Alguien se habia molestado en limpiar las manchas de sangre, gracias a Dios.

El chico nuevo de la entrada estaba alli sentado, asintiendo, la cabeza pelirroja inclinada hacia atras sobre el fulcro de un cuello muy fino. Levanto la mirada en cuanto los oyo entrar. Con el fin de disimular el acne que le cubria la piel, se habia dejado crecer una pelusa de color oxido. No estaba teniendo demasiada suerte.

Toro debia de haber despedido a la chica de los auriculares. El actual era el mejor que habia visto hasta el momento. Verifico el carne de la universidad de Cal y pidio a Melissa Lea que firmara, y luego se quedo con sus carnes y les prometio que se los devolveria cuando ella se marchara del dormitorio.

En su habitacion, bloqueando la entrada con el cuerpo, Cal se aseguro de que la puerta del bano estaba cerrada para que Melissa no viera el abrigo y los calcetines manchados de sangre. La peste seguia siendo intensa, aunque ella no parecia darse cuenta. Se quito el abrigo sacudiendo los hombros y lo dejo doblado sobre el respaldo de su silla, saco el gato de peluche de su bolsillo y lo dejo cuidadosamente sobre la mesa. El gato era una curiosa atraccion y no dejaba de molestarlo: un juguete destinado a Jodi, ganado pero robado al mismo tiempo, exhibido como una medalla por otra chica. Una especie de final, pero sin cierre. Tantos suenos por un animal de pega.

Melissa Lea se volvio y lo miro con curiosidad al ver el destrozado telefono y la mantequilla de cacahuete tirada por el suelo. Le explico lo de la extrana llamada que habia recibido y mantuvo la mentira del perro muerto.

– No ha sido lo que se dice el mejor dia del mundo.

– Ya me imagino.

– Lo siento. -Mierda, habia vuelto a hacerlo.

– Tampoco tienes que preocuparte por eso. -Se arrodillo y empezo a reunir los fragmentos de plastico de telefono con el dorso de la mano.

– Ten cuidado -dijo Caleb, acercandose-. Hay cristales. -Melissa dejo escapar un gritito de dolor y Cal vio una gotita de sangre entre el indice y el pulgar de su mano-. Es culpa mia. Tendria que haberte avisado. Esta manana se me ha roto un tarro de mantequilla de cacahuete.

Ella le tendio la mano.

– No es culpa tuya. Un par de cristales diminutos. Mira a ver si puedes sacarlos con las unas. -Contuvo la respiracion mientras el le cogia la muneca y sacaba los cristales-. Es como cuando te cortas con un papel.

Podia hacer eso, si queria. Abandonarlo todo y empezar lentamente, desde cero. Estos eran los elementos del romance. El contacto suave, el anhelo de amistad y consuelo. No habia olvidado como se sonreia, a pesar de que le hiciera sentir como si hubiera tenido los tendones de las mejillas oxidados. Quedaba todavia muchisimo tiempo antes del amanecer. No tenia por que seguir cargando con la monja.

El tirador del cajon de los calcetines estaba manchado de sangre seca, pero ella no lo vio. El color de la pared era de un tono asombrosamente parecido al de la carne de Melissa, sangre por debajo de la piel, y Cal se pregunto si Sylvia Campbell habria sido palida o sonrosada. Seguia viendola en blanco y negro.

Dijo:

– Espera, dejame…

– ?Tienes una tirita? -pregunto ella. Una risilla hacia vibrar su voz. Cal extrajo la bolsa de afeitado del primer cajon, la abrio y saco de su interior unos frascos de peroxido de hidrogeno y alcohol, una caja de algodon, un punado de gasas, un poco de cinta aislante, unas vendas y un par de tiritas de diferentes tamanos. Para ser alguien tan acostumbrado a las hemorragias, debia de haber visto lo que iba a pasar.

– No se trata de una operacion a corazon abierto, Cal.

– Soporta tu dolor en silencio, ?quieres? -dijo-. Si te portas bien, te…

– ?Que?

Estaba a punto de decir, te doy un beso en el cu-cu.

Ja. Casi no podia creerlo. Mira eso: un chiste. Ya estaban trabados en bromas y tonterias. Joder, no le estaba costando olvidarlo, no le estaba costado nada. Se puede superar casi todo.

– Nada -dijo.

– A lo mejor deberias darme una bala para morder.

Le limpio los dos pequenos cortes y aplico las tiritas Ella doblo el dedo y asintio.

