normalidad: trabajaria intensamente, como siempre lo hacia. La asistenta continuaria a cargo de la casa, de modo que no tenia que preocuparse por nada durante los fines de semana. El entorno de la colonia era muy agradable, contaba con amigos, seguiria practicando deportes y asistiendo de vez en cuando al club.
No era preciso alterar en nada su vida habitual. Perfecto.
Suponia que Paula no tardaria en marcharse. Mejor, verla deambulando por la colonia sin duda lo pondria nervioso. Era una mujer imprevisible, capaz de emborracharse un dia y soltarle algo impertinente delante de los demas.
Los cotilleos que pudieran haberse suscitado entre los habitantes de la colonia no le importaban demasiado. Nadie podia inventar nada malicioso o denigrante para el. Su actitud en aquel asunto habia sido clara y digna. Ademas, todos veian lo que habia pasado: un hombre con un matrimonio fracasado por culpa de una esposa alcoholica encuentra la ocasion de librarse de ella y la aprovecha, eso era todo. Y en cuanto a Victoria… una mujer sin mundo, que ha pasado los anos entre sus clases y su familia, se deja engatusar la primera vez que oye palabras de seduccion: la pasion, el gran amor… literatura barata. Un apano entre dos. A ver lo que duraba. Si alguien concebia otras versiones no queria saberlo, le daba igual. El que quisiera buscarlo ya sabia donde encontrarlo: en el mismo lugar de siempre, haciendo lo que siempre habia hecho. Los hombres integros de quienes nadie tiene nada que decir es asi como obran: cumplen con su obligacion y se mantienen en su puesto.
Acabada la vuelta de inspeccion que dio por su propia casa, penso en llamar a sus hijos. Descarto la idea, lo haria en otra ocasion, hoy queria disfrutar de su nueva paz. La tranquilidad le gustaba por encima de todas las cosas, pero a partir de ese momento aun la valoraria mas. Habia pasado por nervios, inquietudes e incertidumbres durante aquellos ultimos tiempos, de modo que poder reconducir su tiempo y llenarlo de orden y costumbres serenas le parecia un privilegio al que ya no renunciaria jamas.
Entro en el salon y puso un poco de musica clasica, a volumen moderado pero que le permitiera oir bien. Luego cogio varios fajos de informes para revisar que habia traido de la obra y los dejo sobre el sofa. Anadio los periodicos del dia y un libro para cuando hubiera concluido con todo lo anterior. Fue al mueble bar y se sirvio dos deditos de tequila. ?O quiza seria mejor no beber nada? Aunque los informes que debia revisar no ofrecian ninguna complicacion, podia ser mas oportuno mantenerse completamente sobrio. ?Tonterias!, poco podia influirle aquella minuscula cantidad de alcohol. Y queria pasar una velada relajada, con un vaso en la mano y una musica agradable flotando en el aire.
Se sento en la mullida superficie. Probo el tequila. Fuego reconfortante y sabroso, de la mejor calidad. Saco las gafas de su funda y se las calo. Empezo a leer, pero en seguida se interrumpio. Se quito las gafas, se puso la mano sobre los ojos y se echo a llorar.
Eran las dos de la manana y Manuela no habia regresado. Solo en casa, Adolfo empezo a preocuparse. El hecho de que hubieran tenido una bronca, quiza la mas agria de su vida conyugal, no le daba derecho a desaparecer sin dejar al menos un aviso. ?Donde demonio estaria? Lo mas probable era que, enfadada, hubiera decidido pasar la noche en casa de alguien de la colonia. Aunque era extrano que no se lo hubiera comunicado para que no se alarmara. No, seguro que no, en la colonia no estaba. «?Carajo! -exclamo para si-, ?maldita histerica!, a su edad, ya con nietos y montando numeritos adolescentes.» Y solo para que el se sintiera culpable, naturalmente. Claro que no deberia haberse hecho el duro esperando tanto tiempo sin ir a buscarla, pero en ningun momento penso que tuviera la flema de condenarlo a pasar toda la noche preocupado. Y ahora, a las dos de la manana, ?como iba a telefonear a nadie? ?Le habria ocurrido algo malo? Estaban en Mexico, no en Madrid, y encima los habian prevenido sobre el peligro de secuestros en los ultimos tiempos. Quiza no era mala idea llamar a la policia de San Miguel. Claro que despues de una bronca… esa debia de ser una situacion muy habitual: conyuges que llaman denunciando la desaparicion de sus parejas despues de haberse peleado. Podia hacer el ridiculo de la manera mas lamentable. ?Y si se habia quedado durmiendo en algun sofa del club? No, con toda seguridad, su mujer habria evitado todo lo que diera pabulo a los cotilleos. No, habia sufrido un percance, cada vez lo veia mas claro. Manuela estaba en dificultades y el permanecia de brazos cruzados y, encima, poniendola verde. Se sintio fatal. En un impulso poco meditado salio a dar una vuelta por la colonia.
