exclusiva de actuacion. Sin duda alguna, su accion mas sonada fue el asesinato de Juan Guzman, alcalde de La Algaba, que secretamente habia organizado la partida del llamado Matasiete, un ex presidiario que con otros veinte hombres trato de sorprender por encargo de Guzman al famoso caballista, para eliminar la competencia. Tras adelantarse a sus atacantes, y desembarazarse de buena parte de ellos, Curro acabo con el instigador. Esta masacre tuvo lugar cuando aun la Guardia Civil no habia llegado a la provincia, y la batida que emprendieron seis companias del ejercito fue infructuosa. Ironicamente, fue este bandido uno de los primeros detenidos por la Guardia Civil. En enero de 1845 lo atrapo el sargento Norcisa, comandante del puesto de Cantillana, su pueblo natal. Pero poco despues el escurridizo criminal se fugo de la carcel, aprovechandose de la escasa seguridad de los centros penitenciarios de la epoca. Todo un reves para los guardias, que vino a completarse cuando la partida de Jimenez les causo uno de los primeros muertos en su lucha por asegurar los caminos, el guardia Francisco Rieles. En sucesivos encuentros aun hirio a otros tres miembros del cuerpo. Pero tras un enfrentamiento, de nuevo, con los guardias del puesto de Cantillana, la banda quedo maltrecha y durante dos anos parecio que Curro Jimenez se habia esfumado sin dejar rastro. Reorganizada su partida en 1848, se unio a la sedicion carlista, en un movimiento mas tactico que ideologico, para hallar una salida a su trayectoria criminal. Pero el sargento Lasso, comandante del puesto de Sanlucar la Mayor, herido de gravedad en una de las escaramuzas del bandido con la Benemerita, y el teniente Castillo, jefe de la seccion, se juramentaron para acabar con el. Lo lograron el 2 de noviembre de 1849, fecha en que el barquero de Cantillana murio a manos de sus encarnizados perseguidores.

Prosper Merimee habia hecho famoso, tiempo atras, a Jose Maria el Tempranillo (tambien llamado por sus paisanos Medio Peo) forjando con su figura el arquetipo del bandido romantico. Pasado el ecuador del siglo, otro viajero frances, el baron de Davillier, escribio: «De los bandoleros ya no queda en Espana mas que el recuerdo. Hoy los caminos son absolutamente seguros gracias a la activa vigilancia de los civiles». Los hombres del duque habian ganado su primera gran batalla.

Capitulo 4

Revolucion y contrarrevolucion

Aparte de tener sus propios problemas, materializados en las guerras civiles derivadas del problema dinastico y, en ultima instancia, de la defectuosa cohesion y la precaria vertebracion de los reinos y territorios que la formaban, la Espana del siglo XIX no pudo sustraerse a los movimientos revolucionarios que sacudieron en esa centuria el continente, y con los que hubo de lidiar al mismo tiempo. La revolucion de 1848, que atraveso toda Europa desde que prendiera en enero su llama inicial en Palermo y Napoles, tambien llego a la peninsula Iberica y, como no podia ser de otra manera, adquirio su forma peculiar en la nunca apagada pugna entre moderados y progresistas.

Y ello, aunque en los anos previos habia habido no pocos intentos de reconciliacion. La boda real, en 1846, propicio una amplia amnistia, aprobada por el gabinete de Isturiz, el dirigente moderado que sucedio a Narvaez tras su salida de la presidencia del gobierno. Ello devolvio a las Cortes a progresistas conspicuos como Alvarez Mendizabal, lo que contribuyo a precipitar la crisis del gobierno. En los primeros meses de 1847 se sucedieron en la presidencia el duque de Sotomayor (que incorporo a la cartera de Gracia y Justicia al joven y brillante Bravo Murillo), el conocido periodista Joaquin Francisco Pacheco y el ambicioso banquero Jose de Salamanca, que intrigaba en las proximidades de la corte con el aval del marido de la reina madre, el ex guardia de Corps Fernando Munoz. A su dimision, por el curso adverso de la segunda guerra carlista,

Inglaterra maniobro para colocar en la presidencia a otro personaje de singular talento para la intriga, el general gaditano Serrano Dominguez, favorito de la reina y de larga y cambiante vida. Si unas paginas atras dabamos cuenta de su intervencion decisiva en la caida de Espartero, tras haber sido su fiel partidario, mas adelante habra de consignarse como despues de ser incondicional de Narvaez se paso al progresismo y como tras su cercania a la Corona se distinguiria en el destronamiento de Isabel II y acabaria ocupando la presidencia del poder ejecutivo de la I Republica. Pero al final fue Narvaez, que habia sido alejado de la corte como embajador en Paris, el llamado a ocupar la responsabilidad. Resistio las presiones de palacio para nombrar a Salamanca ministro de Hacienda (el banquero, de hecho, acabo huyendo del pais) y formo un gabinete de leales.

