Entonces se precipita de cabeza contra la mano extendida del asesino que empuna el machete. Hara lo mismo en la siguiente pelicula y la siguiente, con la unica diferencia de que en cada una de ellas tendra las tetas mas grandes. Por un segundo te preguntas por que no ha aprendido y entonces recuerdas que la pagan por hacer eso.

La nieve describia espirales entre los cadaveres y los olmos desnudos se inclinaban para rozar la espalda de Caleb al pasar. Estuvo a punto de lanzar un grito. El area estaba cubierta de huellas de perro, como si el fantasma de un retriever hubiera surgido de su mentira para salir a su encuentro. Esperaba que alguien limpiara la sangre de las paredes.

La feria de invierno se habia montado en los campos que habia al otro lado del bosque. Se alzo un mar de vibrante luz de luna, y Cal vio los reflejos de las luces de las atracciones. Habia montado en la noria y los coches de choque con su hermana, en el carrusel y el tiovivo. Se habia reido salvajemente mientras ella, sentada frente a el, sonreia con tristeza. Debia de estar viendo ratas sobre el cuerpo de todo el mundo.

La pelicula de su propia imaginacion continuo, avanzando y retrocediendo, y escucho el sonido de un cuchillo de cocina hundiendose en un melon, un gorgoteo de sirope rojo en la boca de la chica, el crujido de las palomitas de la audiencia, los gemidos apagados en la fila de atras y el grito del director, corten.

Tambien oyo musica y risas apagadas.

La monja asintio y senalo. Limpiandose la nieve medio derretida de los zapatos, Cal salio del bosque y entro en la propiedad del decano. Rodeo el extremo de la piazza, atraveso unas puertas de cristal esmerilado, dejo a un lado el amplio aparcamiento en forma de U y el enorme patio delantero que habia tras este. La gran casa se erguia hermosa en medio de aquel cuadro polar: una combinacion de rancho de lujo y arquitectura playera de Miami, toda madera, cristal, ladrillo y espacios abiertos. Parecia algo que hubiera atravesado el infierno y se hubiera tendido finalmente a descansar en la tierra.

Coches de lujo jalonaban la calle entera. Vio un par de Jaguar, Corvette, Porsche, un punado de deportivos de otras marcas y la limusina del alcalde. Informal, si, claro. El criado que se ocupaba del aparcamiento, enfundado en su atuendo polar, le dirigio una mirada incomoda al verle salir de la oscuridad.

Cal recorrio con la mirada el resto de los edificios y vio que los vecinos mas proximos se encontraban a cien metros de distancia de la propiedad, ocultos tras una muralla de setos perfectamente recortados. El profesor Yokver vivia en la misma calle, a cosa de un kilometro de alli, donde el vecindario empezaba a dar paso a la mediocridad.

Cal solo habia estado en dos ocasiones en la casa del decano, la primera invitado a comer con otros estudiantes durante la orientacion y la segunda el pasado ano, cuando la Senora Decano le habia pedido que devolviera el libro de Anne Sexton, 42 Mercy Street, una obra de poesia que tenia que haber devuelto a la biblioteca hacia un mes. Habian mantenido una inteligente pero desapasionada conversacion sobre poetas suicidas y habian tomado un vaso de te helado. No recordaba si se lo habia pasado bien.

Se acerco a las ventanas y vio la cegadora arana y los ostentosos candelabros que brillaban en diversas habitaciones.

La mayoria de los profesores se encontraban alli, charlando animadamente en el interior. Howard Moored, jefe del departamento de Ingles, sacudia la tupida barba blanca y la mata de pelo cano mientras contaba algun chiste enrevesado y los demas lo escuchaban educadamente y trataban de escapar del circulo con disimulo.

Al otro lado, Denise Bernstein, su profesora de teatro, introducia con sus cortos y rollizos dedos una rodaja de lima en una botella de cerveza Coronita. Accidentalmente mancho a Howard, quien retrocedio y choco contra un camarero que pasaba con una bandeja de hors d’oeuvres. Cuando se miraba en conjunto, parecia una serie de la television.

Iggy Geotz, profesor de sociologia y consejero de proyectos de Cal, alargo los brazos hacia Howard y lo sujeto con solidez, perfectamente, tal como ejercen los profesores su poder sobre los alumnos. Todos los demas se reian y mezclaban, bebian y se relajaban. No se veia a Yokver por ninguna parte. ?Donde demonios estaba?

