todavia hoy, Ahumada seria un adelantado a su tiempo, en punto a la proteccion y respeto debido a los privados de libertad.

Por lo demas, el servicio, en el que los guardias habian de compartir las mismas fatigas que los penados (o mas, como muestra el caso de unos guardias que conduciendo a un octogenario desfallecido a la altura de Galapagar, lo acabaron cargando a hombros), ademas de vigilarlos y defenderlos si era menester, dio no pocos sinsabores a los miembros del cuerpo. Las fugas se castigaban severamente, con el arresto inmediato del agente responsable en el mejor de los casos. Para prevenirlas, los guardias acabaron recurriendo a diversas astucias. La mas famosa de ellas, despojar a los reos de cintos, tirantes y hasta botones, para que no pudieran caminar sin sostenerse los pantalones con las manos, lo que impedia el braceo inherente a la carrera, so pena de verse trabados por los tobillos por la prenda en cuestion.

Otros servicios de mayor lucimiento y prestigio prestados por los guardias fueron el socorro de naufragos (como los de la goleta inglesa Mary, embarrancada en la desembocadura del Guadalquivir el 9 de abril de 1848), entre otros muchos de indole humanitaria, con ocasion de incendios, inundaciones y otras catastrofes. De su significada actuacion en este campo acabaria sacando el famoso apelativo de Benemerita (o lo que es lo mismo «digna de galardon»). Pero para completar el relato de su intensivo aprovechamiento en esta primera epoca, hemos de resenar aun el servicio que prestan en campana, formando parte del cuerpo de ejercito expedicionario que en junio de 1847, bajo las ordenes del general Gutierrez de la Concha, pase Portugal para ayudar al gobierno de ese pais a sofocar la revuelta dirigida por la llamada Junta Revolucionaria de Oporto. Concha logro la capitulacion de la plaza (lo que le valio la concesion del titulo de marques del Duero) la Guardia Civil se encargo del mantenimiento del orden en la ciudad recien conquistada, con arreglo a las nuevamente escrupulosas instrucciones que habia impartido al efecto el duque de Ahumada. Es de destacar que la orden de formar el destacamento la recibio el inspector general el 31 de mayo de 1847, y que en esa misma fecha curso la orden de su formacion y las «Instrucciones para el servicio de las secciones del Cuerpo de la Guardia Civil que se destinen a los Ejercitos de Operaciones». Siete dias despues quedaban aprobadas por Real Orden. Una muestra mas de la diligencia pasmosa con que el cuerpo, bajo el impulso de su fundador, iba asumiendo las misiones encomendadas, pese a su variedad y lo escaso de sus efectivos.

Pero volvamos a lo que puede considerarse como la mision principal de la Guardia Civil en este periodo inicial, o al menos, la que, segun se desprende de todos los textos fundacionales, influyo de forma mas determinante en su formacion: la seguridad de los caminos y la lucha contra el bandolerismo. Hay que comenzar diciendo que el del bandolerismo espanol es un fenomeno complejo, tan popular (y hasta celebre) como superficialmente conocido. En su genesis influyen una serie de factores, algunos digamos justificativos, como las desigualdades sociales y la pobreza derivada del atraso endemico del pais y del inadecuado e injusto reparto de las tierras, tanto por su acumulacion desproporcionada en algunas regiones (Extremadura, Andalucia) como por su atomizacion excesiva en otras (en el Norte del pais). Otros factores que podriamos denominar objetivamente favorecedores fueron la aspera orografia del territorio, que facilitaba emboscadas y la ocultacion de las partidas, y la deficiencia de la red viaria, que permitia a los salteadores, buenos conocedores del terreno, golpear una y otra vez con grandes garantias de exito. Todas estas circunstancias, mas algun gesto de generosidad o valor por parte de tal o cual bandolero (rasgo comun en la psicologia del gangster exitoso, de cualquier era y lugar) desembocaron en una vision romantica del oficio, que curiosamente ha caracterizado la percepcion que de el ha venido prevaleciendo hasta nuestros dias, con el refuerzo nada baladi de algun serial televisivo que tenia como gallardo heroe al desvalijador del projimo.

