado. Empeoro, pero no quiso guardar cama y cuando Cecil le suplico que lo hiciese y le dijo que para contentar a la gente debia hacerlo, ella contesto con su habitual tono regio: «Pequeno, la palabra debeis no se usa con los soberanos.» Y como al final ya no podia mantenerse en pie, pidio unos cojines y se tendio en el suelo.

Cuando nos enteramos de que se moria, un gran silencio cayo sobre el pais. Parecia que hacia un siglo que una joven pelirroja de veinticinco anos habia ido a la Torre y habia declarado su decision de trabajar y vivir para su pais. Eso habia hecho ella, jamas habia olvidado su mision, tal como habia prometido. Lo habia antepuesto a todo, al amor, a Leicester, a Essex.

Cuando estaba ya tan debil que no podia resistirlo, la trasladaron al lecho.

Y el 24 de marzo de 1603 murio. Era la vispera de la fiesta de la Anunciacion de la Santa Virgen.

Habia elegido incluso un dia muy oportuno para morir.

Asi pues, todos se habian ido… todos aquellos que habian hecho mi vida digna de ser vivida.

Yo era una anciana… la abuela que debia pasar el tiempo retirada.

Habia subido al trono un nuevo rey (el rey Jaime VI de Escocia se habia convertido en Jaime I de Inglaterra). Un monarca descuidado y poco agradable. La brillantez de la Corte isabelina desaparecio y yo no habia sentido ningun deseo de incorporarme a la nueva.

Me traslade a mi casa de Drayton Basset y decidi vivir alli una vida retirada. Era casi como renacer. De mi se recordaba que habia sido madre de Essex y esposa de Leicester, y pronto tuve a mi alrededor una corte como la de una reina, lo cual me produjo cierta satisfaccion.

Вы читаете Mi enemiga la reina
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×