cojones. Los tenia, sin duda, ya que se atrevia a desafiar el entramado social, se arriesgaba a quedarse sin trabajo, y demostraba que le importaba poco el que diran. Su actitud resultaba mas meritoria que criticable. Un par de cojones, si, senor, esa era la expresion adecuada. Debia de ser muy fuerte lo que sentia. De pronto experimento cierto orgullo por haber sido el primero en enterarse de aquella historia, y ser en cierto modo complice de los amantes lo lleno de placer. No, el no era ningun carcamal que fuera a poner dificultades a aquellos chicos o a censurarlos. El hecho de ser el jefe no implicaba que tomara el habito de garante moral de sus hombres. Alla cada cual con su conciencia. Haria lo posible por ayudarlos, si bien tampoco podia significarse publicamente como un aliado incondicional. Y en cuanto a Victoria… ?quien lo hubiera dicho!, una chica tan discreta, tan poco llamativa en ningun aspecto. ?Como se las apanaria para contarselo a sus hijos? De eso si estaba bien seguro de que Manuela no hubiera sido capaz. Su esposa nunca hubiera dejado a sus hijos para largarse con otro. La perspectiva de hacer algo asi hubiera sido suficiente para hacerla desistir de cualquier amor infiel. Bien pensado, aquello no era muy halagador para el, ?y si de verdad Manuela se habia enamorado alguna vez de otro y habia renunciado por sus hijos? Y el, sin enterarse, por supuesto. ?Pues vaya plan! Pero ?que tonterias se le ocurrian? Si continuaba pensando en todas aquellas cosas, acabaria hecho un lio, y en aquellos momentos era imprescindible la claridad mental.

?Se lo contaria a Manuela cuando llegara a casa? Acabaria contandoselo, por supuesto, pero aquella noche no, aquella noche queria compartir el secreto con los amantes. De ese modo, tenia la sensacion de estar haciendo algo prohibido y agradable, como si fuera el mismo quien estuviera a punto de fugarse e iniciar un vuelo sin control.

Tal y como ella esperaba, Ramon volvio. Eran las siete de la manana del domingo cuando oyo abrirse la puerta de la calle, cerrarse despues. Ramon entro en el dormitorio donde ella yacia sobre la cama, vestida aun.

– ?No has dormido? -le pregunto.

– A ratos.

– Voy a preparar cafe. Si te parece, bajas a desayunar y charlamos un rato.

– En seguida voy.

Se lavo la cara con abundante agua. Hubiera querido ducharse, pero no le parecio pertinente hacerlo esperar. Se miro en el espejo del lavabo y no se reconocio. La sorprendio la decision de su mirada, que se imponia sobre los estragos del cansancio.

En la claridad de la cocina pudo comprobar que Ramon tambien estaba palido y ojeroso. Lo miro mientras el se afanaba con los preparativos del desayuno y sintio una tristeza infinita. ?Por que, por que era necesario hacerlo sufrir? Su esposo puso todo cuanto habia preparado sobre la mesa y se sento frente a ella.

– Bien cargado, como siempre, ?verdad?

– Si -musito Victoria con miedo de echarse a llorar.

El empezo a hablar con una inesperada animacion.

– Bueno, querida, creo que, en primer lugar, te debo una disculpa. Mi reaccion y mi salida de ayer fueron… impresentables, ?para que nos vamos a enganar?

Ella deseo con fuerza que no siguiera con aquel tono conciliador, tan impostado. Quiso que todo pasara pronto. Se imagino a si misma junto a Santiago, los dos muy lejos de alli. Ramon continuo:

– Ademas, he estado toda la noche pensando y, en fin, Victoria, creo que llevas razon. He pasado mucho tiempo como levitando por encima de nuestra realidad, sin darme cuenta de que esa realidad es lo unico que vale. Me he dejado llevar por el trabajo, por la rutina, y se que soy un hombre que no destaca precisamente por su originalidad o por su animacion y…

Victoria intento atajarlo debilmente:

– Ramon, no digas eso, no se trata de…

– No, dejame acabar. Lo cierto es que soy un pasmarote de hombre, ?para que emplear otras palabras si estas se me ajustan bien? A veces no veo la necesidad de expresarme, de hablarte y decirte que… bueno, que todo esta bien, que te quiero con toda mi alma. Pues bueno, pues no se me ocurre abrir la boca, y, sin embargo, hay que hacerlo, hay que esforzarse por que la convivencia se renueve, para que sea incitadora, divertida.

