momentos de pasion hasta limites inconcebibles, pero aquella pasion llevaba aparejado mucho dolor. Quiza siempre es asi, penso, nunca ninguna gran felicidad es completa; en especial a partir de una cierta edad, cuando tu camino tiene ya marcado un gran numero de huellas.

Su marido se levanto temprano, desayuno y se fue. Dijo que tenia una reunion con Dario, poco mas. Le importaba un pimiento, ella tambien estaba enfurrunada desde el dia anterior. Si apenas se dirigian la palabra, tanto mejor; no habria mas motivo de discusiones. Oyo el timbre de la puerta y se fue a abrir pensando que Adolfo se habia dejado las llaves, pero era Victoria. Verla le causo desagrado y supo que no habia sido capaz de controlar la expresion de su cara. Lo lamento en seguida y, como compensacion, dibujo una amplia sonrisa que queria ser cordial.

– ?Vamos, pasa, Victoria, no te quedes ahi!

La acompano al salon. Hizo que se sentara y fue a buscar un poco de cafe que su asistenta habia dejado preparado en la cocina. La animacion con la que acompanaba todas sus frases era tan excesiva que evidenciaba su profunda turbacion. Victoria se dio cuenta y penso que el plan que habian trazado era el unico posible: salir de la colonia inmediatamente. Aquello no solo le convenia a ella misma, sino que era lo que en el fondo estaban deseando todos los demas. Se habia convertido en alguien incomodo. Lo comprendia, sin quererlo habia desbaratado el equilibrio del grupo. Manuela regreso canturreando absurdamente. Victoria la percibio tan nerviosa que decidio ir pronto al grano para librarla en seguida de su presencia.

– Prueba una de esas galletas. Las ha hecho la chica, te gustaran.

– No, gracias, Manuela; en realidad tengo que marcharme ahora mismo. Solo he venido a despedirme de ti.

– ?A despedirte? No entiendo.

– Me voy con Santiago. Volvemos a Espana dentro de tres dias. Mientras tanto he pensado que voy a instalarme en otro lugar. No me gustaria que se reprodujeran escenas violentas como la del otro dia. Eso es malo para todos.

– ?Vais a vivir juntos?

– Si, lo que Paula dijo era verdad.

– ?Y tus hijos?

– Viviremos en su misma ciudad. Mi casa tendra espacio para ellos, por si quieren venir a visitarme.

– ?Se lo has dicho ya?

– Los llame el otro dia.

– ?Y como lo tomaron?

– No puedo saberlo hasta que no los vea, pero supongo que no muy bien. Es logico, ?no?

– Victoria, ?has pensado detenidamente en lo que vas a hacer? Ya se que no soy quien para inmiscuirme en tus asuntos, pero al fin y al cabo hemos pasado mucho tiempo viviendo aqui las dos, en un pequeno grupo, en un pais extrano… Soy mayor que tu y me siento autorizada para decirte esto. Meditalo con mucho cuidado. Tu matrimonio ha durado mucho, teneis hijos, un estatus, comodidades… y Ramon es un hombre muy serio, cabal…

Victoria bajo la vista. Una angustia indefinida empezo a atenazarle el pecho. Manuela prosiguio, ahora mas tranquila:

– … Y eso no significa que Santiago me parezca mal chico. Es un hombre con mucho fundamento, atractivo, brillante en el trabajo, segun Adolfo me ha comentado alguna vez. Pero ya ves como es su mujer, un poco alocada, un tanto especial, quiza el solo necesite… en fin, perdoname, yo…

– Manuela, ya lo se, se que quieres decirme. Yo misma lo he pensado muchas veces, y si, eso es lo razonable, lo que cualquiera con un poco de prudencia y de sentido comun pensaria. Pero yo… lo cierto es que no me veo con fuerza para dejar a Santiago, yo…

No pudo seguir hablando. Se le quebro la voz y empezo a llorar con una amargura que Manuela no recordaba haber visto antes en ninguna persona. La observo, conmovida, y tambien sintio una pena enorme, un pesar inabarcable que le brotaba de las entranas sin que ella supiera que estaba ahi. Era como si se encontrara en la piel de Victoria, como si fuera ella misma quien estuviera planteandose abandonar al hombre del que estaba enamorada, pero enamorada con toda la intensidad posible, con toda la fuerza. Ese amor le parecio de repente algo central, superior, y comprendio que abortarlo cuando no habia podido ni siquiera desarrollarse seria como perder el resto de su vida, incluso la vida ya pasada, seria como perderlo todo.

– No quieres renunciar a Santiago, ?verdad?

