juntos le pusimos nombre, a esta como a tantas otras cosas. Es la hora del lobo. Recuerda: viene en mitad de la noche, de una noche que pudiera ser como otras, tranquila o anodina. Pero el hombre se levanta y camina hacia el acantilado. Las olas rugen abajo, desatandose contra las rocas, frias y tenaces. Todo esta oscuro; en la hora del lobo no hay luna, porque es una noche de naufragios. El hombre mira hacia la oscuridad, hacia el estrepito, hacia el frio, y el mar le mira a el con los ojos vacios de todos los ahogados entre sus dedos de espuma. Es la hora del lobo, no hay escapatoria. El hombre siente que hasta la mas insignificante hierba que pisa le condena. No intenta huir. Los que le ven irse noche tras noche a partir de entonces hasta el acantilado, no lo entienden. Unos pocos lloran de la rabia de no entenderle, y eso es lo maximo que el mundo hace por el. Solo los tontos y los canallas saben hacia donde camina. Cuando la concebimos imaginamos cuanto debia herir esa soledad. Ahora puedo asegurarte que no nos equivocamos.
No voy a importunarte con los detalles. Puedes adivinar de que modo me he buscado el infierno que ahora tengo encima. Por otra parte, me consta que en buena medida tu huida lo fue tambien de toda esta mierda en la que caimos sin merecerlo. Te parecera tal vez ridiculo que me aferre a esta idea, pero nunca he dejado de creer que teniamos todas las bazas para ganar algo mejor. Una juventud melancolica y generosa, la dosis minima de talento. No envidiabamos a los que con todo eso y unos anos en la universidad y un relajado sentido de la dignidad personal se ganaban una mujer bien proporcionada, una vivienda con garaje y un deportivo aleman en el que sonaban, mientras la musica flotaba inutilmente en el atasco, que algun dia tenian una tarde entera para si y acertaban a recordar como habian amado a Mozart. Pero tampoco envidiabamos a los indeseables entre los que al final acabamos viviendo y yo voy a morir. A veces me pregunto como habriamos sido exactamente si hubieramos sido como debiamos. Me cuesta encontrar indicios, fuera de los cementerios, y aun en estos no encuentro mas que tres o cuatro, inseguros como todo aquello que se conoce indirectamente y a traves de una barrera de tiempo. No se si es que mi empeno es demasiado dificil o si es que yo ya me he corrompido demasiado para imaginarlo.
De todos modos, tuvimos tiempo de vivir cosas grandes. Incluso me siento capaz de escribir esta noche que la vida es maravillosa, y sin hablar de oidas, como quienes gustan de gastar demasiado esa palabra: tu y yo lo hemos tocado, antes de que todo empezara a volverse feo y desparejo. Podria quedarme en esta basura, pero no soy de esos desgraciados que se echan a la espalda el deber de ser tambien ignorantes para consolarse. Siempre hay una hermosa y calida muchacha en flor sobre la arena de la playa, aunque yo haya caido en Claudia. Aun mas: ella fue alguna vez la muchacha en flor. Decididamente, la vida es demasiado complicada para despacharla en un aforismo lugubre.
De sobra sabes que poseo un alma inmunda. Por ello no te extranara lo que constituye el proposito principal de esta carta, que no es otra cosa, ecuanimemente entendido, que un vil abuso de confianza. De tales abusos esta repleta la historia de nuestra amistad. Te recuerdo cumpliendo escrupulosamente todos y cada uno de los compromisos que asumias ante mi, sin utilizar jamas la solida y siempre disponible excusa de mis reiterados incumplimientos. Con cualquiera tendria que eludir esta desfachatez, pero entre tu y yo hay demasiados sobreentendidos, y mas vale reconocer francamente lo que de otro modo deducirias. Entre otras razones, asi puedo suplicarte, como minima decencia, que me perdones por prevalerme una vez mas de esta asimetria entre ambos de la que solo yo saco ventaja y en la que son para ti todos los inconvenientes.
En cualquier caso, jamas se me ocurriria dirigirte mi peticion si no se refiriera a algo que nos ha sido comun. Algo en lo que tu pusiste tanto apego como pude poner yo, pero que el destino, erradamente, deposito en mis manos que ya no podran seguir custodiandolo. Sin duda debo estar velando prioritariamente por mi interes, puesto que ese ha sido siempre el motor de mis actos, y es probable que a estos efectos nada cambie el hecho de que ya no vislumbre ninguna razon por la que nada deba interesarme. Sin embargo, pretendo creer, y quiza honradamente, que con esta carta, lejos de limitarme a imponerte una obligacion en mi favor, trato tambien de senalarte un derecho que puedes ejercitar sin traba cuando yo ya no este; un derecho que en realidad no he sido nunca nadie para negarte, y que acaso olvidarias si no reclamara ahora tu atencion.
