ese largo trayecto lloro todas las lagrimas que guardaba en su organismo, sin dejar reserva para las tristezas posteriores. Una vez agotado el llanto cerro la boca, decidida a abrirla de ahi en adelante solo para responder lo indispensable. Llegaron a la capital varios dias despues y los frailes condujeron a las aterrorizadas muchachas al convento de las Hermanitas de la Caridad, donde una monja abrio la puerta de hierro con una llave de carcelero y las guio a un patio amplio y umbroso, rodeado de corredores, en cuyo centro se alzaba una fuente de azulejos pintados donde bebian palomas, tordos y colibries. Varias jovenes de uniforme gris, sentadas en rueda a la sombra, cosian forros de colchones con agujas curvas o tejian canastos de mimbre.
– En la oracion y el esfuerzo encontraran alivio para sus pecados. No he venido a curar a los sanos, sino a cuidar a los enfermos. Mas se alegra el pastor cuando encuentra la oveja descarriada, que ante todo su rebano congregado. Palabra de Dios, alabado sea su Santo Nombre, amen, o algo por el estilo recito la monja con las manos ocultas bajo los pliegues del habito.
Consuelo no entendio el significado de aquella perorata ni le presto atencion, porque estaba extenuada y la sensacion de encierro la abrumaba. Nunca habia estado entre murallas y al mirar hacia arriba y ver el cielo reducido a un cuadrilatero, creyo que moriria asfixiada. Cuando la separaron de sus companeras de viaje y la llevaron a la oficina de la Madre Superiora, no imagino que la causa era su piel y sus ojos claros. Las Hermanitas no habian recibido en muchos anos a una criatura como ella, solo ninas de razas mezcladas provenientes de los barrios mas pobres o indias traidas por los misioneros a viva fuerza.
– ?Quienes son tus padres?
– No se.
– ?Cuando naciste?
– El ano del cometa.
Ya entonces Consuelo suplia con giros poeticos lo que le faltaba en informacion. Desde que oyo mencionar por primera vez al cometa, decidio adoptarlo como fecha de nacimiento. Durante su infancia alguien le conto que en aquella oportunidad el mundo espero el prodigio celeste con terror. Se suponia que surgiria como un dragon de fuego y que al entrar en contacto con la atmosfera terrestre, su cola envolveria al planeta en gases venenosos y un calor de lava fundida acabaria con toda forma de vida. Algunas personas se suicidaron para no morir chamuscadas, otras prefirieron aturdirse en comilonas, borracheras y fornicaciones de ultima hora. Hasta el Benefactor se impresiono al ver el cielo tornarse verde y enterarse de que bajo la influencia del cometa el pelo de los mulatos se desrizaba y el de los chinos se encrespaba y mando soltar a algunos opositores, presos desde hacia tanto tiempo, que para entonces ya habian olvidado la luz natural, aunque algunos conservaban intacto el germen de la rebelion y estaban dispuestos a legarlo a las generaciones futuras. A Consuelo la sedujo la idea de nacer en medio de tanto espanto, a pesar del rumor de que todos los recien nacidos de ese momento fueron horrorosos y siguieron siendolo anos despues que el cometa se perdio de vista como una bola de hielo y polvo sideral.
– Lo primero sera acabar con este rabo de Satanas, decidio la Madre Superiora, pesando a dos manos aquella trenza de cobre brunido que colgaba a la espalda de la nueva interna. Dio orden de cortar la melena y lavarle la cabeza con una mezcla de lejia y Aureolina Onirem para liquidar los piojos y atenuar la insolencia del color, con lo cual se le cayo la mitad del pelo y el resto adquirio un tono arcilloso, mas adecuado al temperamento y a los fines de la institucion religiosa, que el manto flamigero original.