Victoria nego con la cabeza, intentando sofocar las lagrimas. Entonces Manuela la abrazo y comenzo a llorar tambien, con autentico dolor, con zozobra infinita, como si hubiera sido protagonista de la historia mas triste del mundo. Y asi se quedaron un buen rato, abrazadas y llorando sin ningun motivo real. Porque ni la una estaba enamorada de nadie con pasion, ni la otra pensaba que su pasion fuera a conducirla a un abismo.

Al quedarse de nuevo sola, Manuela fue a lavarse la cara para borrar los restos de llanto. Despues se empolvo la nariz y dio una vuelta por la casa para ver si todo estaba en su sitio. Ese era un gesto que solia tranquilizarla cuando se encontraba desanimada. Sin embargo, en seguida se dio cuenta de que de nada le serviria en aquella ocasion. ?Que le pasaba? El nudo doloroso que oprimia su pecho le era desconocido, nunca se habia sentido asi. Se derrumbo en el sofa y se miro las manos. Por mucho que fuera una mujer fuerte y bien conservada para su edad, sus manos habian registrado el paso del tiempo. Era vieja, mas vieja de lo que habia estado dispuesta a reconocer en los ultimos anos. Era tan vieja como todas las mujeres que tenian sus anos. El tiempo nunca volvia atras. La congoja la tenia ahora atrapada con tanta fuerza que le impedia incluso volver a estallar en lagrimas liberadoras. Todo era mentira en su vida, todo; su propio marido se lo habia dicho. Una oportunidad desperdiciada, no se vive dos veces. Un fracaso total. El matrimonio, los hijos, el hogar, todo parches ficticios para disimular la ausencia de un gran amor. Ella nunca despertaria en nadie la pasion que habia despertado Victoria en Santiago. Y lo que era mas terrible: ella nunca sentiria esa pasion, no la experimentaria, moriria sin saber de que estaba hecha. Sin duda, aquella debia de ser la verdadera esencia de la vida, ese sabor que si no has probado bien puedes decir que estas muerto, que siempre lo has estado. Sin amor de ese calibre has pasado por la vida lejos de lo importante, no has sido invitado a la mesa del padre, estas lejos del circulo de los elegidos.

Volvio a pasearse por la casa como una leona en un zoo. Paso revista a todas las fotografias familiares que habia traido desde Espana, cuidadosamente expuestas en marcos de plata: sus hijos cuando eran pequenos, tomas de vacaciones en la nieve, ella y Adolfo en la mesa de un restaurante de Paris, su nueva y minuscula nieta… Aquellas fotos, que iba renovando de vez en cuando, viajaban con ella a donde quiera que fuese. Siempre la hacian sonreir con orgullo cuando las miraba, pero ese dia sintio un vacio total. ?Para que seguir llevandolas de destino en destino? Su esposo ya no la amaba y sus hijos vivian perfectamente sin ella. De hecho, ahora se preguntaba si Adolfo la habia amado de verdad. Sin duda, no con aquella pasion devoradora que se lleva por delante cualquier obstaculo que encuentra, sino solo con un amor de indole practica y conyugal. ?Y sus hijos? Sus hijos podrian haber sido educados en un colegio ingles sin que se notara diferencia alguna con el trabajo y la dedicacion que ella les habia consagrado. En definitiva, no existia otro ser mas inutil en toda la creacion. El ahogo que notaba en el pecho amenazaba con hacerlo estallar. Se puso una chaqueta ligera y salio de casa.

Caminaba por los jardines de la colonia como sonambula, pero con la rapidez que se exhibe cuando se va a un lugar determinado. De repente se encontro cara a cara con Dario. Lo miro como si estuviera sufriendo una alucinacion. Dario parecia mohino, cansado. Habia pasado toda la noche sin dormir preparando las nominas y temio que, como de costumbre, la mujer de su jefe se extendiera en explicaciones sobre nuevos proyectos para los que se precisaba su participacion. No se encontraba con animos de escucharla y penso que una buena estrategia era no dejar que empezara a hablarle.

– Hola, dona Manuela, ?como esta? Justamente voy a una reunion de trabajo con su esposo. Acabo de desayunar en el bar del club. ?Buen cafe! Ya ve, aun siendo dia de fiesta tenemos que trabajar un poco. Pero no se preocupe, la cosa no sera demasiado larga, don Adolfo en seguida podra volver a disfrutar de su domingo.

Anadio a sus palabras una estupida risita. Sin embargo, la senora no parecia entender. Lo miraba fijamente como si se esforzara en averiguar quien era. De repente, sin ningun gesto indicativo de que iba a ocurrir a continuacion, Manuela cogio la cabeza del joven entre sus manos, acerco la cara y le dio un fiero, intenso y

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