– ?Esta bien?

– Gracias, doctor. -Levanto el telefono y volvio a poner el receptor en el roto aparato-. Supongo que seguira sonando, pero no creo que puedas llamar. Le faltan la mayoria de los botones.

– Lo mismo da -dijo. Dentro de seis horas se habria marchado y nadie lo sabria. Ella se encogio de hombros y volvio a asentir, no exactamente violenta, pero casi igual de incomoda. Con cierta inquietud, Cal descubrio que no podia apartar la mirada de su peca.

Estaba empeorando de nuevo. Su fijacion con los fantasmas estaba empezando a afectar al mundo de los vivos. Ojala hubiera tenido tanta dedicacion en lo importante. ?Que seria lo siguiente? ?Convertirse en una especie de acosador? ?Hacer pequenos retratos de rostros de mujer y esconderlos entre las paginas de libros de bolsillo? ?No podia disfrutar de las pocas horas que iba a pasar en compania de Melissa sin deslizarse lentamente hacia el otro lado? No creia que tuviera todavia la disciplina necesaria.

Parados en mitad del cuarto, equidistantes a las cuatro paredes, como si estuvieran en el centro de una balsa sacudida por las olas, se acercaron medio paso el uno al otro. Ella dejo escapar un suspiro cuando sus pies se tocaron.

La cama, a pesar de todo su significado, siguio siendo solo una cama mientras estudiaba a Melissa Lea con la misma parsimonia con la que trataba de examinar la poesia. Habia alli mucho que ver si uno encontraba el texto oculto que contenia su expresion. Las arrugas de su sonrisa eran como estrofas que podian acarrear consecuencias en su vida.

Se tendieron en la cama, relajados. El colchon nuevo los envolvio y los muelles empezaron a moverse con los chirridos de los primeros juegos, mientras ella se volvia de costado tratando de ponerse comoda. La rodeo con los brazos y ella lo toco. Sus cejas tenian clavada una perenne expresion festiva. Bostezo.

El silencio les hacia compania. No pasaba nada. No se hacian avances con las palabras, ni con las manos o con otros lenguajes corporales. Un truco complicado en un momento como aquel, pero lo estaban consiguiendo. Paso media hora entre los pensamientos de etica y fracaso y todo lo que discurre entre ambos. La respiracion de Melissa Lea se hizo lenta y ritmica y cuando Cal levanto la mirada vio que estaba a punto de quedarse dormida.

Alguien ha muerto. No lo habia olvidado.

Se pego a el apoyando suavemente los dedos en su muslo. Era una de esas personas que exhalan por la boca cuando duermen, con un ligero temblor en los labios, haciendo brrrr como un nino en el bano que imita los ruidos de un motor. Daba gusto saber que estaba viva a su lado. Apoyo la oreja en su grueso sueter, igual que habia hecho con el vison de la Senora Decano, y escucho los latidos de su corazon, mucho mas rapidos que los de Jodi, siempre lentos y regulares.

Sentir el calor de su cuerpo contra su piel lo ayudo a odiar. La presion para afrontar las circunstancias era menor que si ella hubiera esperado que hiciera el esfuerzo de desnudarla. Compartir el silencio era lo apropiado, lo perfecto. Le recordo a su relacion con Fruggy Fred.

Puso la mano en la colcha, la aliso y la aparto. No podia sacudirse de encima la imagen de Jodi escondiendose bajo las sabanas humedas, preparada para un ritual de inhumacion. El gato de la mesa lo miraba.

El dorso de una mano temerosa toco el vientre de Melissa Lea y se aparto. Tardo unos minutos en darse cuenta, con cierta repugnancia, de que habia extendido la otra mano y la habia apoyado en la mancha de la pared. Estaban creando una especia de circuito. Coito.

Tio, debes de estar mal de la cabeza.

En las ventanas siseaban las acometidas del viento.

Descubrio que estaba a punto de murmurar y en ese momento sono el telefono.

Habia hecho un buen trabajo destrozandolo. El timbre de su interior sonaba titubeante y acogotado. Levanto la barbilla en direccion a la angustia que siempre sentia cuando alguien lo llamaba en mitad de la noche. Si era Rose, no podria convencerla para que se apartase del precipicio y si era Willy, corria el riesgo de vomitar todo lo que sentia hasta hacer que los ojos se le salieran a su amigo de las orbitas. Sabia que no seria Jodi.

Melissa murmuro:

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