odiar a gente que no conocia de nada solo porque los odiaba ella, supo que ya no habia vuelta atras, que se habia apoderado emocionalmente de el y que esta invasion debia de ser amor. Y que el amor borraba cualquier atisbo de objetividad y de independencia. Precisamente por esto se consideraba menos capaz de ayudarla a ella que a cualquier cliente de la aseguradora donde trabajaba.
Los cambios de humor de Julia al principio le desconcertaban mucho porque pensaba que era por algo que el habia dicho o hecho, pero en conjunto no entendia que le pasaba, cual era el problema de fondo. Se casaron tan rapido que no les dio tiempo de conocerse. Claro que eso a Felix no le preocupaba porque solo uno mismo era capaz de conocer globalmente todos sus componentes. Y por eso, y habia tenido ocasion de comprobarlo en cientos de casos investigados, por muchos anos que se conviva con una persona no se llega al fondo de su personalidad. Mas tarde achaco su comportamiento a la circunstancia extraordinaria de que su madre era mas vieja que la mayoria de las madres. Se llamaba Angelita y la habia concebido a los cincuenta y un anos, cuando ya ni se planteaba la posibilidad de tener hijos. Quiza su infancia habria sido distinta si su padre no hubiese muerto antes de que ella tuviese uso de razon. Revisando una obra en construccion, un suelo cedio y cayo al vacio. Se podia decir que del mismo modo que Julia habia venido al mundo cuando nadie lo esperaba, su padre se fue de repente cuando tampoco nadie lo esperaba.
Tito lo miraba con los ojos abiertos y el chupete puesto. Olia a panal sucio y tendria que cambiarle, pero le daba miedo moverle y que se acordarse de que tenia hambre, habia pasado ya un cuarto de hora desde que le tocaba la cena. Asi como estaba, escudrinando a su padre, parecia entretenido. En cuanto a Julia y el, se tomarian en la terraza las empanadas y el vino y luego se irian a la cama y dejaria que Julia durmiese a pierna suelta sin hora de levantarse porque pensaba ocuparse de Tito durante todas las vacaciones para que ella descansara a gusto.
A nadie le garantizan, aunque sea el hombre mas poderoso del mundo, que vaya a ver crecer a sus hijos. Nadie puede asegurarme que vaya a verte crecer a ti. Pero tu eso no lo sabes ?verdad?, le dijo con el pensamiento intentando grabar en la mente de Tito su amor por el. Pero cuando se dio cuenta de que esta mirada cargada de amor tambien estaba llena de preocupaciones y de un poco de angustia, la retiro hacia las cortinas para que el dia de manana Tito no sintiese la angustia que su padre habria dejado en su recuerdo. Ahora Tito no era consciente de lo que hacia ni de lo que le hacian, sucesos que permanecerian aletargados en algun lugar del cerebro hasta que de repente un dia les diera por salir.
Podia poner tantas imagenes, tantas palabras, tantas sensaciones en la tierna y fresca inteligencia de su hijo, que sentia una gran responsabilidad. Cerro los ojos y lo abrazo. La respiracion de Tito funcionaba como un somnifero. Hacia dias que le costaba mucho coger el sueno, desde que Diego Torres, y no el, descubrio que el incendio de unos almacenes habia sido provocado. De no ser por Torres la aseguradora habria tenido que desembolsar una fortuna. Hasta este momento Felix era el investigador estrella sin discusion, y un fallo como este no se lo habria esperado el ni nadie. Torres decia una y otra vez que habia sido pura suerte, pero los hechos eran los hechos. No le molestaba que Torres lo hubiese descubierto. Torres se merecia que algo le saliera bien. Lo que no se perdonaba era no haber sabido ver donde estaba la prueba, pensaba mientras se hundia lentamente en la nada inmensa.
No sabia que hora seria cuando el llanto de Tito lo sobresalto. Le costo situar las florecillas azules de la cortina en el espacio y el tiempo. Vio la cara enrojecida de su hijo frente a la suya. La piel era tan fina y suave que amenazaba con romperse en la frente y las mejillas. Le dio un beso en la cabeza. El mismo Felix, segun le habian contado, habia sido un lloron que no dejaba dormir a nadie.
Aunque a veces tambien le habian dicho lo contrario por lo que en realidad no tenia una nocion aproximada de los tres primeros anos de su vida. Tres anos en que habia existido sin conciencia de ello ante testigos poco fiables. Tres anos en cierto modo perdidos. El llanto de Tito arrecio igual que si intentara atravesar la pared, lo que sin duda estaba consiguiendo. Paredes, arboles, hileras de apartamentos, urbanizaciones enteras y puede que tambien estuviera traspasando la atmosfera y llegando al espacio. Miro el reloj. Llevaba dos horas durmiendo. Entonces grito el nombre de Julia. Julia!, y coloco las almohadas de las dos camas a los lados de Tito para que no se cayera. Se notaba embotado, en espera de que terminara de despertarse todo lo que tenia en la cabeza. Fue a la habitacion de matrimonio. La cama estaba hecha y sobre ella habia una de las bolsas del equipaje.
– ?Julia! -llamo, intentando no gritar, junto al cuarto de bano de la habitacion.