Pero ademas de todo esto, existian razones mas oscuras, en las que entramos de lleno en las motivaciones puramente asociales, y dificilmente asumibles, que estaban detras de estas conductas. El bandolero tenia un modo de vida que lo eximia de trabajar, le granjeaba el temor y el respeto de la gente y le proporcionaba un facil enriquecimiento. Todo ello representaba una tentacion demasiado fuerte para ciertos individuos de caracter arriscado, muchos de ellos curtidos en la guerra de guerrillas contra el frances, o en las sucesivas guerras civiles que jalonaron el reinado de Isabel y por lo tanto acostumbrados a vivir peligrosamente y mas proclives a rentabilizar en beneficio propio esas habilidades que a entregarse a las duras ingratas labores del campo. Hay que senalar ademas que en el bandolerismo espanol se distinguen dos fenomenos de naturaleza diversa. Uno seria bandolerismo en sentido propio, protagonizado por esos outsiders que de su arrojo y desprecio de la ley lograban vivir de sus fechorias. El otro es que se dio en llamar bandolerismo reflejo: el que, organizado por los caciques locales, aprovechando la inseguridad reinante y la posibilidad de imputar el crimen a otros bandoleros, les llevaba a armar y mantener partidas que asolaban la propia region donde incluso los organizadores desempenaba responsabilidades publicas. Por eso, no debe sorprender que, cuando Guardia Civil comenzo a atacar el asunto, enviara a prision a no pocos alcaldes, jefes clandestinos de otras tantas partidas de salteadores. Asi ocurria por ejemplo con el de Malcocinado (Badajoz), que habia formado una banda con dos empleados del ayuntamiento, o el de Pina (Teruel) que no solo actuaba como consejero de la partida del cabecilla el Segundo, sino que les custodiaba ademas las armas. Lo que plantea un llamativo paralelismo en este punto de la accion de la Guardia Civil con la labor de las Hermandades castellanas en la epoca medieval, al defender a la poblacion de los atropellos de los caciques de entonces, los alcaides de castillos y fortaleza

Ya lo fueran en sentido propio o respondiendo a este mecanismo reflejo, en cualquier caso los bandoleros suponian en Espana una calamidad publica de primer orden, por el dano que producian a la economia del pais pero tambien a la integridad y la dignidad de las personas. No solo eran violentos sus robos, con rotundas tecnicas de intimidacion que buscaba anular a sus victimas; aprovechandose del miedo que infundian, y de la impunidad de que gozaban, se servian de la fuerza para tomar por ella otros objetos de su codicia. No era nada infrecuente, mas bien al contrario, que las mujeres sorprendidas por los bandidos en los caminos, o en los cortijos y las casas rurales aisladas, se vieran obligadas a satisfacer otro tributo, que servia para que el maton de turno calmara sus muy viriles ardores.

Como ya anticipamos, los criminales camineros pudieron intuir muy pronto que con la llegada de los guardias civiles su epoca dorada tocaba a su fin. Uno de los primeros avisos lo recibieron en la carretera de Extremadura en la noche del 7 al 8 de diciembre de 1844. Llegando la diligencia de Talavera de la Reina al termino de Arroyomolinos, fue asaltada por un grupo de siete bandidos que obligaron a desenganchar las caballerias y amordazaron y vejaron a los viajeros. Cuando se daban a la fuga con el botin, fueron interceptados por una patrulla de guardias civiles, que los estaban aguardando. Viendo que tenian obstruido el paso, lucharon. Los cadaveres de seis bandoleros quedaron tendidos sobre el camino y el septimo cayo prisionero. Para ejemplo, el jefe politico de Madrid dio orden de que el carro con los cuerpos sin vida de los malhechores recorriera las calles de la ciudad escoltado por los guardias. La impresion fue memorable, y el alborozo entre arrieros y mayorales de diligencias, tan irrefrenable como entusiasta.

Hacer un repaso de todas las acciones y partidas desmanteladas en este decenio de 1844-54, o aun de una muestra escogida de ellas, excede de las dimensiones de este libro. Baste decir que cayeron una a una todas las «gavillas» (como tambien se las llamaba) que se habian ensenoreado de las carreteras, tanto principales (las seis radiales, sobre cuyo trazado se hicieron luego las actuales autovias) como secundarias. Por ejemplo, el clan de los Botijas, que controlaba implacablemente el paso por Despenaperros, en la carretera de Andalucia, o la banda que sembraba el terror a la altura de El Molar, en la de Francia. Para ello, los guardias combinaron toda suerte de tecnicas, desde aguardar al acecho a los bandoleros en los puntos donde solian atacar, hasta viajar escondidos en las propias diligencias. Con frecuencia debian entrar en combate con los criminales, nada dados a rendirse a la autoridad, y a menudo, por lo autoridad, y a menudo, por lo primitivo de su armamento de fuego, se luchaba cuerpo a cuerpo. No pocas muertes de bandidos por «estocada», es decir, por herida de arma blanca, registran los partes de la epoca.

Como ejemplo notable de todas estas acciones podemos reconstruir la singular historia del verdadero Curro Jimenez, el barquero de Cantillana, que inspiro la famosa serie televisiva, tan atractiva como llena de inexactitudes en su presentacion de la figura del bandido. De hecho, Francisco Lopez Jimenez, que tal era su nombre, nunca lucho (ni pudo hacerle contra los invasores franceses, ya que nacio en 1820, y mucho menos contra ningun miguelete, ya que no los habia en el extremo occidental de Andalucia, que fue su area

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