gargantas brotaban las exclamaciones. Viviana sonrio. Amaba los fuegos artificiales. Eva, que era Ministra de Seguridad y Defensa, habia dispuesto que ella y las demas bajaran del estrado y se retiraran a mirar las luces desde un sitio mas seguro, pero Viviana no se movio, cautivada por la luz y por el efecto del cielo encendido sobre los rostros de aquella multitud subitamente transportada a los portentos de la infancia. Ajena ya a su rol de protagonista, normalizado el flujo de adrenalina de su actuacion publica, pudo, en ese instante de reposo, reparar en un hombre con la cabeza cubierta por una gorra azul de camionero que se abria paso entre la multitud. Lo vio acercarse y alzar los brazos a poca distancia como para sacarse una sudadera por la cabeza. Muy tarde reconocio su intencion. No oyo el disparo pero un calor viscoso la golpeo fuertemente en el pecho y la frente y la hizo perder el equilibrio. Cayo hacia atras sin remedio, desplomandose cuan larga era. Aun alcanzo a oir el griterio que irrumpio a su alrededor. Vio un hombre flaco, tambien de gorra, con cara de buen samaritano inclinarse sobre ella. Quebrandose en el caleidoscopio del liquido tornasol en el que lentamente sintio hundirse, vio los rostros de Eva, Martina y Rebeca como reflejos asomados a un estanque. Cuando oyo el aullar planidero de las ambulancias, ya sus pensamientos, como si alguien hubiese abierto una trampa, corrian a desaguar en un total silencio.
(Materiales historicos)
Transcripcion integra del relato de Jose de la Aritmetica
Eva Salvatierra: Diga su nombre y sus generales, por favor.
J. A.: Jose de la Aritmetica Sanchez, tengo 50 anos, soy casado, vivo en el reparto Volga… ?Esta bien o le digo mas?
E. S.: Esta bien. Don Jose, quiero que me diga, por favor, lo que paso en la plaza. ?Donde estaba usted cuando los disparos? ?Que vio?
J. A.: Pues mire, si quiere que le diga mi opinion sobre quien disparo tiene que oirme todo el cuento desde el principio, porque yo creo que las cosas no pasan de un dia para el otro, y yo le voy a contar mi impresion desde el mismisimo dia que la presidenta Viviana tomo posesion porque yo estaba alli, ?oyo? Yo no me pierdo de mitines, marchas o manifestaciones. Vivo pendiente de la politica y de cualquier otro molote. Son para mi lo que la Navidad para los comerciantes. A cualquier asoleado le gusta comerse un raspado y los mios son de primera.
Yo nunca me hubiera imaginado que ustedes, las mujeres, iban a mandarnos. Hasta me rei al comienzo de la campana electoral, se lo admito, cuando aparecieron presentando su partido con la bandera del piecito. Cierto que llevaban a un personaje como Viviana Sanson de candidata, pero a mi eso no me parecia suficiente. Si dicen que el habito no hace al monje, yo diria que un programa de television tampoco. No le niego que todas ustedes me parecieron muy inteligentes. Cuando hablaban de que ya estaban hartas de que nosotros los hombres siguieramos desbaratando el pais, de los robos al Estado y desmanes, claro que yo entendia a que se referian, aunque no fuera mujer. Y para que negarlo: me gusto esa idea de que iban a ser las madres de todos los necesitados, de que limpiarian el pais como si se tratara de una casa mal cuidada, que lo iban a barrer y a pasarle lampazo hasta sacarle brillo. Usted hubiera visto a mi mujer y mis hijas fascinadas cuando oian esas cosas. Lo del erotismo pues si me parecio extrano porque para mi eroticos son los calendarios que regalan en Navidad en las ferreterias con las mujeres hermosotas en panos menores. Que hablaran de eso pues no me parecia serio, no me parecia que calzaba en los discursos de lo que se necesita para gobernar una nacion, aunque debo aclararle que yo no comulgo con esos que las andan criticando porque dicen que ustedes aceptan que cada quien es libre para hacer el sexo con quien quiera: hombres y mujeres; mujeres con mujeres, hombres con hombres. Yo, por ultimo, ya no me meto. Cada persona es duena de su calzon o su portanuela. Alla ellos. Que las explicaciones se las den al todopoderoso de alla arriba, a mi con tal de que no me toque ver funciones en vivo, me tiene sin cuidado. Sera porque tengo cinco hijas mujeres que Dios guarde que yo diga algo, me caen encima. No les gusta ni que les diga maricas a los maricas… Resulta que ahora son gays, socios, que se yo.
