recuerdos de su hermana. Pensaba que tal vez ella, entre todas las personas de su vida, pudiera entender el pesar que sentia ahora. En el mismo instante en que lo hizo, la monja se alejo. No queria que la alcanzaran, comprendio de repente. No era exactamente equiparable lo que les habia pasado a ambos, pero se parecia lo suficiente. Permanecio largo rato inmovil en el campo y supo que sus ojos eran como los de ella. Poco mas que rendijas.

La feria habia llegado desde el profundo Sur. Se habian equivocado al sobreestimar las masas de aire caliente que se abrian camino desde Alabama a Kentucky, y no habian conseguido los permisos que necesitaban en las tres ultimas ciudades. Para compensar las perdidas se habian visto obligados a parar en ciudades en las que nunca lo habian hecho. Ahora estaban varados mucho mas al norte y en el invierno de lo que habian previsto. Pero habian descargado a pesar de todo y habian hecho lo que habian podido. Visitarian una ciudad mas y luego regresarian al Sur antes de que empezara la estacion lluviosa.

Las tiendas se sacudian e hinchaban bajo el viento, algunas de ellas encorvadas por el peso de la nieve humeda. La gente de la feria no podia pernoctar en sus tiendas, como acostumbraba. Se habian visto obligados a parar en los moteles mas baratos de la ciudad. Una caravana de camiones y camionetas recorria el centro de la ciudad cada dia, y continuaria haciendolo durante otra semana entera. Los puestos y las casetas permanecian cerrados. La ventisca habia acumulado monticulos de nieve sobre el pozo de las pelotas de ping-pong, la sala de los espejos y las maquinas para probar la fuerza. Tras una gruesa pelicula de escarcha se entreveian carteles pintados. La casa de la risa no parecia demasiado risuena.

Su colera ardia con una llama azulada. Penso en lo que diria Willy y en como reaccionaria Rose. Puede que lo perdonara y desistiera de clavarle el punal.

Fruggy Fred tendria una respuesta pero, ?seria la correcta?

Su hermana se ilumino y entonces desaparecio. Puede que finalmente la hubiera perdido, o ella a el. Como debia de haberlo odiado por ser el pequeno, por librarse de lo que ella tenia que soportar. No lograba imaginar lo que seria que te arrastraran hasta la parte trasera de una furgoneta y te violaran repetidamente mientras te aranaban y te mordian el vientre, y luego, despues de que el doctor te quitara los puntos, al regresar a casa te encontraras a un nino comiendo galletas y viendo dibujos animados. El hecho de que no lo hubiese asesinado en su propia cama era una demostracion de que habia sido extremadamente afortunado.

Puede que por eso hubiera decidido referirle los detalles de sus traumas, a el, un nino que no podia ser mas que una caja de ruidos hecha de estupidez. No seria lo mismo si ella hubiera sabido entonces lo que iba a ser de su vida y hubiera tratado de protegerlo de la perdida de fe. Si lo que estaba haciendo era tratar de transmitirle una leccion, el no habia logrado aprenderla bien. Puede que a ella, sentada en la banera con las rodillas dolorosamente limpias, aquella forma de compartir le hubiera parecido una forma de amor.

– ?Eh! -grito alguien tras el.

Cal dio un respingo y sus rodillas estuvieron a punto de volver a ceder. Se volvio y se encontro, para su asombro, a Melissa Lea McGowan, que bajaba la ladera con una bufanda larga que le llegaba hasta las caderas.

– ?Hola! -lo saludo alegremente. Su menudo cuerpo estaba resguardado en una chaqueta de esqui y la capucha abrochada por debajo de la barbilla perfilaba su rostro. Melissa Lea transportaba consigo una atmosfera diferente por la campina desierta, demasiado boyante en medio de la invasion de fantasmas. Alli su sonrisa estaba fuera de lugar y parecia que hasta las mismas sombras estuvieran irritadas por la intrusion. Como si aquella noche no hubiera habido ya suficientes carcajadas.

– Me ha parecido que eras tu. -Un rizo escapo del interior de la capucha y ella lo aparto descuidadamente con el dorso de una mano enguantada-. Vaya, si que te has vestido esta noche, se-nah Prentiss. ?Que se celebra? ?De donde viene usted, eh? ?Hmmm?