Se trata, naturalmente, de Claudia. Ambos la conocemos lo suficiente como para que pueda ahorrarme cualquier comentario caritativo sobre su situacion, pasada, presente o futura. Todo lo que ha tenido y tendra lo habra merecido, porque ella no es como nosotros, que normalmente dejabamos que nos sucedieran las cosas. Ella siempre ha determinado los acontecimientos, para bien o para mal. Pero afortunadamente no hace falta que suscite tu lastima para convencerte de la necesidad de cuidarla, como ni siquiera tendria que convencerte de esa necesidad para pedirte que lo hicieras. Cuando yo era un adolescente cumpli dos anos de abnegado sufrimiento por una dulce muchacha rubia que se habia limitado a valerse de mi para colarse en un local para el que no tenia edad, y a la que solo volvi a ver dos tardes mas, una hermosa e incomprensible y la otra, la ultima, penosa y desbaratada. A cualquiera le resultaria comodo reirse de mi estupidez, pero tu tendrias que recordar antes de hacerlo que lo unico que te diferencia de mi es que tu muchacha era morena y solo la viste dos veces. Como a ambos nos consta sobradamente, podria multiplicar los ejemplos. El hecho es que cuando las cosas eran bellas para nosotros solian ser tambien desproporcionadas. Ahora que ya no hay belleza, por lealtad a nuestra memoria de ella, tienes que asumir esta otra tarea desmedida: velar por Claudia. Sin duda se trata de una especie de degeneracion, pero no vamos a escandalizarnos por eso. Las mejores leyes siempre acaban sirviendo a fines devaluados.
Ya puestos, voy a permitirme descender a detallarte la manera de cumplir el encargo. No vayas inmediatamente a ella. No la busques, no te interfieras en su vida. De momento estara a salvo. Cuando las cosas empeoren, y solo si es necesario, sera ella quien reclame tu ayuda. Te aseguro que sabra como hacerlo, en el momento adecuado; eso corre de mi cuenta. Cuando te llame tendras que acudir, y deberas estar dispuesto a hacer lo que te pida. Tambien corre de mi cuenta que ella sepa exactamente que pedirte para conjurar el peligro. Puede que no sea facil, y menos para ti. Pero no tendras margen para pensarlo. Si titubeas, no habra esperanza para ella. Lo que recuerdes de este juego te basta para comprender que los movimientos seran rapidos e implacables. Lamento que tengas que regresar; pero todo estara en tus manos.
Una ultima condicion. No vengas a mi entierro. Al dia siguiente de que leas esta carta la noticia de mi muerte sera publica. Tardaran aun uno o dos dias mas en enterrarme. Pensaras que tienes tiempo de venir a Madrid para asistir a la ceremonia. Pero no vengas. No habra nada que pudiera interesarte, y si algunas cosas que estropear. Como ves, dejare que me metan en tierra, para que los gusanos se indigesten con mi carne de perro. Renuncio a nuestra vieja fe en la incineracion, y a que esparzan mis cenizas en alguno de los lugares que amamos. Me enterraran en un cementerio pulcro e inhospito, en el que nunca estuvimos. ?Te queda alguna duda de que no debes venir? No, hermano, yo no voy a estar y tu tampoco estaras, porque ese espectaculo de mierda no va a ser asunto nuestro.
Creo que esta todo dicho, y me refiero a todo lo que pudiera no ser obvio antes de que empezaras a leer estas lineas. Queda algo que no necesito explicarte, que es ahora como fue siempre. Olvida todo lo que acabo de escribir si crees de corazon que no te servira de nada hacer lo que te pido. Lo que hagas, hazlo por ti, hermano. Solo eso, y sea lo que sea lo que decidas, colmara todos mis deseos.
Volvi a doblar las cuartillas y las meti en el sobre. Pense en Claudia. Y tuve miedo, al fin aquel miedo triste y turbio que llevaba un ano esperando.
3 .
Llego por la tarde, cuando el sol empezaba a declinar. Todavia quedaban un par de horas de dia y de luz, pero de esa luz enganosa en la que se notan menos los fallos del cutis y quiza tambien del alma. Primero fue al pueblo y me telefoneo desde alli. Probablemente queria asegurarse de que estaria en la escalinata de la entrada para verla irrumpir en el aparcamiento, sortear con temeridad un par de obstaculos y clavar el todoterreno a medio metro de unos arbustos. Pero sobre todo, para que pudiera admirarla mientras descendia de la altura de su maquina, afectando delicadeza en el modo de tender la pierna hacia el suelo, exhibiendo en toda su maligna perfeccion su pantorrilla vestida de seda blanca. Vino hacia la entrada, sin prisa, oscilando suavemente,