Estas revelaciones se prolongaron unos tres segundos mas de lo que Jodi tardo en terminar de correrse con el decano.

Pero tu sabias que esto estaba pasando. Eres mas listo de lo que creen y las senales estaban ahi. Si no en tu subconsciente, al menos en lo efimero, el lento discurrir de los muertos por todo lo que has visto y hecho hoy. Ha sido un dia especial. Te han mostrado que tu no eres tan especial. Te han conducido al rebano.

Clarissa seguia besando. Sus nervios se amotinaban por debajo de la piel, pero al menos eso era algo natural. Revividas por la tension, sus manos se abrian y cerraban por si solas. Jo cogio la sabana por una esquina, le seco la cara al decano y finalmente reparo en la presencia de Cal, tendido en el suelo, llorando.

Venid, espiritus. Aparto a la Senora Decano y se levanto, mientras el cuerpo de Jo se estremecia de culpa, dotado y despojado de sexo. Pero realmente sexual. Su mirada estaba ahita, como una bateria gastada.

Jodi boqueaba como un pez sacado del agua, hiperventilando a la vez que su boca se movia sin emitir un solo sonido. Empezo a sollozar o algo parecido, y sus gemidos se convirtieron en un sordo canturreo que dio paso a un aullido ahogado. No fue suficiente. Cal espero a que se metiera de veras en el papel… y entonces ella empezo a gritar, pero sin demasiada fuerza. El decano debia darle una mencion honorifica por esto, no era pedir demasiado. Los labios de Jo temblaban sin ningun sentido mientras lloraba y se apartaba hasta estar hecha un ovillo en un rincon de la cama, un pequeno ovillo cerrado, como si Caleb hubiera llegado hasta alli solo para matarla. Como si no fuera el quien habia muerto.

Las manos de la senora volvieron a encontrarlo. Ha jugado muchas veces a esto, penso. Ha traido a otros aqui, otros estudiantes, otros profesores.

Tratando de sacar a Jo de su ataque de histeria, el decano la atrajo hacia si y la envolvio en hueso, pasando unos brazos de inhumana longitud alrededor de su cintura. Parecia que iban a darle tres o cuatro vueltas. Era algo increible de contemplar, grotesco y al mismo tiempo fascinante. Cal no podia imaginarse una desnudez mas fea.

Siempre habia sospechado lejanamente que ella dormia con otros tios; podia vivir mas o menos con la idea mientras permaneciera sin confirmar. Descubrir que era cierto, de este modo, con su… enemigo… quienquiera que fuera el decano… su propia novia con su enemigo, eso si que fue un golpe al corazon. Su etica original habia sido arrojada ya al polvo, a la espera de un entierro. Si es que la habia tenido. Jo lo miraba mientras el decano la consolaba y le acariciaba la cara con los humedos lenguetazos y mordisquitos de un animal todavia insatisfecho.

Caleb se desplomo y vomito.

Clarissa se echo a reir en voz baja y le acaricio la espalda. Los bordes de sus manos calmaron el dolor que estaba acumulandose, y a continuacion empezaba a emerger, en la base de su craneo. Nunca hubiera creido que pudieran tocarlo de aquella manera tan asombrosamente agradable. Se alegro de que ella estuviera alli. Sintio una agonia infernal mientras Jodi gemia quejumbrosamente y se apartaba de los larguiruchos miembros del decano. Trato de esconderse en el hueco que habia entre la comoda y la cama. Parecia que hubiera aprendido del decano el arte de plegarse y menguar de tamano. Tenia las pestanas empapadas de lagrimas cuando levanto los brazos para taparse la cara.

Arranco las sabanas de la cama y se las echo por la cabeza hasta desaparecer por completo.

Cal se puso de rodillas con dificultades y entonces se levanto y se volvio hacia Clarissa.

– ?Por que? -pregunto, sabiendo que no habia respuesta suficientemente buena.

– Pense que podiamos divertirnos todos, mi querido querubin -dijo-. No seas aguafiestas.

El penso en lo que le gustaria hacer: donde colocaria los pedazos, que haria con las cabezas, como limpiaria la sangre.

– Oh, lo voy a ser -susurro-. Lo voy a ser.