La imitacion del Yok lo obligo a sonreir. Tuvo la sensacion de que iba a vomitar de nuevo, pero ya no le quedaba nada dentro. Se aparto de ella al ver que se acercaba, recordando que tambien le habia dado un buen susto junto a la ventana del almacen.

– Ya van dos veces que me haces eso.

Ella sonrio.

– ?No podias esperar al desayuno? Parece que no podemos librarnos el uno del otro.

– No, no podemos.

El entrechocar del metal contra el metal subrayaba mas aun la desolacion de la oscuridad. Melissa Lea percibio lo sombrio de su estado de animo y se le acerco, preocupada ya.

– Lo siento, Cal. De verdad que no pretendia asustarte. Hace una noche preciosa, pero supongo que este sitio es un poco espeluznante.

– ?Estas siguiendome?

– ?Siguiendote? -Se le acerco hasta ver la expresion de su rostro y lo que quiera que capto alli basto para hacer que retrocediera un paso. La nieve que aplastaba con sus botas sonaba como huesos quebrados.

– No te entiendo.

– Claro que no.

– ?De que estas habando? Solo he salido a dar un paseo.

– Si -respondio el con un siseo, tratando de pronunciar la palabra con los dientes apretados y escuchando como se cernian sobre ella-. A esta hora de la noche, con este frio, tan lejos de la universidad y sola. Pero… ?estas… siguiendome?

– ?Eh?

– No tengo mucha fe en las coincidencias, Melissa Lea. Y menos esta noche.

– Estas…

– Asi que, ?por que estas siguiendome? -Ya no se le podia llamar paranoia; era mera necesidad. Tenia que protegerse en la medida de sus posibilidades-. ?Eres uno de ellos?

Ella retrocedio otros dos pasos.

– ?Uno de quienes? ?Que clase de pregunta absurda es esa?

– Desde mi punto de vista es bastante sensata. Mira, siempre he hecho muchas preguntas pero nunca he recibido demasiadas respuestas. Es culpa mia, ahora lo se. -El cortante viento que le azotaba las mejillas, habia enfriado un poco la quemazon y mantenia el fuego a raya, pero ahora que estaba lanzado, era incapaz de detenerse-. Asi que, ?que tal si me respondes sin mas?

– No estaba siguiendote, Cal.

– ?No?

Su sonrisa cayo como un ascensor con los cables cortados. Las cejas se elevaron formando colericas V invertidas y las hermosas lineas de su rostro se arrugaron y zigzaguearon. En cualquier otra circunstancia hubiera pensado que estaba muy guapa. Su mirada volvio a atraerlo, pero seguia sin estar preparado.

– No. ?Que demonios te pasa? Solo te he visto y me he acercado a saludar. No seas tan suspicaz.

– ?Crees que lo soy?

– Si.

– Entonces, ?que estas haciendo aqui?

El ceno de Melissa Lea se fruncio aun mas. Las arrugas oscurecieron la suave linea de su frente y sus labios se volvieron finos y blancos. Se dio cuenta de que estaba asustandola y no le importo demasiado. ?Cual habia dicho Toro que era el porcentaje de citas con violacion? ?Treinta y cinco por ciento?

– No tengo por que contarte una mierda.

– No, es cierto -dijo. Sus hombros y su espalda temblaban. Se pregunto si Willy habria logrado alcanzar al decano, si lo que hacia falta para atrapar al enjuto cabron era mas masa muscular. Las ramas de los arboles, cargadas de nieve hasta los topes, se partian en la oscuridad-. Pero dimelo de todos modos.

– Esta noche das miedo, Cal.

– Bueno, si.

Lo miro. Su respiracion dejaba bolsas blancas en el aire. Nunca se sabe: puede que el decano hubiese dejado a alguien en reserva. Nunca podias saber quien estaba enganandote. La chica parecia enfadada, aterrada y excitada al mismo tiempo, de una manera traviesa, como si estuviera tratando de decidir si merecia la pena tratar de abrirse camino a traves de su coraza o era mejor dar media vuelta y echar a correr. Su ceno fruncido se desenredo ligeramente. Lo estudio durante otro minuto y se aclaro la garganta.

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