– La introduje en nuestras filas.
Sin urgencia, Cal avanzo, y Yokver levanto el arma y le apunto entre los ojos.
– ?Eso es lo que hiciste? Explicamelo.
– ?Para que perder el tiempo? ?Que sentido tiene?
– Educame, profesor. Dime quienes sois.
Pero ya lo sabia. No habia razones para sorprenderse y se sentia como un tonto por haberse enojado alguna vez. Hay monjas violadas en la parte trasera de una furgoneta, profesores de gimnasia que se tiran a las animadoras debajo de las gradas, polis que roban bancos, ninos de ocho anos que estrangulan a bebes de dos… solo es cuestion de tiempo que aparezca un sitio y un lugar en el que te den un sobresaliente falso y luego te corten el cuello.
– Somos guias -dijo el Yok, y logro parecer sincero.
Las palabras de Fruggy Fred regresaron. Lo habia sabido desde el principio. Cal dijo:
– Quien controla los suenos del mundo controla el mundo.
Las cejas de Yokver aletearon.
– Nunca te habia tenido por poeta, Prentiss. A pesar de tus citas, nunca tuviste alma para el verso. Las palabras siempre salian de ti sin la menor sustancia. Todo apariencia y nada de valor. Pobre chico lisiado. Si no te hubieran puesto los cuernos, probablemente ahora mismo ni siquiera te importaria. Sabia que estaban yendo un paso demasiado lejos.
– Si, como minimo un paso.
– Que pena.
El Yokver tenia tambien sus propias debilidades, tan claramente definidas ahora que Cal supo lo que tenia que buscar. Le habian hecho pedazos en el pasado y Cal escucho el tintineo de los fragmentos en aquella sonrisa.
– Nunca has estado con ella, ?verdad?
– ?Con quien?
– Ya lo sabes.
– No, yo…
Cal no pudo seguir conteniendose y finalmente solto una risotada desde el fondo del estomago. Despues de todo aquello, y el enfermo bastardo ni siquiera habia llegado a mojar.
– Nunca has tenido a la senora. -Mira la reaccion del Yok, mira como ensena los dientes, como se dibuja el dolor en sus ojos, como caen al suelo todas las mascaras, una detras de otra como las capas de una cebolla-. Pobre Yok, nunca has sentido esos labios, nunca te has acunado en su calor.
Alli, en la ventana, detras del profesor Yokver, maestro, dictador, guia, titere, creador de nuevas sensibilidades, y gusano inmundo que excava en el barro, llego la senal que Caleb habia estado esperando. Un contorno plateado, el aullido de un banshee y el canto de una sirena. La diosa de la luna arrojando piedras.
Todo eso y mas cuando se apago la luz del dormitorio del decano.
El final de la clase nocturna.
– Tu eres el que necesita una leccion -dijo-. Circe te la ensenara.
– ?Circe?
– Y la monja. Estan aqui ahora.
Yokver temblaba violentamente. Los ojos de Caleb fueron sendas tumbas separadas cuando salto y se desplazo en un mismo movimiento. Sus musculos se tensaron, el gaban se desplego como unas alas, el rostro permanecio tan muerto como el de un cadaver. El tiro resono como el crujido de una rama de arbol.
Caleb cogio uno de los sujetalibros de Shakespeare y se lo hundio a Yokver en la cabeza.
16
La casa negra, el viento que se levanta.
El conocimiento fluia por sus huesos mientras la oscuridad se apartaba y aparecian jirones de azul y amarillo en el cielo. Habia llegado hasta el amanecer. Al menos habia llegado hasta alli. Por alguna razon, lo consideraba un logro. Puede que su hermana estuviera orgullosa de que las ratas no lo hubieran destruido. Puede que estuviera aplaudiendo discretamente. La sangre siempre habia estado con el, en el y sobre el. Fue capaz de desechar casi todos los pensamientos pero no las sensaciones, el martilleo del pulso, el vello erizado como unas cerdas. Una vez mas estaba en la calle y observaba. Caleb como asesino.
No habia nada que ver salvo la casa del decano, oscura y silenciosa, donde habian quedado sus trozos en el suelo.
Acaricio la corbata y se paso un dedo por el alfiler de la corbata. Se le encogio el estomago, y luego se le tenso, como le pasaba en los examenes finales. No podia recobrar el aliento alli, en los minutos de color carbon que precedian al amanecer. Se sentia un poco embriagado y una calidez lo recorria. Rapidamente, camino por la nieve hasta la parte trasera de la casa, rodeando la piazza hasta encontrarse de nuevo frente a las dobles puertas de cristal.
Nunca las cerraban. Por supuesto que no. Eso tendria demasiado de mentalidad de clase media y significaria que temian a los ladrones. Ellos siempre se sentian a salvo.
La puerta de cristal se abrio deslizandose sobre el riel. Caleb entro.
Podia oler sus propios vomitos en aquellos pasillos.
Junto con el zumo de tomate, zumo de naranja, mucho
Dentro del aparador habia media docena de figurillas de cristal mezcladas con las de Dresde. En su interior se ensortijaban los arco-iris que creaba la luz del sol al incidir sobre las estanterias. Los colores describian piruetas. Toco una par de bailarinas con la yema de un dedo. Un amanecer rosado iluminaba la ventana. Habia algo infantil e inocente en las figurillas, como si fueran los fragmentos que restaban de la infancia de la propia Clarissa. Las palabras resonaron en su mente:
Al pensar en ninos pequenos, una de las cuerdas de su corazon se puso tensa y sintio un instante de lastima. Jo y el nos solian hablar de ninos. ?Significaba que finalmente estaba ascendiendo; que pasaria esta prueba? ?Al menos una? Los ninos hidrocefalicos nunca se enfrentaban a pruebas como aquella, y sonreian mucho mas.
Algo se movio sigilosamente tras el.
Cal se revolvio y lanzo un punetazo salvaje en la direccion del sonido, confiando en hacer blanco en los alargados huesos del decano, machacar al cabron de una vez y para siempre y hacerle pedazos de un solo golpe.
Fallo y se extendio demasiado. Sintio un fuerte dolor en las costillas y el aire se le escapo de los pulmones. Unos dedos como hierros lo obligaron a volverse, lo sujetaron por debajo de los brazos y apretaron, levantandolo en vilo. Unos poderosos antebrazos se cerraron alrededor de su cuello. Continuo resistiendose y fue empujado contra la vitrina. Las figurillas acabaron en el suelo hechas anicos.
Reuniendo todas sus fuerzas, levanto un pie y lanzo una patada hacia atras que golpeo una rodilla.
– ?Au!
?Lo habia conseguido? ?Habia golpeado al decano y habia conseguido que el muy hijo de puta dijera algo al fin? Cal volvio a lanzar una patada y fallo.
– ?Quieres relajarte?
– Oh, no.
Era Willy, vestido con unos pantalones de chandal y nada mas, con la mirada entornada y el pelo revuelto, como si acabara de despertar. Parecia fatigado como solo quedan los hombres despues de una prolongada sesion de sexo. El resto de las piezas encajaron por si solas: quien estaba alli, quien no, quien habia caido ya y por que. Willy no sabia una mierda.
Inclinandose y frotandose la rodilla, lanzo una mirada cenuda a Cal y sacudio la cabeza.