dio cuenta de que debian largarse ya, antes de que hubiera que cargar con la americana y transportarla en brazos a la colonia. El mexicano estaba entero, ni siquiera achispado. Se habia formado en alcohol. El liquido amniotico en el que gravito dentro de su madre habia sido sin duda mezcal.

– Querido amigo, no creo que sea conveniente que sigamos bebiendo en este lugar. Pero fijate que he dicho «en este lugar». Seguir bebiendo en otra parte sera como aceptar nuestro destino natural. Te propongo que, dado que eres tan amable, nos invites a tu casa. Nosotras compraremos bebida en esta cantina y tu pones los vasos y el recinto. De este modo todo quedara repartido y esta velada sera un ejemplo de hermandad y cooperacion.

El mexicano la miro a los ojos despues del discurso. Sonrio con la malicia que le proporcionaba tragar la bilis del diablo. Aceptaba el reto, estupendo, y todo lo que viniera despues.

– No es necesario que compren nada, senoras, en mi casa tengo buen tequila y buen mezcal tambien. Y te y cafe, y hasta galletas.

– Las galletas puedes ahorrartelas.

Susy se rio a grandes carcajadas de borracha. Paula penso que el aire fresco de la calle la despejaria. No perderia el sentido, resistiria.

Caminando por la calzada vacia parecian trasgos. Tres tristes trasgos. O quiza criaturas de distinta raza y especie. Nada que ver entre si, nada que ver con el resto del mundo. Iban callados, concentrados en andar sin tropezar, sin trastabillar, sin hacer eses. Sonaba, como siempre, musica en alguna parte.

Llegaron sin novedad a la guarida de la fiera. La recordaba perfectamente. Vasos, cojines en el suelo. La fiera encendia dos velas. Era el colmo de la delicadeza, el anfitrion ideal.

– Supongo que guardas algo de material.

– ?Quieren ustedes coca o algo mas fuerte?

– La coca bastara.

– Me encantaria invitarlas tambien a eso, pero deben de comprender que tratandose de mi negocio…

– Los negocios son los negocios. No te preocupes, llevo dinero.

– Si no lleva hoy, ya me lo dara.

– He dicho que llevo dinero. Trae para ti tambien, queremos invitarte.

Se levanto, pero en aquel momento llamaron a la puerta. Nunca se estaba tranquilo en ese pais. Vio de refilon que eran tres hombres. No los dejo entrar. Le hablaban en voz baja y tono urgente. El les dio unas indicaciones precisas y firmes, les hizo un gesto con la cabeza y los hombres se fueron. Luego desaparecio y regreso con varios sobrecitos en la mano.

– De la mejor calidad, eso ustedes ya lo saben.

Susy esnifo de modo maquinal. Paula absorbio el polvo como absorbe su ultimo aire un ser agonizante. Penso que Dios existia. Ahora ella estaba iluminada y sabia lo que tenia que hacer. Se acerco al guia mexicano cabron puerco demonio hijo puta y le desabrocho el cinturon. Al principio, el reacciono instintivamente parandole la mano con violencia, pero Paula lo miro fijamente a los ojos y por fin el se dejo hacer. Lentamente fue tironeandole los pantalones hacia abajo. De pronto, el mexicano la cogio con brusquedad, le tiro del jersey, se lo quito. Ella empezo a hurgarle en los botones de la camisa. Se estaban desnudando el uno al otro como en una pelea encarnizada. Ahora se habian quedado desnudos, en el suelo. Susy miro en silencio. El mexicano estaba lamiendo despacio el sexo de Paula. Esta llamo con voz ronca, vacilante:

– Ven, Susy, ven aqui.

Susy se desnudo. No podia quitar los ojos de ellos, estaba hipnotizada. El mexicano tenia la piel morena, sin vello. Se acerco. Paula le dijo:

– Tocalo, tocalo a fondo.

Susy se arrodillo y le acaricio al mexicano la espalda suave. El no se volvio siquiera. Paula se impaciento.

– Asi, no. Metele los dedos, meteselos.

Susy, como una zombi, nego con la cabeza mirando el trasero pequeno y musculado del hombre.

– No, no puedo.

