– Ramon, espera un momento. ?Adonde vas? ?Espera!
No le contesto. Se quedo plantado en medio del jardin, confuso. Se sintio invadido por una ola de indignacion. «Esto empieza a parecer una casa de putas», penso. En ese momento lo abordo Pancho, el encargado del club.
– Disculpe que lo moleste, don Adolfo, pero es que se da la circunstancia de que… -Al llegar a ese punto se quedo cortado, como si le faltara el resto de la frase que habia comenzado con tanta fogosidad.
– ?Que pasa, Pancho?
– Pues que aun no hemos cobrado este mes, senor.
Adolfo se sorprendio, mas tarde se paro a pensar. Cierto, aquel mes Dario no le habia pasado las nominas para firmarlas.
– De modo que no habeis cobrado. Voy a hablar con Dario, debe de haber algun error. Llamalo, por favor.
– No, senor.
– ?Como?
– Que Dario no esta.
– ?Que significa «no esta»?
– Pues nomas que se fue.
– ?Y adonde cono se fue?
– Eso no me lo dijo, senor.
– Esta bien, vete para el club. Preparame algo, a ver si consigo cenar esta maldita noche.
En cuanto el empleado hubo desaparecido, saco el telefono movil de su bolsillo. ?Aquello ya era el colmo, una verdadera anarquia! ?Que se habia creido aquel chico? Bien estaba que le gustaran las putas, pero que abandonara su trabajo para pasarse la vida en El Cielito rayaba en lo intolerable.
Dario contesto a la llamada de modo sonoliento. Su telefono estaba en la mesita de noche, junto a los pendientes de las dos chicas que lo acompanaban.
– Dario, ?se puede saber por que no estas en la colonia?
– Buenas noches, don Adolfo. Es que, vera, como es viernes por la noche…
– Es viernes por la noche y las nominas del mes estan sin confeccionar. ?Puedes decirme por que razon?
Tardo en contestar. Miraba los dos pares de ojos oscuros tumbados a su lado en la cama. Se armo de valor.
– Don Adolfo, para ser sincero, le dire que yo soy un hombre sensible, y que esta situacion se me hace insoportable.
– ?Esta situacion, que situacion?
– Ya sabe, senor, la situacion amorosa de los mandos, la tension que se respira.
El jefe sintio un volcan de indignacion erupcionando dentro de el. Contuvo el tono de sus palabras para que no sonaran alteradas, sino solamente severas.
– Dario, escuchame bien. Manana a las diez de la manana ire a tu despacho. Quiero verte alli como un clavo, y quiero que tengas sobre tu mesa las nominas perfectamente en regla. ?Me has entendido?
– Si, senor, no se preocupe, asi sera.
– Buenas noches.
?Aquello era lo ultimo que le faltaba por oir! «No este preocupado.» Un jefe no se preocupa porque un subordinado cumpla su obligacion. Controla que lo haga y punto, y si no lo hace lo pone de patas en la calle y en paz. Pero resultaba inutil, aquello era algo que aquel cabeza de chorlito nunca llegaria a comprender. En fin, no hacia falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que aquel barco empezaba a hacer aguas por todas partes. El rumbo se estaba perdiendo, de modo que debia agarrar con fuerza el timon y dar un buen golpe. ?Preocupado? No, no estaba preocupado, estaba simplemente harto.
Dario colgo y dio un suspiro resignado. Se tumbo mirando al techo. Las dos chicas lo acariciaron, cada una desde un lado.
– ?Es que pasa algo, mi amor?
– Me temo que van a correr malos tiempos para mi.
– Estate bien tranquilo, carino, para algo estamos nosotras aqui.
– Nosotras nunca consentiremos que le pase nada malo a nuestro nino.
Cuando por fin Victoria pudo tranquilizarse al menos un poco, se incorporo y cogio el telefono. Llamo al movil de Santiago. Segun donde estuviera, podia contestarle. Asi fue, y solo al oirlo, Victoria se dio cuenta de que la minima serenidad que habia creido alcanzar era falsa. La voz le salio atropellada pero sin fuerza, y antes de pronunciar la segunda frase, ya se habia echado a llorar. Santiago sintio que la tierra se movia bajo sus firmes pies y el panico lo paralizo.
– ?Que te pasa, Victoria, que ha ocurrido?
– No puedo mas, Santiago, no puedo mas.
– ?Ha sucedido algo?, ?contestame!
– Ramon ha venido a verme y… -No pudo continuar.
– ?Te ha agredido? Dime, ?te ha pegado?
Hizo un esfuerzo supremo por recuperarse porque comprendio que la alarma de el estaba disparandose en un sentido equivocado.
– No, no es eso. Solo hemos hablado, pero ha sido tan doloroso, todo es tan dificil en la colonia…
– ?Ha pasado algo con Paula?
No esperaba la pregunta y tardo en contestar.
– Nada grave, en serio, te lo aseguro.
– Eso significa que si ha pasado algo.
Escogio las palabras con cuidado, ya estaba mas tranquila.
– Manuela convoco una reunion de esposas para organizar no se que fiesta y ella me acuso publicamente de haberle robado a su marido.
– ?Dios, no me lo puedo creer!, ?ahora le ha dado por los dramas baratos?
– Eso da igual.
– No, no da igual. Yo he dejado mi trabajo practicamente rematado aqui. Faltan cuatro dias para marcharnos, pero no puedes quedarte ahi. Sal de la colonia inmediatamente. Coge lo imprescindible y marchate. Si Ramon quiere volver a hablar contigo, que te llame por telefono y quedais en un bar de San Miguel. Te alojaras en nuestra habitacion alquilada. Alli nadie te localizara ni podra decirte ninguna impertinencia. Las mujeres te prepararan la comida. Voy a llamar a Dario para que lo arregle todo. Llevate libros y lee, pasea, descansa. Yo ire todas las noches para dormir contigo. ?Te parece bien el plan?
– Quiza sea lo mejor.
– No puedes quedarte en tu casa esperando que suceda algo. Esto ya se acaba, ?comprendes, carino?, ya se acaba. Animate.
– ?Donde estas?
– En el campamento, pero luego ire a la colonia para tener mi ultima conversacion con Paula. Es imprescindible saber que piensa hacer. Supongo que no quiere quedarse en el pais.
– Santiago.
– ?Que?
– Te quiero mucho.
– Yo tambien, querida, yo tambien. Te quiero con toda mi fuerza, no lo dudes nunca, por favor. Ya veras, vamos a tener todo el tiempo para nosotros, la vida entera.
Su tono energico y decidido la reconforto. Sonreia ya abiertamente cuando colgo el auricular. Si, todo el tiempo, todo el tiempo a su lado: las horas, los dias, los minutos, las mananas y las noches. Dentro de poco estarian tranquilos, y cuando hubieran pasado varios anos, todos aquellos momentos tan duros serian un recuerdo nada mas. Saco las maletas de un altillo y se dispuso a guardar algunas cosas. No necesitaria demasiado de momento. La actividad de seleccionar su ropa la devolvio a una realidad mas cotidiana, menos alarmante. Se iba a fugar con el hombre al que amaba, como en las viejas novelas decimononicas. La idea hizo que volviera a sonreir. Sintio un intimo placer. Un principe azul montado en un caballo blanco. Podria haber gozado de aquellos primeros