el mexicano, sobre si misma? Sonrio felizmente. El eco de un tiro reboto contra las piedras y luego hubo paz.

No quiso que el taxi lo dejara justo enfrente de la puerta y le pidio al conductor que parara a unos quinientos metros. Caminaria. Era ridiculo, despues de que todo el mundo lo habia visto mil veces en El Cielito, ahora le entraban los escrupulos. Pero no le apetecia que el taxista se quedara cotilleando en la entrada, y mucho menos que a lo mejor viera algun recibimiento carinoso que las chicas pudieran hacerle. Cuestion de estilo.

Pago y camino despacio. Sus dos maletas no pesaban demasiado, pero en ellas llevaba todo lo que tenia. Estaba seguro de que no necesitaria mucho mas. Se necesitan muy pocas cosas para vivir. En el bolsillo llevaba la ultima carta de Yolanda, su adios definitivo.

Apreto un poco el paso. Ya estaba llegando. Una gota de sudor le cayo por la cara. Paro un momento para secarsela y al dejar de caminar pudo oir la musica de guitarras que desde El Cielito llegaba hasta el. Eso lo hizo sonreir.

Alicia Gimenez Bartlett

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