aunque me lo hubieras consultado, seguramente tambien te hubiera dicho que si.

Se estaba liando demasiado, pero una referencia al piso y sus circunstancias le parecia importante. Estaba bien que el cargara con toda la culpa de su decision, pero tampoco queria pasar por tonto. Se aplico de nuevo, entornando los ojos para una mayor concentracion.

Bueno, lo cierto es que yo no me veo en una ceremonia de boda, aunque eso seria lo de menos, tampoco me veo casado con una persona, ni tu ni nadie, entendamonos bien. No llevaria a gusto la vida de pareja por muy buenos que fueran nuestros ratos libres, que seguro que lo serian. Pero sobre todo para lo que no me veo capacitado es para la paternidad. Tener hijos si que no va conmigo. Pienso en cuando fueran mayores y se las apanaran por su cuenta, y la verdad es que no se que gracia tiene poner mas personas en el mundo con la mierda que el mundo es. Pero si pienso en cuando fueran pequenos tampoco me hace ninguna ilusion. Los ninos son pesados y tienes que cargar siempre con ellos. Eso de que los hijos dan muchas compensaciones no lo entiendo, y nunca he sabido que compensaciones son. Y todo esto viene a cuento de que se muy bien que para ti tener hijos era algo basico.

En fin, Yolanda, que me perdones es lo que te quiero pedir. Piensa que seria mucho peor que nos casaramos y luego las cosas no funcionaran y tuvieramos que separarnos montando esos pollos con abogados que monta la gente y que hasta algunos amigos nuestros han montado ya. Eso seria muy triste.

No te pido que me comprendas, pero si que me perdones. Ojala que un dia cuando estes casada con alguien que valga mas la pena que yo te acuerdes de mi sin enfadarte ni guardarme rencor. Si te sirve para disculparme con mas facilidad, te dire que no pienso casarme nunca ni vivir con otra mujer. Me voy a quedar mas anos en Mexico, quiza para siempre, asi que no tengas miedo de encontrarme por ahi. Todo el tiempo que hemos pasado juntos siempre ha sido estupendo y nunca te menti cuando te dije que te queria. Incluso te dire que te quiero aun, pero se que eso no es suficiente.

Nada mas. No me odies, por favor. Un beso,

Dario

Estaba satisfecho del resultado de la carta. Habia dicho todo lo que queria decir sin que sonara ofensivo y practicamente sin mentir. Si, era una carta sincera. Decir que no viviria con ninguna mujer era una verdad a medias. Pero ?como le dice uno a su novia que la deja para vivir en una casa de putas con varias chicas en general? No, eso no se puede decir ni de viva voz, y escribirlo mucho menos, ahi ni el propio Noah Gordon tendria recursos suficientes. Eso no se puede ni siquiera pensar.

Metio la carta en un sobre y escribio la direccion.

Le produjo una sensacion extrana estar llamando a la puerta de su propia casa, pero era lo correcto, el ya no vivia alli. Luz Eneida le abrio y, sin permitirle decir ni una sola palabra, lo abrazo y empezo a hablarle precipitadamente, en voz muy baja:

– Senor, menos mal que llego. La senora quiere echarme a la calle, fijese. Yo no he hecho nada malo y siempre cumplo bien con mis obligaciones, pero no me da ninguna explicacion. Solo dice que me vaya marchando porque no me necesita mas. Ahora todos pensaran que he hecho mal mi trabajo y no me querran contratar en otra casa de la colonia, y ya me dira que voy a hacer. Ademas, ?quien cuidara de la senora? Desde que usted no esta se pasa el tiempo en su habitacion bebiendo whisky y tequila. Y sin comer, senor, sin comer.

– Tranquilizate, por favor.

– ?Y como voy a tranquilizarme si ahorita mismo me dijo que si vuelve a verme por la casa me rompera una botella en la cabeza?

– Luz Eneida, calmate. Yo me voy a encargar de todo. Es posible que la senora no te necesite mas, pero voy a hablar con don Adolfo y te contrataran en otra casa. Y si no es en otra casa sera en el comedor, en alguna parte, seguro.

– El senor no se acordara.

– Te doy mi palabra de honor.

La chica se quedo pensativa un momento.

– Si es que te sirve la palabra de honor de un espanol.

– ?Senor…!-Esta bien. Ahora es mejor que te vayas a casa.

– Pero…

– Te dire lo que haremos. Te dare mi numero de telefono movil. Si don Adolfo se negara a darte trabajo o hubiera alguna dificultad me llamas, ?de acuerdo?

Cabeceo varias veces, sopesando la seguridad que le ofrecia ese plan. Por fin asintio.

– ?Y la senora estara bien cuando usted vuelva a marcharse?

– Estara bien, no te preocupes.

– Senor, se lo agradezco.

– Dejare una cantidad de dinero para ti en la oficina de Dario, el administrativo. Pasas y la recoges dentro de un par de dias. Es para darte las gracias por lo bien que nos has atendido todo este tiempo.

– Dios se lo pagara.

Dejo tras de si un agradable olor a lejia y cebollas cortadas. Santiago le dio la vuelta a la esfera de su reloj, colocandola en el reverso del antebrazo: asi recordaria hablar con Adolfo tal como habia prometido. Fue hacia el dormitorio. Estaba sereno, indiferente, no temia aquella ultima conversacion con Paula.

La encontro en su sillon de lectura, con un libro en las manos, dormitando. Habia esperado algo mucho peor. Ni siquiera se sobresalto al verlo.

– ?Ah, eras tu! Oia la voz de esa zorra a lo lejos. Crei que hablaba sola.

– No es ninguna zorra, esta preocupada por ti.

– ?Has venido a decirme eso?

– No. He venido a despedirme, a enterarme de que piensas hacer.

– Muy considerado por tu parte.

– Sabes que en la colonia no puedes quedarte.

– Al menos podre estar aqui un mes, ?no? Es el tiempo que se concede a los que despiden de un trabajo.

– Hablare con Adolfo.

– Ya hablare yo. No soy muda ni subnormal.

– Como quieras. En cuanto al dinero… dejo la mitad de lo que habia en la cuenta del banco para que dispongas de el. Despues, hasta que tus ingresos te permitan vivir…

– Prefiero que esos temas los traten nuestros abogados. Supongo que tambien se ocuparan de deshacer nuestro patrimonio. Quiero que se venda todo, las dos casas tambien. Me ire a vivir a otra parte.

– De acuerdo. En cuanto llegues a Espana hazme saber quien llevara tus asuntos. Me localizaras siempre en el movil.

– ?Cuando te vas?

– Manana.

– Has esperado hasta el ultimo momento para despedirte.

– Tenia trabajo.

– Ya. Tenias cosas mas importantes que hacer que despedirte de quien ha sido tu mujer los ultimos quince anos.

– ?De verdad crees que vale la pena ponerse ahora a discutir?

– No, en eso llevas razon, no vale la pena.

– Paula, quiero que sepas que…

– No, te lo ruego, nada de discursitos finales. Puedes marcharte, se da por terminada la despedida oficial.

– Adios, Paula.

– Adios.

Cerro tras de si procurando no hacer demasiado ruido. Sin embargo, la puerta sono definitiva y lapidaria. En ese momento Santiago sintio una amargura tan profunda como no habia sentido jamas. «Adios», eso era todo. Se

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