clientes como a el mismo.

– Antes de marcharse deje en Control su telefono.

En cuanto la doctora salio, cayo un silencio insoportable en la habitacion. La respiracion de Julia y de Tito hacia mas profundo este silencio, mas solitario, mas aislado del resto del mundo y de la noche. Julia estaba alli, ante su vista, pero no se atrevia a mirarla. Despues de ver tantas cosas como habia visto en su trabajo, incendios, robos, inundaciones, accidentes, muertes, ahora se daba cuenta de que en realidad no habia visto nada de verdad. Uno se cree que sabe algo y entonces descubre que no sabe nada y ahi empieza a aprender de verdad. Sentia mucho que Julia hubiese pagado el precio que le correspondia a el pagar por esta leccion. Y por lo menos se merecia que el no se acobardase y que no mirase para otro lado. Debia poner todo de su parte y cuanto antes hiciese frente a la situacion, mejor.

Comenzo a examinar a Julia. Estaba unida a un gotero y a otras bolsas de liquido. Tenia gomas en la nariz y una canula en el brazo. Miro detenidamente la herida en la frente. Retiro la sabana, tenia un hematoma en un hombro y cortes en las manos. Le levanto el camison, no vio nada fuera de lo normal y volvio a estirarselo. Estaba boca arriba y no se atrevio a moverle la cabeza. La tapo. Si hubiese ido el a comprar la leche todo esto se habria evitado.

Claro que todo se puede evitar hasta que sucede lo inevitable. Le froto los brazos con las manos, los tenia un poco frios, quiza el aire acondicionado estaba demasiado alto para alguien inmovil. Asi que tambien se los cubrio con la sabana. Tal vez necesitase una manta, pero como saberlo, Julia era tirando a calurosa por eso en invierno le gustaba dormir con un pie fuera del edredon o toda la pierna izquierda, si estaba tumbada del lado derecho, o la pierna derecha si lo estaba del lado izquierdo. Era como abrir una ventana dentro de la cama. Decia que si no sentia que se ahogaba. Le paso la mano por el pie lentamente dejando que la piel dormida de Julia entrase por la suya. Y entonces Julia suspiro. O a el se lo parecio. Seguramente queria creer que iba a reaccionar de un momento a otro. Despues se inclino sobre ella.

– ?Julia! -dijo-. ?Despierta!

Segundo dia

Julia

?Despierta!, oyo Julia que le decian con toda claridad.

Y abrio los ojos de par en par aunque sin saber bien al principio donde estaba hasta que poco a poco fue reconociendo la tapiceria color crema y lo que habia por alli, una gamuza, un boligrafo del hotel donde trabajaba, un spray para los cristales, unos calcetines de Tito. Estaba dentro de su coche. Habia dormido alli. Continuaba doliendole la cabeza y notaba la frente tirante. Tambien le dolia el hombro y un poco el cuello, seguramente por la postura, pero al mismo tiempo aun conservaba en el pie una sensacion muy agradable, como si alguien en un sueno que no recordaba se lo hubiese acariciado. La voz juraria que era la de Felix y le habia sonado al lado, igual que si Felix hubiese metido la cabeza por la ventanilla. Por supuesto la ventanilla permanecia cerrada, tal como la habia dejado. Clareaba. Al abrirla entro un hermoso aroma a mar y flores, aunque de manera incomprensible le producia nauseas y ganas de vomitar. Seguramente era por tener el estomago vacio y por haberse bebido en La Felicidad aquella asquerosa ginebra, segun recordaba, sin cenar. No es que tuviera hambre, pero para seguir buscando y no desmayarse en cualquier parte debia tomar algo. Noto en el bolsillo del pantalon el dinero de las vueltas de la farmacia.

Salio del coche y se dirigio andando a la playa. El mar ya no era negro sino verdoso, ya no era temible sino pacifico y estaba lleno de vida. Un sol aun debil iba cayendo sobre el. Julia se desvio hacia un toldo naranja en que se leia el nombre de El Yate. Desde la puerta se extendia una pequena terraza con sillas y mesas de aluminio.

Por dentro resulto peor que por fuera, pero tenia lo que ella necesitaba, un telefono publico en una pared y un bano. Se pidio un cafe con leche de paso para el bano y nada mas salir ya mas aliviada y duena de si llamo al numero de Felix. La linea estaba ocupada. Seguramente estaria tratando de localizarla en hospitales. Puede que hubiese llamado a la policia. Esto era lo que mas nerviosa le ponia, el imaginarse la preocupacion de Felix. En cambio ella en este sentido se encontraba tranquila porque sabia que estaban bien y que Felix se las iria arreglando como pudiese con Tito. Segun se bebia el cafe con leche las nauseas iban desapareciendo y un poco el dolor de cabeza. Salio fuera. Haria tiempo en la playa para volver a llamar.