Paula se incorporo, tiro del pelo del mexicano hacia atras, lo aparto de su vulva. Empujo a Susy para que ocupara su lugar. El hombre no rechazo ese cambio, abrio el sexo de Susy con las manos y lo recorrio de arriba abajo, moviendo la lengua lentamente. Susy empezo inmediatamente a gemir. El no, ni Paula, ambos estaban callados. Paula se aplico a hacer lo que antes habia ordenado. Se chupo dos dedos y los deslizo dentro del hombre. El se estremecio pero continuo su labor con la lengua, con los carnosos labios. Su respiracion se volvio lenta, fatigosa. Se incorporo y busco con prisa el centro de Susy, la penetro. Paula habia ido tras el, no lo solto, no dejo de trabajar su ano ritmicamente. Dijo entre susurros:

– Grita un poco, muchacho, grita.

De la boca del mexicano no salio ni un sonido. Paula elevo la voz, lo sodomizo con gran violencia:

– ?Grita, grita, cabron!

Entonces si, entonces el se arqueo como un gato y subio por su garganta el sonido de un animal, el grito de una fiera antes de morir. Susy solto un gemido, Paula se aparto, se recosto de lado adoptando una postura fetal en la que permanecio quieta, sudando.

Los hombres volvieron a la colonia al caer la tarde, como todos los viernes. Manuela esperaba con impaciencia, y en cuanto oyo un ruido en el jardin salio a abrir. Ni siquiera le dio un beso de bienvenida a su esposo. Solo le tiro de la mano y lo condujo con prisas al salon.

– Sientate -le ordeno con tono apremiante-. Espero que estes tranquilo y sin tensiones, porque te aseguro que vas a oir algo gordo.

Adolfo cerro los ojos un momento, presa de un cansancio mortal. Su mujer ya se habia enterado, naturalmente; si en algun momento habia albergado la esperanza de que no fuera asi, demostraba estar loco. No se mantiene en secreto una cosa semejante, y menos en un coto cerrado como el de la colonia. Se preparo para recibir el chaparron con el que sin ninguna duda iban a obsequiarle.

– ?Recuerdas la reunion que convoque el otro dia, aquella en la que debian surgir ideas para la fiesta de la ONG? Bueno, pues sucedio algo impensable: Paula acuso a Victoria publicamente de haberle robado a su marido y ella no lo nego.

Hizo una pausa, esperando la reaccion sorprendida o escandalizada de Adolfo, pero este se limito a pasarse la mano por la cara con bastante parsimonia. Al fin dijo desmayadamente:

– Si, me lo imagino.

– ?Como que te lo imaginas? ?Lo sabias ya?

– Santiago deja la obra y vuelve a Espana.

– ?Con ella?

– Si, con ella. ?Que hay para cenar?

– Vamos a ver, Adolfo, ?es una broma? Estan sucediendo cosas terribles, tu las sabes y no me las cuentas, y ahora, cuando por fin abres la boca, se te ocurre preguntar por la cena.

– ?Y que quieres que haga?

– No se, por lo menos comentar conmigo los acontecimientos. Ademas, deberias hacer algo. Tu eres el ingeniero jefe y en cierto modo todo el mundo esta bajo tu responsabilidad.

– Repito la pregunta: ?que quieres que haga?

– ?Algo! Aqui se han disparado las habladurias y han ido incrementandose durante toda la semana. Las esposas estan inquietas, se ha alterado el clima de armonia general.

– Si todas os ocuparais de vuestros asuntos no sucederia eso.

– ?Bonita respuesta! No vivimos en una gran ciudad, sino en una pequena comunidad donde todos nos conocemos. Es inevitable que la gente este trastornada y revuelta. Esos dos deberian haber pensado que estaban haciendo antes de embarcarse en una historia semejante.

– Esos dos, como tu dices, se han enamorado.

– De modo que te parece bien.

– ?A ti te parece mal?

– A mi en estas circunstancias me parece que cometen una grave falta de respeto hacia sus parejas, incluso tambien hacia el resto de los residentes. ?Incluso frente a si mismos! Si se han enamorado, que se aguanten y esperen hasta que la obra acabe o que se den cuenta de que se puede luchar contra ese tipo de sentimientos cuando uno esta casado y tiene algo que perder.

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