Estudiantes a los que conocia de pasados cursos charlaban animadamente mientras otros vagaban sin rumbo, confundidos por aquella atmosfera circense y por ver a sus profesores tan alejados del papel al que los tenian acostumbrados. Cal no hubiera podido llamar amigo a uno solo de ellos. Pasaron mas caras que reconocio vagamente. No podia decir de que las conocia. Antiguos alumnos, funcionarios del ayuntamiento y gente desconocida del personal de la universidad aparecian y desaparecian de su vista. Estaba bastante mejor vestido que muchos de ellos. Sintio un extrano orgullo al pensar que otros se habian dejado enganar por la Senora Decano y el no.

Sonaba musica de fondo de la KLAP. Rodeo la casa y abrio la puerta principal. La oleada de calor humana que broto del interior casi lo tira al suelo. Se miro las manos, esperando que no quedara en ellas olor a sangre.

Miro a los asistentes y los asistentes lo miraron a el. La voz de Shiska Bob presento otra cancion de Zenith Brite. Eso significaba que Bob estaba de mal humor.

– Es hora de que la reina de la noche vuelva a abrazarnos, si, mientras toca el arpa de nuestro corazon, como a nosotros nos gusta. -En eso al menos tenia mucha razon-. Y que nos arane la espalda si tenemos mucha suerte. Pero no es asi, ?verdad, pobres zorras y bastardos?

No me preguntes, carino, a menos que quieras toda la verdad

sobre la diferencia entre los vivos y los muertos

Tienes honor y horror pero no sabes

donde acaba cada uno de ellos

y lloras cuando quieres que te alimenten

pero no tienes el refinamiento

de la juventud, oh no

ya no

Caleb se quedo parado en el vestibulo principal. Desde alli veia la luna, enmarcada en las ventanas, entre los manchones de la luz de las velas que relucian sobre el cristal. El reflejo de su hermana, con el pelo revuelto y la boca abierta para hablar, paso por delante de ellos. Dos o tres companeros de clase se volvieron y pronunciaron su nombre, y el los saludo con un gesto ausente pero no se les acerco.

– ?Habeis visto a Jodi? -pregunto y en su mayor parte fue ignorado. Algunos sacudieron la cabeza.

Uno de los profesores de economia tropezo con el y Cal olio a ron en su aliento, mezclado con su halitosis. Sin advertencia, volvieron a presentarse las nauseas. Se pregunto si su tenacidad le permitiria alguna vez olvida r las incisiones de sus fracasos, o estaria eternamente repitiendo el proceso, tan atrapado como lo estaba Sylvia Campbell en su propio esbozo. El profesor de economia se rio como un maniaco por algo que no se veia y se alejo tambaleandose.

Julia Blanders, su profesora de escritura creativa, abandono lo que debia de ser un rincon insoportablemente aburrido del cuarto, dejando a varios hombres sin decir una sola palabra. Se le acerco con el vaso en alto y un gesto en las cejas que pedia que acudiera a su rescate sin demora. Caleb trato de sonreir pero sus labios no hicieron lo que se suponia que debian hacer. Abrio el London Fog con un gesto de impotencia y ella se acerco y lo abrazo con intolerable suavidad. A el le parecio un gesto tan maternal que de repente le entraron ganas de caer en sus brazos y llorar como un bebe.

– ?Has visto a Jodi? -le pregunto.

– No -respondio ella-. Oh, espera, puede que si. Hace un rato. No me acuerdo. Es un hecho probado: el aburrimiento destruye neuronas. En estas malditas funciones todo el mundo acaba por fundirse, hasta que al final no somos mas que un inmenso trozo de melcocha fundida.

– No me digas que no te has enterado hasta hoy.

– Digamos que tenia mis sospechas. -Mordio la rodaja de limon de su bebida y dejo que el zumo resbalara por sus dientes. Cal vio que tenia una magulladura en la barbilla, oculta bajo el maquillaje, pero este se habia mezclado con su sudor. Se pregunto si habria tropezado con algo estando borracha. Ella mordio la pulpa y se la trago-. No esperaba que estuvieras invitado, Cal.

– En realidad no lo estaba -respondio, sintiendo el primer arrebato de ira, que ascendia a su lugar de costumbre con absoluta facilidad-. ?Por que pensabas eso?

– Porque es una fiesta llena de lameculos.

– Tu no.

Вы читаете Clase Nocturna
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату