modos, lo toco para cerciorarse de que seguia ahi, porque ya no estaba segura de lo que hacia, y es que cuando se esta cansado se dice con razon que es mejor no intentar solucionar nada.
Bajo la ventanilla y sintio una maravillosa brisa entrandole en los pulmones, como si hasta ahora mismo hubiera respirado a medio gas. Los ojos se le estaban acostumbrando a la oscuridad con rapidez. No creia que el complejo se encontrara mas adelante, no tenia la sensacion de haber conducido tanto. Asi que daria la vuelta y regresaria observando las sombras del lado contrario muy cuidadosamente y la intuicion le diria por que pasadizo meterse. En el trato con los clientes del hotel se dejaba llevar por la intuicion. Felix no estaba de acuerdo, opinaba que las evidencias y los datos eran los unicos que contaban para llegar a conocer a alguien, para tomar una decision y para no equivocarse mas de la cuenta. Siempre decia que la gente que se decepciona se basa demasiado en las apariencias. Lo que pasaba era que a Julia no le daba tiempo a decepcionarse con los clientes porque, salvo los habituales, iban y venian a una velocidad de vertigo. Solo tenia que preocuparse por si alguien pensaba largarse sin pagar o montar una bronca y para eso no habia ni que pensar. Asi que no podia estar segura de nada de lo que creia saber sobre la gente y la vida porque no estaba acostumbrada a basarse en datos. Admiraba la objetividad que regia los juicios de Felix aunque a veces le irritase y le pareciese que el y ella vivian en dos mundos distintos, uno con bases solidas y otro con pies de barro. Probablemente Felix nunca se volveria loco. Claro, ?y si ella habia sufrido de repente algun trastorno mental? ?Y si habia perdido la nocion del espacio y el tiempo? Podria estar pasandole algo asi y no ser consciente de ello y por eso seria incapaz de volver al que ahora era su hogar, el apartamento. El caso era que estuviera o no en sus cabales no se le ocurria ninguna estrategia que diera un vuelco a la situacion. La noche iba moviendose del azul oscuro al negro segun se hacia mas y mas profunda. Cerro los ojos y trato de dejar la mente en blanco con la esperanza de que su misterioso mecanismo empezase a funcionar correctamente.
Llevaba asi unos dos o tres minutos cuando noto que una mano fria le pasaba por el pelo y por la espalda. Aunque no era nada del otro mundo, porque a estas horas el aire venia cargado de pequenas corrientes calientes y frescas, cerro la ventanilla con aprension y giro la llave de arranque. El contacto de aquella mano le habia parecido tan humano que no le cabia duda de que estaba sacando las cosas de quicio.
A los tres cuartos de hora desistio de seguir buscando. Pero ?que mierda le pasaba? ?Como podia estar tan torpe y tan ciega? Su marido y su hijo la estaban esperando y ella se dedicaba a ir arriba y abajo cada vez mas lentamente, como si las ruedas se pegaran al asfalto, buscando unos apartamentos que habian desaparecido de la faz de la tierra. Habia caido en un circulo vicioso y cuantas mas vueltas diera, mas se desorientaria y mas se ofuscaria y mas se desesperaria. No conseguia ver nada aparte de los mismos caminos una y otra vez, los mismos arboles, las mismas pequenas luces en fachadas oscurecidas. Lo unico que le quedaba era encontrar un telefono.
Decidio dirigirse al lugar mas iluminado y concurrido de la zona, La Felicidad, donde habian orientado a Felix la vez anterior sobre Las Adelfas y en cuyos alrededores posiblemente habria alguna cabina. A estas horas el accidente habia pasado a la historia, ya no se oia nada de nada, lo que hubiese ocurrido se lo habia tragado esta carretera. Y el bolso tambien se lo habia tragado la carretera. Odio al hijo de puta que se lo habia robado.
Le costo lo suyo aparcar. Ni que fuese la unica discoteca de Las Marinas. Todos los que entraban y salian llevaban encima las huellas de muchas horas de playa. A ellas el sol les habia aclarado tanto el pelo que hasta las morenas parecian rubias. Lucian espaldas y hombros al aire y sandalias de tacon, que las elevaban a las alturas. Dio una vuelta por los alrededores buscando la dichosa cabina, pero no vio ninguna. Nadie que no fuese ella necesitaba una cabina. La gente tenia su vida en orden, los documentos, el movil, el apartamento, la familia si es que tenia familia, incluso su diversion estaba en orden. Del interior del local se escapaban rafagas de musica y de luz azulada que se estrellaban en la ancha espalda del portero. Precisamente el portero echo una ojeada a sus viejas Adidas, y Julia supo que, captado este detalle, ya nunca la dejaria entrar. Desentonaba, estaba fuera de lugar, no era nada personal.
Se acerco a el y se enfrento a una mirada fria y desdenosa. Era la misma mirada que ponia ella cuando alguno se le insinuaba en el hotel o pretendia contarle su vida. Le pregunto por el conjunto residencial Las Adelfas.
– Se que esta en esta carretera, pero no lo encuentro -dijo Julia.
– ?Las Adelfas? -pregunto el mientras paralizaba con la mano extendida a un grupo de chicas con vaqueros ajustados y ombligos morenos-. ?No seran Las Dunas? Las Adelfas me suenan al otro lado del pueblo, en la playa de Poniente.
Julia no supo que decir. Se quedo unos minutos contemplando como el portero hablaba con las chicas mientras trataba de organizar los recuerdos de aquella noche. Las chicas le decian algo que requeria tanta concentracion que empezo a atender vagamente a los que entraban. Y fue en ese momento cuando Julia vio la ocasion de colarse en La Felicidad, a la desesperada, buscando alguna oportunidad que no habia fuera.
La luz de dentro perteneceria a los llamados efectos especiales. Solo iluminaba algunas cosas, lo demas quedaba en penumbra. Hacia que las camisas blancas y la ropa clara deslumbraran como si estuvieran encendidas, la misma blusa de Julia se movia irrealmente resplandeciente. Y al contrario, los rostros, cuellos y manos resultaban exageradamente morenos, incluso los suyos, que no habian tomado el sol. Bajo los efectos de esta luz todo el mundo emanaba un atractivo irresistible. Tambien ella. Un hombre la miraba con fijeza desde la barra a unos cinco pasos. El claro de los ojos resaltaba en su rostro de bronceado artificial. Pero algo mas atrajo la atencion de Julia. Sintio que ya habia cruzado esta misma mirada con esos mismos ojos. Continuo observandolos pensativa. El tampoco aparto los suyos, no era alguien que se amilanase. Anduvo los cinco pasos que lo separaban de ella.
– ?Quieres tomar algo? -le dijo.
En este mismo instante Julia supo que tenia sed. Hasta ahora habia estado demasiado ocupada como para darse cuenta.
– Tengo sed -dijo.
El, sin preguntar mas, se acerco a la barra y volvio con dos vasos altos, en cuyo interior se formaban olas de mercurio.
Dio un trago largo. Tenia mas sed de la que imaginaba. Un gran frescor le recorrio la garganta y los pulmones, y le quedo un sabor algo amargo que pedia otro trago.
– ?Como te llamas? -pregunto el.
La musica estaba demasiado alta y habia que hablarse al oido con el aliento rozando la cara.
Dijo que se llamaba Julia y cuando le iba a preguntar a el por el suyo tuvo el presentimiento de que se llamaba Marcus.
– Yo me llamo Marcus -dijo el.
Julia se quedo desconcertada, no comprendia como habia podido adivinar el nombre. Aunque puede que con la noche que llevaba y al beber con el estomago vacio le hubiera parecido pensar esto, pero que en el fondo no lo hubiese pensado. Lo que era seguro es que Marcus no se podia ni imaginar que ella no habia ido alli para divertirse ni la extrana situacion por la que estaba pasando.
– ?Estas de vacaciones? -pregunto Marcus acercando ya completamente la cara a la suya.
Noto la aspereza de la barba y el olor algo denso que desprendia a colonia y alcohol. A continuacion el la abrazo y ella se asusto porque le gusto y deseo que la besara. Jamas se habria imaginado esto, jamas se habia llegado a considerar un monstruo semejante. Durante unos segundos la angustia que sentia por no encontrar el apartamento y por que Felix estuviese preocupado y sin comida para Tito habia cedido con el abrazo de este absoluto desconocido. Seria entonces verdad eso que dicen de que uno nunca llega a conocerse del todo.
Se despego de el.
– ?Que te pasa? -pregunto en un tono demasiado intimo, como si se hubiesen acostado juntos mil veces.
Tanta confianza le hizo sentirse bastante incomoda, le resultaba obscena. Tuvo la amarga sensacion de que estaba enganando a Felix. Y el caso era que no le parecia una sensacion nueva y que ademas sabia mucho sobre Marcus de forma natural, como si hubiese nacido sabiendolo. Sabia que era zurdo y que venia de los Balcanes y tambien sabia de que sitio de los Balcanes venia, pero ahora no se acordaba, estaba cansada. Se fijo en la mano con que cogia el vaso, la izquierda. Claro que tambien podria haberlo visto antes sin darse cuenta, del mismo modo que podia haber notado que era de los Balcanes por el acento y por su aspecto de Europa del Este. Era de Croacia.
– ?Puedes prestarme un momento el movil? Tengo que hacer una llamada urgente.
Marcus la miro sopesando la situacion. No querria pasarse en gastos con ella, ya la habia invitado a una