traducciones del conde, que lo traduzcan sus esbirros. Me dedicare a las obras de creacion: novelas maravillosas, narraciones cortas llenas de inspiracion. ?Incluso poemas! Mi vida cobrara sentido.

– Y seguro que tambien encontraras un nuevo amor.

– ?Exacto!, y si lo encuentro, en vez de llevarlo a la oficina de objetos perdidos, lo usare yo misma a mi entera satisfaccion.

Susy rio, divertida, y la miro con ojos de admiracion.

– ?Eres increible, Paula, nunca pierdes tu sentido del humor, ese humor tuyo tan caustico y terrible!

– ?Por que habria de estar triste? He perdido un marido que ya estaba en desuso. Eso no me parece tan tragico.

– Lo que nunca entendere es por que no lo abandonaste tu antes a el.

– Veras, creo que tengo un sentido de la vida profundamente ecologico. Si dejaba a Santiago por las buenas, se corria el riesgo de que nadie lo aprovechara en mi lugar. ?Y como permitirme despilfarrar de esa manera los bienes naturales? Por el contrario, ahora puedo estar muy segura de que alguien ha recogido el despojo y dara buena cuenta de el.

Susy reia como una loca, cada vez mas excitada y feliz. Habian estado caminando en direccion a la cantina donde el guia las llevo. Paula se paro frente a la puerta. Susy torcio el gesto al darse cuenta del lugar al que habian llegado.

– ?De verdad te conviene beber?

– Voy a beber, Susy, de modo que tienes dos opciones: o entras y bebes conmigo, o te vas. Comprendelo, amable companera, lo que me convenga queda hoy sometido a lo que me apetece hacer. Lo entiendes, ?verdad?

– Bebere contigo.

– Queda claro que esa ha sido tu eleccion, yo en ningun momento te he pedido que me acompanases.

– Ya lo se, no seas solemne.

El interior de la cantina se mantenia en la misma penumbra deprimente que de costumbre. Fueron observadas de reojo por el patron y los cinco o seis clientes que bebian y jugaban a las cartas. Paula pidio tequila y se sentaron a la mesa mas aislada.

– Brindemos por mi nueva vida, Susy, para que el futuro que me espera sea esplendoroso.

– ?Por tu futuro!

Paula agoto el vasito de un solo trago. Miro a su companera y se sirvio de nuevo.

– Hay algo que no entiendo, Paula, ?te enfadaras si te lo pregunto?

– Adelante, hoy es tu dia de suerte.

– ?Por que le dijiste aquello a Victoria delante de todo el mundo?

– Por varias razones. En primer lugar, porque me jode la hipocresia. Luego, por puro sentido de lo teatral, no me niegues que quedo bien. Y tambien porque todo el mundo debe sufrir un poco por conseguir aquello que ansia, y esa chica lo ha tenido demasiado facil.

– ?Como puedes saberlo?

– Parece evidente que mi marido debio de declararle su amor nada mas conocerla. Dudo mucho que lo pensara dos veces. En realidad, lo unico que el desea es librarse de mi y es demasiado cobarde para hacerlo solo.

– ?Tan mala has sido para el?

– Para el y para cualquier otro. Soy veneno puro.

– A mi no me lo pareces. Creo que eres especial y que se necesita a alguien tambien especial para comprenderte.

– A los americanos os gusta mucho eso. Ser especial, alguien especial y distinto de los otros.

– ?De verdad sabes que vas a hacer con tu vida, Paula?

Paula bebio su tercer tequila y se quedo mirando a su companera con una sonrisa enigmatica. ?Era el momento de mandarla al infierno, de atacarla con algunas frases desagradables que la hicieran llorar? No, no, calma, acababa de entrar en la cantina una persona que cambiaria el signo de la noche. Alli estaba el guia mexicano, siempre oportuno, siempre como caido del cielo, aquel hijo puta mexicano corazon de perro que solia hacer las delicias de las damas. No cabia duda de que alguien se encargaba de avisarlo en cuanto ellas entraban en aquella cantina. Lo saludo con la mano y el correspondio, luego se quedo bebiendo en la barra.

– ?Has visto a ese?, siempre esta por aqui. Yo creo que alguien le da un toque en cuanto llegamos. Le interesamos, Susan, le gustamos. Y tu preguntandome por mi futuro. Ya ves cual es nuestro futuro, el de ambas: los hombres se rinden a nuestros pies sin que ni siquiera nos demos cuenta. Voy a invitarlo a sentarse con nosotras. ?Te apetece?