Todas estas idas y venidas en el ejecutivo se produjeron sin que hubiera en cambio alteracion alguna al frente de la inspeccion general de la Guardia Civil. De hecho, el duque de Ahumada vio como su labor era elogiada, incluso, por destacados liberales progresistas como Pascual Madoz (el autor de la segunda desamortizacion) que manifestaria que la creacion de la Guardia Civil «ofrecia al pais un elemento de seguridad a cuya sombra el comercio, la industria y la agricultura podian verse libres de los azares que desgraciadamente sufrian en Espana estas fuentes de riqueza publica». Las cifras que podia exhibir el cuerpo asi lo respaldaban. En 1846, detuvo a cerca de 5.000 delincuentes y realizo aprehensiones de contrabando por un 80 por ciento de las efectuadas por el cuerpo especializado, los Carabineros, con un total de 19.000 servicios, que en 1847 se elevaron a 21.600. Y todo ello para un cuerpo que no llegaba a los 8.000 hombres, divididos en la gestion de tantos frentes simultaneos como se expuso en el capitulo anterior. Semejante ejecutoria le valio a Ahumada el ascenso a teniente general, que le fue concedido con ocasion de la boda de la reina.

La revolucion europea no pillo desprevenido a Narvaez. El ano que habia pasado en Paris lo habia puesto al corriente de lo que se cocia en el pais vecino, y caida de Luis Felipe de Borbon y la proclamacion de la republica tras el motin del 21 de febrero debieron de sorprenderle solo hasta cierto punto. El 27 de febrero despacho a Francia al duque de Ahumada con la encomienda de rescatar a la princesa Luisa Fernanda, hermana de la reina y casada con el duque de Montpensier, hijo del destronado monarca frances. Acabo hallandola en Londres, y trayendola a Madrid el 7 de abril. El presidente del gobierno, entre tanto, controlaba de cerca los pasos de los conspiradores revolucionarios espanoles, entre los que se hallaban el coronel de la Gandara y Jose Maria Orense, ademas de los lideres progresistas mas acreditados, como Mendizabal, Madoz, Manuel Cortina y el reconvertido Patricio de la Escosura. Todos ellos planeaban proclamar la republica tras desalojar a los moderados y establecer un gobierno provisional. Narvaez llego a citar a Mendizabal a su despacho para advertirle de que estaba al corriente de lo que estaban tramando el y los suyos y ofrecerles «la rama de olivo». El ofrecimiento fue rechazado con modos altaneros, a lo que Narvaez respondio: «el dia que provoquen la sedicion, no les dare cuartel». Y desde luego, el general se atuvo a su palabra.

La revuelta estallo en Madrid el 26 de marzo, en la plaza de los Mostenses. Su estratega y director militar fue el coronel de la Gandara, con ayuda del capitan Buceta (expulsado de la Guardia Civil tras su implicacion en las revueltas gallegas) y el respaldo de unos setecientos militares esparteristas acuartelados en la villa y corte. Narvaez dividio Madrid en sectores para su defensa. A la Guardia Civil le toco la estrategica Puerta del Sol, a la que se dirigio el 1er Tercio mandado por su jefe, el coronel Purgoldt. Desde su cuartel del Teatro Real avanzaron por la calle Mayor, que limpiaron de elementos rebeldes, asi como la adyacente plaza Mayor. Ocupada la Puerta del Sol por la caballeria del Tercio, por la tarde se dirigieron los guardias a reforzar las tropas gubernamentales en la plaza de la Cebada (escenario de violentos combates) y aseguraron la Puerta de Toledo. La rebelion quedo aplastada antes de la caida de la noche. El 5 de abril se publico un decreto en el que se cubria de condecoraciones y ascensos a los guardias, que habian sido determinantes para la derrota de los revolucionarios.

Pero los cabecillas de la conspiracion lograron escapar a la represion y el 7 de mayo volvieron a intentarlo. El capitan Buceta, junto a varios sargentos, sublevo al regimiento Espana y marcho hacia la Plaza Mayor. Advertido el movimiento por una patrulla de guardias, el coronel Purgoldt acudio a tomar posiciones en la Puerta del Sol con unos doscientos hombres. El duque de Ahumada abandono la sede de la Inspeccion General para ponerse al frente de los suyos, y mientras subia por la calle Mayor, a la altura de la del Triunfo, recibio una descarga cerrada de los rebeldes que le mato al caballo y le causo una herida leve en la oreja. Logro esquivarlos y ya al mando de sus guardias ataco la Plaza Mayor, donde se habia hecho fuerte Buceta con los soldados sublevados y numerosos paisanos. El propio Narvaez y otros generales acudieron al lugar de la batalla, en la que se llego a emplear la

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