Lo abrio y encendio la luz. Era de baldosas verdes y unas gotas mas claras salpicaban el suelo. Abrio el grifo y salio un chorro de agua marron que fue aclarandose. Sin cerrarlo, con su ruido de fondo combinado con el llanto de Tito, dio unos pasos hasta lo que en estos apartamentos se llama salon. Mas o menos todo estaba como lo habian dejado al llegar. La garrafa de agua mineral, la maleta, la sillita del nino, la sombrilla de la sillita, un gran paquete con panales, la bolsa de los osos. Miro dentro por si quedaba algo de leche en un biberon. En su lugar encontro uno con agua de anis. Lo cogio, y tambien un panal. Con el biberon en una mano y el panal en la otra permanecio durante unos segundos paralizado extranandose de la ausencia de Julia.
– Julia! -volvio a llamarla lanzando la voz hacia la terraza. Pero por la terraza solo entraba el ruido de un oleaje oscuro y amenazante. Y entonces supo, como si la misma Julia se lo estuviera diciendo, que algo iba mal. Un presentimiento, se dijo. Un presentimiento sin base real.
Al quitarle el panal a Tito, dudo si lavarle o no. Opto por volver de nuevo al salon a buscar la bolsa de osos donde tendria que haber una esponja y talco. En el suelo permanecia abierta la maleta y busco entre la ropa una toalla. No encontro ninguna, ?donde las habria metido Julia? Tito tenia la cara morada y le dio miedo que el mecanismo que controla los berrinches se hubiera disparado y no fuese capaz de parar a tiempo. Le paso la esponja mojada por todo el cuerpo y le quito la camiseta para secarle con ella. Le puso talco y el panal. Luego lo tomo en brazos y le dio a chupar el biberon con agua de anis. No sabia hasta que punto podria enganarle. Volvio a dejarle acostado con el biberon mientras buscaba algo con que taparle. Pero no queria actuar a lo loco, tenia que centrarse, el atolondramiento y la desorganizacion siempre empeoran las cosas. En la maleta no habia visto ropa de Tito, en la bolsa de osos tampoco ni en una de las bolsas marrones, por tanto estaria en la otra. La vio sobre la cama de matrimonio. Mientras revolvia entre prendas pequenas dio rienda suelta a su preocupacion por Julia. Puede que aun anduviese dando vueltas buscando una farmacia y que se hubiese quedado sin gasolina. Era lo mas probable puesto que no habia vuelto a llenar el deposito desde Madrid. Le haria una llamada en cuanto vistiera a Tito, no queria que cogiese frio. Le metio los brazos por las mangas de la camiseta. Siempre que maniobraba con ellos le daba miedo dislocarle alguno. Tito lo miro desconsolado. Aun tenia los ojos un poco azules, pero pronto los tendria castanos.
– Pon un poco de tu parte, hijo mio -dijo mientras consideraba la posibilidad de que quedase algo de azucar en el azucarero.
Cogio el chupete y fue hacia la cocina. Era el tipo de restos que suelen dejarse siempre los veraneantes del mes anterior. Un dedo de azucar en el azucarero, como afortunadamente habia, y tambien un frasco con un poco de Nescafe, y bolsas para la basura y lavavajillas, productos tan baratos que no merecia la pena cargar con ellos. Mojo el chupete en agua de la garrafa y luego en el azucar. No sabia si esto estaria del todo bien. Si no, seria ese tipo de cosas que no deben hacerse con los ninos y que la gente sin sentido comun hace.
Llego a tiempo de ponerle el chupete antes de que se amoratase de nuevo. Segun chupaba fue entornando los ojos sin dejar de observar a su padre, como si hubiese algo en el que le intrigara. Felix lo tapo con la colcha hasta la cintura. Volvio a colocarle las almohadas a los lados y recogio el panal sucio. Lo tiro en un cubo bajo el fregadero. Ahora si que ya podia ocuparse de Julia. Salio a la terraza y marco el numero del movil y espero hasta que salto el buzon de voz. Le dejo un recado pidiendole que le devolviera la llamada en cuanto pudiese. «No te preocupes si no encuentras la leche. Tito esta dormido», dijo sin estar seguro de que ya hubiese cerrado del todo los ojos.
Se acodo en esta barandilla desconocida y algo humeda. Las sombras de los arboles se movian como gigantes lentos y cansados. Se sabia que por alli habia una piscina por la neblina azulada que desprendia. Seria una de esas piscinas con iluminacion en el fondo por si alguien queria banarse a la luz de la luna. Pero no se oia ningun chapoteo, ninguna conversacion, para ser un lugar de vacaciones el silencio era descomunal. ?No estaria dormido y todo esto seria una pesadilla? Ni le habria cambiado el panal a Tito, ni Julia llevaria dos horas fuera, ni el estaria ahora en la terraza pensando en esto. Por la mente se le paso de nuevo el caso de los almacenes. Queria entender por que aquel detalle minusculo pero decisivo se le habia escapado. El olor dulzon de las plantas era mareante. Lo mejor seria esperar a Julia tumbado en el sofa con el movil a mano. Habia procurado que ella no se diese cuenta de que le habia ocurrido algo en el trabajo que le tenia disgustado. De hecho, en el atasco camino de Las Marinas habia estado a punto de perder los nervios y afortunadamente habia logrado contenerse.