– A lo mejor hasta es divertido.

– No digas mas.

Paula se levanto y fue hasta donde estaba el mexicano.

– Nos preguntabamos si podrias tomar una copa en nuestra mesa. Por supuesto, si no tienes nada urgente que hacer…

– Con mucho gusto, senoras, sera un placer para mi.

La mirada sardonica del diablo seguia estando en sus ojos. Perfecto, penso Paula, aquel semental de gusanos era un individuo amable y caballeroso. Alguna vez las generaciones venideras dirian que lo habian conocido exhibiendo el mismo orgullo que si se tratara de Pancho Villa. Y todo gracias a ellas, pequenas agentes del destino.

Se quito el sombrero y tomo asiento.

– Veo que esta cantina que les mostre les gusto finalmente, senoras.

– Hemos venido para celebrar un acontecimiento muy importante en mi vida.

El guia no pregunto. Se limito a sonreir y dijo:

– Muy bien, pues estoy muy feliz de poder acompanarlas.

Estaba feliz, estaba pletorico. ?Menudo cabron!, penso Paula, todo el vicio y el delito de aquella amable comunidad debia de pasar a traves de sus manos. Drogas, prostitucion… ?peleas de gallos?, cualquier cosa. Contaba sin duda con una red perfectamente organizada que lo ponia sobre aviso cuando llegaba la ocasion de actuar, del mismo modo que lo alertaba cuando ellas entraban en la cantina. ?Las consideraria como a dientas potenciales o solo seguia jugando a aquel reto de miradas que surgio en cuanto se conocieron? Lo observo detenidamente: el pelo negro, brillante, la piel densa y morena, sin una sola imperfeccion, los ojos pequenos e inexpresivos. Los hombres. Se habia equivocado en su eleccion. Nunca deberia haber escogido a un hombre para que le aportara estabilidad: economica, social, emocional. Para escribir algo que realmente valiera la pena uno debia estar dispuesto a echar la propia vida por el vater. Deberia haberse casado con el guia, el ultimo varon sobre la tierra. La literatura no exigia una consagracion de sacerdotisa virgen, sino lo mas tirado, lo peor. Nada de elevados sacrificios ni preces, nada de pureza servil. Aquel tipo, aquel era el que deberia haber escogido. Alguien junto a quien no se pudiera vivir y del que nunca se esperara nada. Pero para eso hacia falta valor, el valor que no habia tenido jamas. Observo a Susy frente a ella, picoteando en el licor como un pajaro en una gota de agua. Susy no tenia la mas leve idea de como era la vida, era como un gatito muerto. Pasaria los anos quieta como un gatito muerto. Al menos ella habia tenido algun atisbo, alguna intuicion reveladora. Habia fracasado a conciencia, con cierto conocimiento de causa, sabiendo a cada instante que iba hacia la nada. Habia nacido como una hermosa pantera, llena de potencia, y moriria como una puta gata callejera, junto a un cubo de basura en un rincon. Todos somos gatos en la noche. Vio como el gatito muerto hablaba con el gran cabron mexicano, pero no sabia que decian. El gran cabron pidio otra botella de tequila porque le daba mucho gusto invitarlas. «Esperate un poco -penso-, esperate, gran cabron, y yo te ensenare lo que da gusto de verdad.» El gatito muerto no tardaria en contarle sus problemas al gran cabron: la horrible madre, el casto esposo que no la tomaba en serio, lo sola y triste que se encontraba. El gran cabron haria una interpretacion profunda «a la mexicana»: puta gringa demasiado cargada de alcohol. Pensaria que los gringos y los gachupines, mejor todos muertos, y sus mujeres desnudas, expuestas a la publica verguenza, recociendose al sol con los sexos abiertos de par en par.

Ella se encontraba bien. Podria incluso decir que se encontraba en el punto optimo, porque gracias a la bebida habia perdido los contornos de la realidad, pero seguia distinguiendo sus volumenes. Por el contrario, Susy parecia empezar a notar los efectos mas devastadores del alcohol. La oyo vacilar a cada palabra, de repente solto alguna frase en ingles, cosa que no solia hacer nunca, se le cerraron los ojos, sonrio sin expresion. De pronto se

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