– La convivencia es dificil, Adolfo. Tu llevas mas tiempo casado que yo y lo sabes bien. Es algo mas que un topico. Si las personas tuvieramos facilidad para los cambios… pero no la tenemos. He llegado a pensar que no se cambia nunca. Al final cada uno se mete en su piel y no hay manera de acoplarse a tu pareja. Aunque hayas pensado que si, aunque hayas elaborado estrategias racionales para soslayar lo que te molesta del otro, para evitar en ti lo que pueda molestar.
– Esa es una explicacion, pero yo creo que las cosas van mas alla. Son las mujeres, Henry, las mujeres.
– ?La culpa es solo suya? Me parece una exageracion.
– No, lo que ocurre es que estan cambiando, que han cambiado ya. El matrimonio se les queda estrecho, las oprime, les jode, no les gusta.
– En ese caso habria que procurar que el matrimonio deje de ser como ha sido hasta ahora.
– ?Imposible!, el matrimonio es el matrimonio y punto. Esta hecho para formar una celula economica, de defensa, de posesion, para tener hijos que pertenezcan a alguien en concreto, que perpetuen la propiedad, el interes por crear algo en el mundo. Pero a las mujeres ya no les cuadra ese invento, se cansan, se cabrean frente al papel que les toca. Es una revolucion, muchacho, pero una revolucion que instaura la anarquia sin mas.
– ?Por que?
– Negare que he dicho esto si lo comentas con alguien, pero, sinceramente, ?que valores son importantes para ellas? Los sentimientos, la libertad, el amor, el cambio, lo nuevo, lo bello, explorar la vida… Nada que pueda aportar ni una brizna de racionalidad al mundo, nada que pueda construirlo, formarlo, darle un motor. Se me ponen los pelos de punta solo de pensar como seria la sociedad si ellas impusieran sus reglas.
– Visto asi…
– Asi lo veo. Y de momento estan lejos de imponer nada en plan general, pero ya me diras como van a ir las cosas si empiezan a destruir el matrimonio.
– No sabia que fueras tan pesimista en cuanto a ese punto.
– Yo tampoco lo sabia, no creas, yo tampoco.
Se sirvieron otro whisky, varios mas. Aquella conversacion tan teorica sobre los problemas concretos que los apesadumbraban consiguio tranquilizarlos mucho. El whisky tambien. Y alli se quedaron, bebiendo y teorizando, y aunque no lo habian previsto, durmiendo al final, ya que semitumbados en los sillones, exhaustos despues de tan larga noche, no pudieron evitar el sueno.
El timbrazo los desperto a ambos de golpe. Adolfo se precipito a descolgar el auricular; Henry ni siquiera sabia donde estaba.
– Don Adolfo, soy yo, Dario.
Miro el reloj. Eran las ocho de la manana. Apenas si le salia la voz.
– ?Que pasa, Dario?
– ?Dona Manuela esta en casa?
– No, no esta, ?por que?
– Acabo de abrir el buzon de la colonia y… bueno, han dejado alli una carta que…
– ?La han secuestrado?
– Eso dice la carta, senor.
Ninguno de los guardias de seguridad habia visto a nadie acercarse al buzon durante la noche. Era como si la maldita carta hubiera volado hasta alli. En ella figuraba la cantidad que se pedia por el rescate, pero no el lugar y el modo en que debia ser pagada. Esos datos, junto a la fecha de la entrega, se especificarian en un mensaje posterior. Nunca la policia de San Miguel le habia parecido a Adolfo mas inoperante, tanto como los guardias privados de la colonia, como el cuerpo consular al que en seguida llamo, todo el pais se le antojaba ahora un viejo coche tronado que no avanzaba. El comisario de Oaxaca fue convocado tambien.
– ?Un secuestro politico? No, no, senor, de delincuentes nomas. Si la senora iba paseando sola por esos barrios… solo buscan la plata. No se haga otra idea, son meros malhechores.