En ese lugar Consuelo paso tres anos con frio en el cuerpo y en el alma, taimada y solitaria, sin creer que el sol escualido del patio fuera el mismo que sancochaba la selva donde habia dejado su hogar. Alli no entraba el alboroto profano ni la prosperidad nacional, iniciada cuando alguien cavo un pozo y en vez de agua salto un chorro negro, espeso y fetido como porqueria de dinosaurio. La patria estaba sentada en un mar de petroleo. Eso despabilo un poco la modorra de la dictadura, pues aumento tanto la fortuna del tirano y sus familiares que algo rebaso para los demas. En las ciudades se vieron algunos adelantos y en los campos petroleros, el contacto con los fornidos capataces venidos del norte remecio las viejas tradiciones y una brisa de modernismo levanto las faldas de las mujeres, pero en el convento de las Hermanitas de la Caridad nada de eso importaba. La vida comenzaba a las cuatro de la madrugada con las primeras oraciones; el dia transcurria en un orden inmutable y terminaba con las campanas de las seis, hora del acto de contricion para limpiar el espiritu y prepararse para la eventualidad de la muerte, ya que la noche podia ser un viaje sin retorno. Largos silencios, corredores de baldosas enceradas, olor a incienso y azucenas, susurro de plegarias, bancos de madera oscura, blancas paredes sin adornos. Dios era una presencia totalitaria. Aparte de las monjas y un par de sirvientes, en el vasto edificio de adobe y tejas vivian solo dieciseis muchachas, la mayoria huerfanas o abandonadas, que aprendian a usar zapatos, comer con tenedor y dominar algunos oficios domesticos elementales, para que mas tarde se emplearan en humildes labores de servicio, pues no se suponia que tuvieran capacidad para otra cosa. Su aspecto distinguia a Consuelo entre las demas y las monjas, convencidas de que aquello no era casual sino mas bien un signo de buena voluntad divina, se esmeraron en cultivar su fe en la esperanza de que decidiera tomar los habitos y servir a la Iglesia, pero todos sus esfuerzos se estrellaron contra el rechazo instintivo de la chiquilla. Ella lo intento con buena disposicion pero nunca logro aceptar ese dios tiranico que le predicaban las religiosas, preferia una deidad mas alegre, maternal y compasiva.
– Esa es la Santisima Virgen Maria, le explicaron.
– ?Ella es Dios?
– No, es la madre de Dios.
– Si pero ?quien manda mas en el cielo, Dios o su mama?
– Calla, insensata, calla y reza. Pidele al Senor que te ilumine, le aconsejaban.
Consuelo se sentaba en la capilla a mirar el altar coronado por un Cristo de realismo aterrador y trataba de recitar el rosario pero muy pronto se perdia en aventuras interminables donde los recuerdos de la selva alternaban con los personajes de la Historia Sagrada, cada uno con su cargamento de pasiones, venganzas, martirios y milagros. Todo lo tragaba con avidez, las palabras rituales de la misa, los sermones de los domingos, las lecturas pias, los ruidos de la noche, el viento entre las columnas del corredor, la expresion bobalicona de los santos y anacoretas en sus nichos de la iglesia. Aprendio a permanecer quieta y guardo su desmesurado caudal de fabulas como un tesoro discreto hasta que yo le di la oportunidad de desatar ese torrente de palabras que llevaba consigo.
Tanto tiempo pasaba Consuelo inmovil en la capilla, con las manos juntas y una placidez de rumiante, que se rego el rumor en el convento de que estaba bendita y tenia visiones celestiales; pero la Madre Superiora, una catalana practica y menos inclinada a creer en milagros que las otras monjas de la congregacion, se dio cuenta de que no se trataba de santidad, sino mas bien de una distraccion incurable. Como la muchacha tampoco demostraba entusiasmo alguno por coser colchones, fabricar hostias o tejer cestos, considero terminada su formacion y la coloco para servir en la casa de un medico extranjero, el Profesor Jones. La llevo de la mano hasta una mansion que se alzaba algo decrepita, pero aun esplendida en su arquitectura francesa, en los limites de la ciudad, al pie de un cerro que ahora las autoridades convirtieron en Parque Nacional. La primera impresion que tuvo Consuelo de aquel hombre la afecto tanto, que paso meses sin perderle el miedo. Lo vio entrar a la sala con un delantal de carnicero y un extrano instrumento metalico en la mano, no las saludo, despacho a la monja con cuatro frases incomprensibles y a ella la mando con un grunido a la cocina sin dedicarle ni una mirada, demasiado ocupado con sus proyectos. Ella, en cambio, lo observo con detencion, porque nunca habia visto a un sujeto tan amenazante, pero no pudo dejar de advertir que era hermoso como una estampa de Jesus, todo de oro, con la misma barba rubia de principe y los ojos de un color imposible.
El unico patron que habria de tener Consuelo en su vida paso anos perfeccionando un sistema para conservar a los muertos, cuyo secreto se llevo finalmente a la tumba, para alivio de la humanidad. Tambien trabajaba en una cura para el cancer, pues observo que esta enfermedad es poco frecuente en las zonas infectadas de paludismo y dedujo naturalmente que podia mejorar a las victimas de ese mal exponiendolas a las picaduras de los mosquitos de los pantanos. Con la misma logica, experimentaba dando golpes en la cabeza a los tontos de nacimiento o de vocacion, porque leyo en la Gaceta del Galeno que debido a un traumatismo cerebral, una persona se transformo en genio. Era un antisocialista decidido. Calculo que si se repartieran las riquezas del mundo, a cada habitante del planeta le corresponderia menos de treinta y cinco centavos, por lo tanto las revoluciones eran inutiles. Lucia un aspecto saludable y fuerte, sufria de constante mal humor y poseia los conocimientos de un sabio y las manas de un sacristan. Su formula para embalsamar era de una sencillez admirable, como lo son casi todos los grandes inventos. Nada de sustraer las visceras, vaciar el craneo, zambullir