hacen las vedettes.
Gabriela estaba de pie, ante una maleta abierta y discutia con el hombre de Aduanas que movia la cabeza como diciendo que no habia la menor posibilidad de algo que Diana procuraba adivinar tras los cristales. “Ropa nueva, seguro que es exceso de ropa”, penso, y la recordo negandose a usar dos veces el mismo vestido, comprando cuanto trapo encontraba en las liquidaciones de temporada, enloquecida por no poder costear unas botas de cana alta. Pero la discusion comenzo a tomar ribetes exagerados. El hombre llamo a otro y ambos estuvieron un buen rato contemplando la maleta, ante la furia de Gabriela, que hablaba en un tono amenazante. Llevaba un bolso de mano del que no se desprendia y en el que nadie parecia reparar. Se aferraba a el con tal devocion que a Diana le resulto extrano que no lo notaran. Si algo habia de clandestino en el equipaje de su hermana, venia sin dudas en ese pequeno bolso.
Decidieron abrir la segunda maleta. Gabriela parecia mas tranquila, ahora. Con un aire de estudiada sensualidad, hurgo en su escote hasta que extrajo una cadena con una llavecita. Apenas destrabo la cerradura, un estallido de papeles dejo un reguero blanco en el piso. Gabriela no se inmuto. Miraba a los hombres y les ganaba la pulseada a fuerza de pura seduccion; parecia una domadora con su latigo pronto para tajear el aire. En un gesto rapido, tomo, como al descuido, uno de los libros que habia en la maleta y lo extendio hacia los hombres con cara de ingenua mientras les hablaba sin parar. Parecia tener algo entre las paginas, Diana los vio turbarse y devolver el libro que Gabriela conservo bajo el brazo. Diana lamentaba no poder ayudar desde afuera, pero habia algo en la actitud de su hermana que indicaba que aquello seria cuestion de segundos. Y no demoro mucho en ver como los dos hombres se arrodillaban para juntar el papelerio, mientras Gabriela volvia la llavecita a su lugar y los miraba desde la altura. Por fin, atraveso las puertas con expresion de picardia infantil. Intercambio miradas con su hermana y solto una carcajada. Se apretaron en un abrazo hasta que alguien les dijo que entorpecian el transito de los demas pasajeros.
– ?La misma loca de siempre! ?Que traias? -pregunto Diana.
– Cosas mias.
– Pero, casi te dejan, ?eh?
Gabriela hizo un gesto irreverente.
– Si, si, ahora porque estas de este lado, pero un poquito mas y… ?cuanto les diste?
– Nada.
– Te vi. En el libro.
Gabriela repitio la carcajada y Diana penso que dos anos sin verse eran demasiado tiempo.
– ?Este libro? -y se lo extendio a la hermana con aquella complicidad de la infancia que ambas entendian.
Diana miro la portada con una foto de una pareja desnuda, entreverada en una posicion mas propia de un contorsionista que de una sesion amorosa.
– No ves que sos una loca. ?Y que les dijiste?
– Les dije que era sexologa, que venia de un congreso, ?ves?; tambien les mostre esta acreditacion que siempre tengo, por las dudas. Eso los impresiona mucho.
Diana le dedico una mirada de admiracion que se multiplico en sorpresa cuando vio que aquello que abultaba en el libro era una toallita femenina puesta entre sus paginas a modo de marcador.
De: Granuja
Para: Diana
Enviado: miercoles 9 de julio de 2003, 00:35
Asunto: MANANA
Preciosa, hace un mes que sueno con una cara imaginada. Cuando voy a conocerte? Sabes que no borre ni un mensaje desde que empezamos a escribimos? Hoy los conte y son mas de setenta. Y algunos, larguisimos. Por que no puedo verte? No seras una viejita libidinosa que se aprovecha de este cuarenton en pena, no? Hoy tuve un dia imbancable. Puros problemas. Todo se complico y estoy molido. Me voy a la cama apenas termine de escribirte. Muerto de frio. Esta casa es demasiado grande para mi, pero no quiero mudarme. Estaba en pedazos cuando la compre y la hice a mi gusto. Claro que tenia otra vida en mente, pero, viste como son las cosas, a veces cambia todo en un segundo. Decime que me aceptas un cafecito. Dale, linda, un cafecito, nada mas. Que te parece manana? Mira, cambie de idea, voy a quedarme aqui sentado hasta que me contestes. Si ves en el diario que aparecio un tipo congelado frente a una computadora, sera tu culpa. Te mando un beso, dos besos, tres, todos los besos.
G.
De: Diana
Para: Granuja
Enviado: miercoles 9 de julio de 2003, 01:45
Asunto: Me tengo fe, caballero
?Viejita libidinosa? Pero, ?quien se cree usted que es? Para que sepa, todavia no piso los cuarenta y lo que llevo, lo llevo muy bien. No sere una diosa, pero me tengo fe, caballero. Y si no he querido verlo es porque usted es mas misterioso que yo. ?Mas de setenta mails, dice? Y sigue sin decirme su nombre. ?Que puedo pensar? Algo grande habra que lo quiere esconder tanto. Me temo lo peor.
Manana tampoco podra ser. Llega mi hermana de Lima. Tengo que ir a buscarla al aeropuerto. ?Uy! No me diga que se quedo toda la noche esperando mi respuesta, ?pobrecito! Es que ayer me acoste temprano y recien hoy lo encuentro por aqui. Espero que no se haya enfriado. Yo tambien le mando unos cuantos besos.
Diana
P.D.: El otro dia le mande un mail con una falta de ortografia horrible. Creo que fue “precencia” o algo asi. Le pase el corrector despues y ahi salto, aunque vio que uno no puede confiar mucho en estos correctores. Uno no puede confiar en nada.
III
– No sabia que manejaras tan bien -Gabriela se arrepintio al instante-. Disculpame.
– No me molesta, cuando te fuiste no manejaba. Estaba paralizada. No me preguntes que me sacudio, pero no queria seguir asi. Sobre todo porque lo recargaba a Nando.
– ?Como esta mi cunadito?
– Contento de verte.
– ?Buen mozo?
– El de siempre. Nada mas tiene unas canas que…
– ?Uh! Ya me lo imagino. Cuarenton irresistible.
Diana la miro con algo de tristeza.
– Puede ser. Yo lo noto igual que antes.
– Y tu estas mas delgada. ?Que haces para estar asi?
– Escuchame, payasa, ?queres dejar ese tonito peruano insoportable?
– Se me pego -rio Gabriela-. Lo peor es que ahora hablo un cocoliche del demonio. Hay dias en que ando vos para aqui, vos para alla. Al otro, vuelvo al tu. Hay gente en la universidad que me quiere estudiar como un fenomeno de aculturacion o no se que.
– Dejate de bobadas. Decime, ?se me nota que estoy mas flaca?
– Siempre fuiste flaca, pero ahora estas como con cinturita.
– Dieta.
– A ver si se me contagia. Me vendria bien rebajar un poco.
Tomaron una curva que les abrio el paisaje a la ciudad. Gabriela suspiro y forzo un espacio de silencio en el que solo habia lugar para los recuerdos. La silueta de los edificios se recortaba sobre el atardecer. “Los cielos de