Ella no pudo contenerse por mas tiempo y las lagrimas empezaron a rodarle por la cara, sigilosamente.

– Encima, ultimamente, todo esta peor si cabe. Esta obra de la presa es dificil, absorbente. Para colmo, vivimos toda la semana separados, y cuando yo vengo sigo pensando en los malditos problemas del trabajo. Y este pais… tan distinto de nuestras costumbres, tan hostil para los espanoles… Mira, ?sabes que he pensado?, que le pueden dar morcilla a la obra y a la madre de la obra. Voy a plantarme delante de Adolfo y a decirle que nos volvemos a Espana. Mi puesto en la empresa esta asegurado. De hecho, me dijeron que cuando me cansara podia volver. Bueno, pues ya me he cansado.

Se callo de pronto, la miro:

– ?Por que lloras, Victoria?

Negaba con la cabeza, sin que la congoja le permitiera articular palabra.

– ?Por que lloras asi? Contestame.

– Me voy a marchar, Ramon, me voy a marchar -dijo en voz muy baja.

El se levanto, se puso a su lado, le cogio la mano:

– Pero, Victoria, ?que haces tu con ese desconocido? Tu eres mi nina, ?no te das cuenta?, ?mi nina! Venga, secate los ojos y hagamos planes de futuro. ?De acuerdo?

Ella sintio de repente un ramalazo de rabia. Pero ?no se daba cuenta?, ?no comprendia que era inutil darle unos golpecitos en la espalda y prometerle que todo volveria a empezar? ?Es que no la tomaba en serio, no era capaz de advertir la magnitud de lo que ella sentia por otro hombre, de la gravedad de la situacion? Se desasio bruscamente y grito:

– ?No!

Ramon se aparto dos pasos, la miro con una frialdad llena de odio y dijo:

– Muy bien, tu te vas, pero yo voy a llamar inmediatamente a los chicos para decirles que su querida mama se larga con otro. Adios.

Desaparecio a toda velocidad. La embargo una enorme desesperacion. ?Que iba a hacer, correr al telefono en una enloquecida carrera por ser la primera? No, se quedo sentada, llorando sin consuelo. ?Aquello era todo lo que Ramon queria hablar con ella? ?Aquel era su unico analisis de la situacion? ?Y aquel cambio tan brusco de actitud! Estaba claro que no tenia mucha fe en su propia estrategia de un nuevo acercamiento. Empezo a secarse los ojos. Estaba desquiciado y, ademas, nunca llegaria a enterarse de por que habia fracasado su matrimonio. Se sono la nariz. Estaba segura de que cumpliria su amenaza de llamar a los chicos. Daba igual, ella les daria su version cuando llegara el momento. Poco a poco, la compasion que sentia hacia su marido fue disminuyendo. Se dio cuenta de que, a partir de entonces, su pasado en comun y los buenos momentos vividos contarian mucho menos. Comprendio que, dentro de muy poco tiempo, habrian pasado a ser adversarios.

Aquel lunes, tanto Adolfo como Henry tenian los nervios a flor de piel. A primera hora de la manana solia celebrarse una reunion en la que se planificaba el trabajo de la semana. Adolfo la desconvoco. Luego se pregunto si habia hecho bien. Quiza la sistematica de las reuniones, los temas estrictamente laborales, hubieran hecho el primer encuentro de Ramon y Santiago menos violento. Sin duda, ese momento dificil podia posponerse, pero tarde o temprano acabaria produciendose. Por tanto, era mejor escoger una ocasion propicia que dejarlo al azar. Claro que si se desentendia y permitia que se encontraran por su cuenta, se evitaba un trance desagradable. ?Por que tenia que apechugar el con eso? No se habia comprometido a ocuparse tambien de las puestas en escena psicologicas, sino solo de propiciar una distancia de los dos hombres en la obra.

La medida de suspender la reunion sin aviso previo ni explicacion alguna sorprendio a todos menos a Henry. El en seguida dedujo que su jefe ya habia sido informado de la historia, y no le cupo ninguna duda cuando comprobo en la distribucion de personal que Santiago habia sido situado en el tajo norte y Ramon en el sur. No era una organizacion habitual.

Ramon llego a la misma conclusion. Bien, de modo que Adolfo ya habia sido alertado y su decision consistia en no dar ocasion al escandalo. Una actitud conservadora y prudente, muy propia de su jefe. Pronto lo sabria todo el mundo, pero eso habia dejado de importarle. En un principio le horrorizo pensar en todos los comentarios que suscitaria el affaire, pero ya le daba lo mismo. La monotona vida del campamento y la

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