Todo estaba en calma. Reinaba una absoluta oscuridad. Se dirigio al club. Parecia cerrado. Pues claro, ?como cono iba a estar a las dos de la manana? Se paseo por los jardines sin saber que buscaba. Sus reflexiones se repetian como en un eco: Mexico es un lugar peligroso, peligroso.
Descubrio que dentro de la casa de Susy y Henry habia luz. ?Y si su esposa se encontraba con ellos? No, imposible, eso era absurdo. Debian de estar leyendo o viendo television. En cualquier caso no dormian, de modo que no los molestaria si llamaba. No era su estilo pedir ayuda a nadie, pero tampoco solia angustiarse, y en ese momento la angustia lo tenia atrapado. Necesitaba hablar con alguien. Pero pulsar el timbre a aquellas horas se le antojaba muy agresivo y alarmante. Saco su movil y marco el numero de Henry.
– ?Adolfo!, ?que ocurre?
– Nada, no te asustes. Perdoname, se que es muy tarde, pero he visto que tenias luz y… bueno, seguramente es una tonteria, pero Manuela ha desaparecido y estoy un poco nervioso.
– ?Donde estas?
– Aqui, cerca de la fuente.
– Te abro.
– Ni hablar, no voy a entrar en tu casa a estas horas. Sal tu y charlamos un rato.
Inmediatamente vio llegar a Henry con su paso seguro de hombre joven y solo esa imagen ya logro tranquilizarlo. «Un hombre joven tranquiliza», penso, sintiendose viejo por primera vez en mucho tiempo.
– ?Adolfo, ?que pasa?!
– Lo siento, muchacho, sabes que para el trabajo no soy alarmista, pero, ?caray!, estoy nervioso. Mi mujer no aparece por ningun lado, ni da senales de vida. He empezado a preocuparme, la verdad.
– ?No contesta en su movil?
– Se empena en no llevar uno. Temo que le haya pasado algo grave.
– Tranquilizate. ?Has avisado a la policia de San Miguel?
– No me he atrevido. En realidad… bueno, solo falta desde esta tarde.
– ?Donde puede estar?
– No se. Habiamos discutido.
El americano se quedo mirandolo con perplejidad. Adolfo se sintio humillado, se enfurecio para sus adentros. Un hombre de su edad teniendo que contar estupidas intimidades a un chico veinte anos mas joven que el y del que, encima, era el jefe. ?Joder, en cuanto viera a Manuela le iba a soltar todo lo que pensaba! ?Ya estaba bien de convivencias respetuosas, de diplomacias conyugales y aplicacion de consejos eternos del tipo: «En el matrimonio hay que saber aguantar»! ?Ya estaba bien de mujeres hechas y derechas que se comportaban como ninas mimadas! En su caso especifico ese era el problema: habia mimado a su esposa hasta el limite, la habia preservado de la dureza del mundo mientras era el quien arrostraba el rigor y la fealdad. Pero, en fin, no podia permitirse el lujo de montar en colera frente a Henry, que aun lo miraba con cara de susto.
– Creo que voy a volver a casa y me metere en la cama. Es inutil ponerse nervioso. Supongo que en el transcurso de la noche aparecera, pero si manana por la manana no fuera asi, ire a la comisaria para dar parte. Tu vuelve tambien, Susy debe de estar preocupada.
– ?No, que va! Se ha encerrado en el dormitorio. Dice que no quiere verme. Lleva alli desde las nueve. No creo que piense abrir.
– ?Carajo!, ?que le pasa?, ?tambien habeis discutido?
– No exactamente. Pero es que Susy… en fin, aunque no lo parezca no es facil vivir con ella.
– ?Con ella? ?Ya me diras con que mujer lo es! Vente a mi casa, tomaremos un whisky. Llevate el telefono por si ella se despierta.
Se sentaron frente a frente en los sillones del salon. Adolfo trajo una botella de su mejor bourbon. Sirvio, sintiendo un cierto alivio al ver el color ambar del licor sobre el hielo.
– Algo ocurre, muchacho. ?En America es igual?
– ?A que te refieres?
– A toda esta cona del matrimonio, a esta crisis, en fin.
– Alli hace muchos anos que la gente se divorcia.
– Si, pero es como si lo de ahora fuera mas general. ?No hay mas que echar una mirada a la colonia!