Todos los habitantes de la colonia fueron interrogados con las preguntas habituales: ?cuando habian visto a Manuela por ultima vez?, ?con quien estaba cuando la vieron? Segun la policia, aquellos delincuentes eran de poca monta, pero nada faciles de detener. Adolfo se sentia impotente, eran una pandilla de agentes pasivos y desorganizados, quiza incluso corruptos. Le dio la impresion de que no pensaban hacer nada. Se dio cuenta entonces de que si Manuela moria, estaria completamente solo en el mundo.
Henry supo en seguida que la decision de su mujer era definitiva y no temporal. ?Volver a Estados Unidos una temporada para poder pensar mejor! No, Susy se iba con la intencion de no volver a Mexico, quiza tambien con la intencion de no volver a el. La crisis por la que pasaba ahora su esposa siempre le habia parecido deseable, necesaria; pero no se le hubiera ocurrido pensar que fuera a afectar a su matrimonio. ?Que se estaba fraguando en la mente de ella? No lo sabia, Susy se empecinaba en no hablar de ello. ?Se cuestionaba la pareja, su lugar en el mundo, el amor en si mismo, o simplemente habia dejado de quererlo? Se daba cuenta de que aquello era tan triste como esperable. ?De verdad habia pensado que ella evolucionaria segun los planes hasta convertirse en su companera ideal? Si habia creido eso fue porque intento manipularla, o al menos porque espero poder hacerlo alguna vez. Asumia su culpa con una extrana tranquilidad. Le daba igual saber si el suyo era un error comun o si se trataba de una deformacion de su personalidad. No, a partir de ese momento pensaria menos en los porques. Tampoco daria tanta importancia a las consecuencias de sus actos, ya que a veces estas eran impensables. Se preocuparia menos por todo. En el fondo habia terminado la relacion con Susan profundamente cansado. Concebir el matrimonio como un
?Menudo follon se habia montado, un autentico caso policial! Su asunto amoroso quedaba relegado a un segundo termino. ?Que era una esposa abandonada en comparacion con un secuestro? Un poco mas de tiempo y se hubiera perdido semejante espectaculo. Desde que Santiago se habia largado, ella ya no pertenecia a aquella comunidad. Sin embargo, habia decidido agotar su mes de gracia. Despues se marcharia. ?Adios, panda de capullos, ahi os quedais! Se habian puesto fobicos a raiz del secuestro, mas guardias contratados, mas seguridad, «tengan cuidado al salir». Las mamas guardaban bajo el ala a sus ninos, los dulces productos de sus vientres.
Que hubiera sido Manuela la secuestrada no le extranaba ni un pelo, nunca se estaba quieta, siempre andaba incordiando por ahi. Ahora si tendria su caridad, diciendole ademas cual debia ser la cantidad aportada. La vida es justa, al final todo encuentra su lugar en el entramado del Hacedor. Ademas, aquel habia sido un modo providencial de que dejaran de mirarla a ella cuando paseaba por la colonia, de saludarla aparentando que todo seguia igual. Pero siempre habia sabido lo que estaban pensando: «Tu te lo buscaste.» Y era verdad, ella se lo habia buscado. Claro que, en vez de tratarla con falsa cortesia, hubiera preferido que le escupieran. Pero ahora todo habia quedado arrumbado por el protagonismo de Manuela. ?Pobre Manuela, ella, que solo buscaba darse a los demas! Pura basura ideologica, pero el mundo es asi. Al parecer, la habia secuestrado la mafia local, unos delincuentes de tres al cuarto. Habia trascendido que el rescate que pedian por ella no era nada excesivo. ?Pobres delincuentes!, clamoroso error, secuestrar a Manuela. A buen seguro los volveria locos con su charla amable, intentaria devolverlos a la senda del bien, los emplazaria a portarse correctamente, a ser utiles a la sociedad. Intentaria corregir sus maneras de secuestradores sin clase ni educacion. Haria extensivos sus consejos a las esposas y los hijos de los rufianes: ?iban al colegio, se alimentaban adecuadamente, habian pensado en los traumas que podria acarrearles el hecho de tener un padre secuestrador?