– ?Y despues te portaras bien?

– Desde luego. Esto lo tomo como una especie de vacaciones previas al matrimonio. Porque yo nunca he sido un juerguista, no vaya usted a pensar. En Espana lo maximo que hacia era tomar una copa muy de tarde en tarde con los amigos. Debe de ser este pais, que pone la sangre caliente.

Vio como su interlocutor se quedaba callado, mirando fijamente el interior de la jarra como si fuera una bola de cristal que fuera a revelarle el futuro. Entonces se levanto y se dirigio a la mesa donde estaban sus colegas. Una vez alli, se planto ante Santiago y se quedo mirandolo sin pronunciar palabra. Santiago se puso en pie y, en ese momento, sin un solo grito, sin una sola emision de voz, recibio un tremendo punetazo en la cara que estuvo a punto de derribarlo. Hubo un estremecimiento general y los clientes de El Cielito fijaron la vista en la escena. Dario, paralizado por lo que acababa de presenciar, se quedo inmovil en la barra, con los ojos redondos e inexpresivos como dos relojes. Desde alli contemplo como Adolfo y Henry se levantaban inmediatamente y sujetaban a Ramon, aunque este no hizo ademan de intentar nuevas agresiones. Santiago se limpio la boca, y en un tono de voz tranquilo se dirigio a Ramon:

– Por favor, escuchame, te ruego que hablemos.

Estas palabras tuvieron la facultad de volver a excitar al receptor, que intento abalanzarse sobre Santiago, pero fue sujetado por Henry y Adolfo. Este se volvio hacia Dario con cara furiosa y le hizo una sena energica para que acudiera. El joven lo hizo, pero Ramon estaba cada vez menos combativo y no fue necesaria una tercera persona para inmovilizarlo. Entonces, el jefe, intentando que su voz sonara imperativa pero no se oyera demasiado en el local, resoplo:

– Senores, ya es suficiente. No quiero ni un gesto mas. Esto se ha acabado. Y si teneis que hablar ya lo hareis otro dia y en otro lugar. Ahora nos vamos.

Sujetando aun a Ramon, Henry y el comenzaron a caminar hacia la salida, pero era un simple acompanamiento porque ya no forcejeaba para soltarse. Adolfo le dijo a Santiago en voz baja:

– No tardes menos de una hora en volver al campamento.

Este asintio, recogio una de las sillas, caidas durante la confusion del momento, volvio a sentarse y miro a Dario, que seguia perplejo.

– ?Te importa traerme una cerveza, Dario? O mejor trae dos y te sientas un rato conmigo.

Tenia sangre en el labio. Dario se lo hizo notar con un leve gesto. Los clientes mexicanos, que habian dejado cualquier actividad para observar que sucedia, reemprendieron sus partidas de cartas, sus charlas y sus tragos sin el menor signo de haber sido interrumpidos. Dario fue a la barra, y Rosita, mientras le servia las cervezas, le pregunto en un susurro:

– ?Que ha sido todo ese alboroto, mi amor?

– Nada -respondio el-. Un malentendido entre espanoles.

– Jesus!, ?eso fue un malentendido? ?Y que hacen ustedes cuando nomas se pelean? ?Para que luego se diga que los mexicanos somos arrebatados!

Henry y Adolfo dejaron a Ramon en su dormitorio del campamento. Lo ayudaron a tumbarse en la cama. Probablemente se mostraba mas borracho de lo que en realidad estaba porque se sentia avergonzado por su proceder en la cantina. Salieron y respiraron el aire fresco de la noche. Adolfo se limpio el sudor de la cara con un panuelo.

– ?Joder! -exclamo por lo bajo.

Luego se sintio en la obligacion de explicarle al americano algo de lo que estaba pasando.

– Veras, la historia es complicada y…

– No te esfuerces, conozco la historia.

– ?La conoces?

– Susy los vio besandose hace tiempo.

– ?Claro, naturalmente, ni al diablo se le ocurre liarse con la mujer de un companero en un lugar tan cerrado como este!

– Al parecer, tampoco estaba en sus planes llevarlo en secreto muchos dias.

– Si, ya lo se.

– Pero esta claro que deberian haber evitado todas estas complicaciones.

Adolfo miro a Henry e hizo un gesto vago con la cabeza. Guardo silencio mientras pensaba: «No se si es por ser americano o por ser joven, pero es evidente que este tio no sabe que el amor no se evita a voluntad del usuario.»