E. S.: Don Jose…
J. A.: Ya, perdone, es que creo que es bueno que usted oiga lo que piensa alguien como yo, un ciudadano comun y corriente. La cosa es que cuando exploto el volcan, despues de esos dias de oscuridad, usted sabe como nos quedamos los hombres: acabados, pasivos. A ustedes nadie se les opuso. Ganaron la Presidencia y la mayoria en la Asamblea con los votos de las mujeres. Nosotros no teniamos animo para nada. Eramos como electrodomesticos que alguien desenchufo. ?Lo recuerdo tan bien! La extraneza que nos entro a todos y que nos dejo fuera de combate; sumisos, sedita. ?Santo Dios, Santo Fuerte! ?Que dias esos! Usted hubiera visto como se reian mis vecinas cuando me vieron pasar empujando mi carrito de raspados camino a la manifestacion en la que celebraron su victoria; yo caminando como esos perros, con la cola entre las piernas. En esos dias parecia que los hombres ya nunca levantariamos cabeza. Pero claro que el colmo fue -y no se me impaciente- cuando la Presidenta decreto que todo su gabinete, incluyendo la jefatura del ejercito y la policia, estaria integrado solo por mujeres; que en su gobierno no quedaria ningun hombre, ni siquiera un chofer, ni un vigilante, ni un soldado. ?Se acuerda usted? Dijo que las mujeres necesitaban gobernar solas un tiempo, y que, mientras tanto, los hombres se dedicaran a reponer fuerzas cuidando a sus hijos y atendiendo solamente responsabilidades familiares. Asi se repondrian del toxico del volcan, la falta de la hormona esa. ?Como es que se llama?
E. S.: La testosterona, don Jose, el humo del volcan les redujo los niveles de testosterona; asi se llama la hormona.
J. A.: Ni pronunciarla puedo. Terrona le dicen en mi barrio. Pero la cosa, como usted sabe, es que apartaron a ese poco de hombres sin asco. A mi ese extremismo no me parecio nada conveniente. Por lo menos cuando la mayoria de los ministros y gente importante del gobierno eran hombres, siempre quedaban las secretarias, las contadoras, las que se encargaban de la limpieza… Ahora ni para eso nos iban a ocupar a nosotros. Y yo para mis adentros pense que los choferes, por lo menos, debian quedarse. Si se arruinaba un carro, se les ponchaba una llanta, mentira que ustedes, las mujeres, iban a poder hacer lo que un hombre. Hay cosas que cada cual hace mejor. Sobre eso no hay vuelta que darle. Yo no me voy a poner a discutir sobre la miel de los raspados con mi mujer. Ella es la que sabe escoger las mejores pinas, cuanta azucar echarle a la leche, cuanto cocerla para que no le quede muy espesa.
E. S.: Pues para que sepa, don Jose, que los mejores cocineros del mundo son hombres… Y ademas recuerde que esa medida es temporal…
J. A.: Pero ya ve cuanto resentimiento agarraron algunos… Seguro quien le disparo a la Presidenta fue un resentido…
E. S.: Puede ser. Eso es lo que quisieramos saber. Aclareme una curiosidad que tengo: ?como es que usted se llama Jose de la Aritmetica?
J. A.: Mi mama era analfabeta. Me quiso poner nombre de santo, del que enterro a Jesus.
E. S.: ?Jose de Arimatea?
J. A.: A lo mejor. Pero ella decidio que era de la Aritmetica. Penso que sonaba a nombre de persona inteligente.
E. S.: Y dejeme que le pregunte: ?usted vio al hombre que disparo?
J. A.: Verlo, verlo, no lo vi. Yo estaba cuidando mi carrito porque en esos molotes, como usted bien debe saber, siempre andan los amigos de lo ajeno, y ademas, los fuegos artificiales me dan ardor en los ojos. Y es de esas cosas que ve uno una vez y ya las vio todas, ?me entiende? No me parecen la gran cosa. Asi que yo avance para bordear la tarima y regresarme a mi casa antes de que saliera toda la gente en estampida y, bueno, queria pasar mas cerca de la Presidenta y fue entonces cuando la vi parada, como congelada. Y luego hizo ese movimiento extrano que hacen los baleados, se le sacudio el cuerpo. Entonces yo ni lo pense, fijese. Para mi era claro que le habian dado. Me encarame sobre la tapa del carreton, salte a la tarima y justo llegaba yo cuando ella venia cayendo. Me quedo viendo, asustada. Hasta me pongo erizo cuando me acuerdo.
E. S.: ?De donde cree que salio el tiro?
J. A.: Frente a ella. Fue alguien que estaba frente a ella, mas alla de la barrera policial.
E. S.: ?Lo vio? ?Podria describirlo?
J. A.: Yo me voltee a mirar a la gente, ya cuando estaba con la Presidenta, a ver si veia quien habia sido. Vi a alguien perderse entre la gente y llevaba una visera, una gorra, algo oscuro, azul, creo, sobre la cabeza…
E. S.: ?Un hombre?