– Eres un idiota.

– Y tu estas loca. -El rojo seguia oscureciendole la vision. Las sabanas se agitaban y se movian fortuitamente, como si Jodi estuviera realizando extranos rituales antinaturales debajo de ellas-. ?Por que lo estais haciendo? ?Que le habeis hecho?

La Senora Decano arrugo el gesto tanto como en ella era posible.

– Nada que tu no te hayas hecho a ti mismo. -Termino de quitarse el traje y se acerco a la cama, donde su marido la esperaba con los brazos extendidos.

La escena parecia tan ensayada que Cal se rio entre dientes. Dos cortos ju y nada mas.

En silencio, con la rabia perfectamente contenida en su interior -nada de inutiles gritos o amenazas, ?para que molestarse con esa mierda?- Caleb se movio. El odio engrasaba ahora su maquinaria, lo que era mil veces preferible a su asedio constante contra su conciencia. Una fria y condensada furia rebosaba la cavidad dejada por la fractura.

Se precipito hacia delante de un salto y levanto la rodilla hacia la ingle del decano, tratando de forzarlo a emitir algun sonido, hacer una confesion, suplicar clemencia. Jesus, seria precioso. Casi haria que todo hubiera valido la pena. El decano se aparto agilmente sin la menor premura -con languidez, se diria, casi con tedio, y al mismo tiempo impensablemente veloz- y el impulso de Cal lo lanzo contra la cama. Rodo y reboto en las almohadas, y noto los fluidos que las empapaban. Jodi lanzo un grito bajo la sabana. Clarissa cayo sobre el y se rio en su cara.

– Tu -gruno.

– Tu -ronroneo ella.

Es posible acercarse a un atomo de distancia de una neurisma, con la estructura molecular del asesinato en las manos.

– Jesus, Dios. -El llego hasta alli, la aparto y salio corriendo.

12

Los alambres atrapados por la brisa golpeaban los postes de metal, interpretando una ruidosa sinfonia de riffs de soledad.

Le gustaba la melodia. Traqueteaban las cadenas mientras los postigos de las casetas de la feria se abrian lentamente con un crujido y se cerraban con un golpe. Los ecos remitian como pasos sobre los ventisqueros.

El campo estaba lleno de fantasmas.

Circe acudio a el en todas sus formas. Primero como los angulos del rostro de Jodi antes de que lograra apartarlos, fundirlos en otra cosa. La marioneta danzo a su alrededor, colgada de las munecas por serpentinas que colgaban del cielo, con el tracto abdominal abierto y los organos emergiendo. Y luego como la muerta Sylvia Campbell, o quienquiera que fuese en realidad, blanca y negra y a lapiz. Yo. Sy. C. Todos ellos se cimbrearon a su alrededor, apretando los hombros mientras lo miraban de soslayo como si tuvieran cosas mejores que hacer, musitando y grunendo con aquellas bocas cambiantes y abiertas. La monja estaba entre ellos, separada pero tambien como parte de la manada, rezando por todos ellos.

Los carambanos pendian como estiletes apuntados a las cabezas de los posibles intrusos. Se oian golpeteos y suaves crujidos de tela, testimonio de las sesiones de espiritismo que tenian lugar en la oscuridad. Habia tambien otros ruidos, imposibles de discernir y ahogados por el aleteo de las tiendas mas grandes. Carteles y volantes, envoltorios de caramelos y vasos de plastico y otros restos salpicaban el helado terraplen. Ahora era basura que pasaba rodando frente al negro organo y las sombras de las vacias atracciones. La luz de la luna resplandecia en la rueda de Ferris. Crujia la madera.

Caleb contemplo la feria.

Los fantasmas carecian del espiritu apropiado. No era la hora senalada para sus juegos, y se limitaban a descansar calmadamente a su lado. No se podia confiar en nadie. Las sirenas no te llamaban ni habia ciegos esperandote para hacer entrega de coloridas profecias. Era hora de que alguien le dijera algo, pero su hermana y las diversas Circes no terminaban nunca de hacerlo. La noche estaba tan entumecida como las yemas de sus dedos.

A diferencia de lo que acostumbraba -y por primera vez desde hacia anos- Cal se esforzo en alcanzar los

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