En seguida quedo probado que las sospechas de Manuela eran la pura realidad. De todas sus disponibilidades de ayuda, lo unico que parecia interesar a la cooperante de la ONG era la capacidad que tuviera para recaudar dinero. Lo demas: trabajo, organizacion o ideas, fue despreciado, ni siquiera contemplado por aquella ferrea mujer. Es mas, tuvo la desfachatez de soltarle que las intervenciones de tipo amateur estaban vetadas en su entidad, ya que lo habitual era que los voluntarios puntuales no hicieran mas que incordiar. Se quedo un tanto despagada ante tan desabrida contestacion, aunque la hubiera intuido ya. En fin, pues lo sentia en el alma, pero limitarse a hacer una colecta economica entre las familias de la colonia quedaba descartado. ?Que gracia tenia una cosa asi? Ella queria que la gente del grupo se sintiera participe de un bien social en aquel pais de acogida. Pero recolectar dinero no era un empeno muy elaborado. Ademas, no podia obligar a las familias a que soltaran la pasta sin mas. Muchos de los residentes estaban ahorrando, por eso habian aceptado aquel trabajo en el extranjero, para hacerse con unos ingresos mayores que en Espana. No eran potentados. De modo que pegarles un sablazo en nombre de la caridad le parecia excesivo. Algunos se verian obligados a participar por ser ella quien lo organizaba. No, se haria a su manera, montaria una gran fiesta benefica en la que los asistentes comprarian una entrada simbolica. Ademas, las instituciones tambien se unirian al evento aflojando la mosca a voluntad. El consulado espanol en Oaxaca, la empresa constructora, el banco local con el que trabajaban… La cooperante se quedo un momento pensando en esa posibilidad. Luego saco lapiz y papel y se puso a hacer numeros sin el menor recato.

– Puede ser -afirmo-. Si logramos alcanzar esta cantidad que le escribo aqui, la fiesta podria llegar a ser rentable.

– Habra que organizado bien, sacar invitados hasta de debajo de las piedras. Yo creo que haciendo las cosas con un poco de inteligencia… Dejame que hable con todas las esposas de la colonia para ver que ideas pueden aportar. Haremos una brainstorm y veremos que sale de ahi.

– De acuerdo, Manuela, tengo que marcharme. Llameme cuando las cifras empiecen a cuadrarle.

Ni siquiera le habia dado las gracias. La observo mientras iba hacia la puerta. Tenia una figura decididamente hombruna. Al menos, las monjas misioneras presentaban un aspecto mucho mas encantador con sus habitos blancos y las angelicales tocas. Pero todos estos tipos de las ONG… en fin, se suponia que ese era el signo de los tiempos. Suspiro y fue a prepararse un te. Se encontraba cansada. ?Estaba perdiendo su sempiterna vitalidad? En verdad ya no era joven, y aunque aun demostraba buen animo, enfrentarse a una tarea complicada le hacia plantearse dudas sobre su resistencia. Antes nunca le sucedia eso, antes hubiera abordado los trabajos de Hercules sin pestanear. Pero cada vez su empuje decrecia, y se veia obligada a hacer verdaderos actos de voluntad. Y total, ?para que?, nadie parecia valorar sus desvelos. Sus hijos raramente la llamaban por telefono y la gente de la colonia habia acabado por considerar normales todas las tareas que ella ejercia con ahinco. Incluso Adolfo se habia acostumbrado a verla como un motor que no tenia por que dejar de funcionar. Pero las maquinas tambien son humanas, ?hasta los motores necesitan gasolina, que demonio!, y un engrasado periodico, y una limpieza general. Pero a ella se le exigia darlo todo de si misma y no desfallecer en ninguna ocasion. ?Que iba a hacer, sin embargo, quedarse en un rincon lamentando su mala fortuna? ?Ni hablar, eso no lo haria nunca! Habia conocido a demasiadas mujeres que lloriqueaban por las esquinas y se quejaban de todo. Una cosa debia tener clara: siempre habia sido consecuente consigo misma. Durante toda la vida habia creido cumplir con su obligacion, y la satisfaccion que le proporcionaba ese sentimiento habia sido suficiente hasta aquel momento para mantenerla en pie. Las cosas no tenian por que cambiar. Claro que un poco de reconocimiento ajeno no le hubiera venido mal… pero si nadie estaba dispuesto a darselo, tendria que seguir adelante sola.

Suspiro profundamente y apuro el ultimo sorbo de te. Bien, empezaria por comentarle a Dario el asunto de la reunion de mujeres. Necesitaba al muchacho para los detalles logisticos. Intentaria presentarle las cosas como si sus opiniones fueran de verdad cruciales para el proyecto. No se le ocurria otro modo de conseguir que aquel

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