Se quito las zapatillas que llevaba puestas desde que salio de Madrid y anduvo sobre la arena hasta la orilla. A continuacion hizo el gesto de remangarse los pantalones, pero lo penso mejor y se los quito. Las olas eran de un verde claro que se deshacia entre los pies. Su frescor le recorrio todo el cuerpo y le hizo sentirse mucho mejor, a pesar de que no se consideraba digna de sentirse bien despues de la situacion que habia creado por pura torpeza. Disfrutaba tanto de este momento mientras Felix se estaria torturando… Se adentro hasta que el agua, de un verde mas concentrado que antes, le llego a los muslos. Se lavo la cara y los brazos hasta las mangas de la blusa. Y espero unos minutos de pie en la arena para secarse mirando hacia los edificios. Fue entonces cuando hizo el gran descubrimiento.

El sol empezaba a calentar y el aire se habia llenado de pequenas motas doradas. Entre ellas leyo el ansiado nombre de Las Adelfas. Las letras se abrian paso detras de un buen monton de torres y hoteles, que bordeaban la playa y que por la noche eran invisibles. Ahora asomaban como las montanas del fondo, cercanas a la vista, pero en realidad, lejanas. Sin embargo, y de esto estaba segura, de su apartamento, del desaparecido apartamento, a la playa no habria mas de cinco minutos andando. Volvio a entrar en El Yate.

De nuevo marco el numero de Felix. Lo primero era hablar con el y sentirse aliviados. Pero comunicaba, seguia comunicando. Felix siempre tan previsor, tan sabihondo y ahora no se daba cuenta de que lo mejor era dejar tranquilo el telefono para que ella pudiera ponerse en contacto con el. Claro que tal vez estuviera hablando con los que a ella le habian robado el movil, pero con eso no iba a sacar en claro donde podia localizarla. ?Mierda! ?Y mierda mil veces! Habria tirado al suelo todas las tazas de desayuno colocadas en fila sobre la barra de El Yate. Habria destrozado este mundo de pesadilla. No era la primera vez que esta vida le parecia una farsa en que faltaba algo que uniese esto con aquello, en que faltaba un minimo de logica. Se encaro con el camarero para preguntarle, como si fuera el responsable de todo, si conocia el complejo residencial Las Adelfas. Que mas daba que no fuera el responsable de todo y que no tuviese por que saber este dato. La vida funcionaba asi de desastrosamente.

– ?Las Adelfas? -pregunto el camarero mientras abria un cruasan y lo ponia sobre la plancha. Era uno de esos extranjeros que aprenden el idioma en cuatro dias-. ?Cual de ellos?

– ?Cuantos hay?

– Cuatro o cinco -dijo dirigiendo la mirada hacia algun lugar de su mente.

Asi que esto era lo que ocurria, que habia mas complejos Las Adelfas.

– ?Cual es el que esta mas cerca de la playa, en segunda o tercera linea?

– En esta playa no creo, en Poniente, quiza.

Y lo que tenia que hacer era salir a la general y cruzar el pueblo para ir al otro lado.

– Le pasa a mucha gente -dijo quitandose el sudor de la frente con el dorso de la mano que sujetaba la espatula-. Tambien pasa con Las Dunas, Los Girasoles, Los Remos, Pleamar y mas.

Julia dio media vuelta antes de tener que ver como alguna de las gotas de sudor caia en el cruasan.

La brisa se habia calentado un poco mas y algunos madrugadores llegaban con toallas al hombro y gorras. Contemplo de nuevo las lejanas letras redondeadas y rosas imitando grandes flores de Las Adelfas. Las Adelfas III. Vaya. Estaban en la ladera del monte, por donde trepaban chales de color crema con columnas doricas y buganvillas moradas, pero donde el sonido del mar apenas llegaria. Ni siquiera por la noche, en ese silencio en que se puede notar hasta la caida de una hoja, seria posible que llegase la furia del oleaje que Julia habia escuchado en su breve estancia en el apartamento. Asi que desistio de perder tiempo y gasolina yendo hasta alli.

Anduvo hacia el coche. Ahora comprobo que lo habia aparcado cerca de Las Dunas y que si en lugar de Las Dunas fueran Las Adelfas todo estaria resuelto, pero las cosas cuando se ponen dificiles se ponen muy dificiles. Lo que no sabia era si es que debian ponerse dificiles por algo, si es que convenia que fueran asi de complicadas. De ser asi querria decir que el mundo se regia por leyes que aun no se habian descubierto. De lo contrario daria igual

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