Los altos picos de Faguas no contaban con un Principito que los deshollinara periodicamente como hacia este con los pequenos volcanes de su pais; se limpiaban solos escupiendo lava y cenizas. El volcan Mitre era un hermosisimo ejemplar que por siglos habia vigilado como un alto y conico paquidermo la ciudad. El volcan era fuente de leyendas en Faguas. Los cronistas de Indias dieron cuenta de la huida de los colonos espanoles de los primeros asentamientos en el siglo xvi a consecuencia de la actividad del Mitre. Tras un exodo desordenado en carretas y a caballo los colonizadores se instalaron en la orilla de la laguna y alli establecieron la capital del pais. No fueron muy lejos. De la ciudad que fundaron, y que aun fungia como tal, se veia nitido el perfecto cono gris pintado aqui y alla de vetas rojizas. Cual alto vigia en el horizonte, el Mitre cazaba nubes, se las arrollaba a la garganta, lucia largas estolas rosas y purpuras en el sol del atardecer.

Pero esa tarde el Mitre dejo su placido rol de telon de fondo. Para demostrar que estaba vivito y coleando se lleno de venas rojas que lo surcaban desde el pico a las faldas y soplo de la boca del crater a intervalos primero, como si aprendiera a respirar, y luego, como dragon medieval furioso, una densa nube oscura, cruzada aqui y alla por delgadas lineas de fuego. La radio empezo a emitir el caracteristico pitido de emergencia. Un locutor histerico hablo de evacuar las zonas mas proximas y de procurarse refugio para la nube de gases. Como era usual en Faguas, ni el ni nadie explico a que tipo de refugio se referia.

Viviana se asomo a la ventana. El cielo encapotado empezaba rapidamente a oscurecerse. En menos de quince minutos el sol de las tres de la tarde se oculto sin dejar rastro. Odiaba sentirse impotente, asi que se puso en movimiento.

– Cerremos la oficina y se vienen todas conmigo a mi casa -ordeno, tensa.

Ella vivia sobre la sierra, en la zona alta. Era logico pensar que estarian mas seguras alli que en el valle de la ciudad. Habia arreglado con su madre que recogiera a Celeste en la escuela.

A excepcion de Ifi y Rebeca que partieron a sus hogares, a reunirse con hijos y maridos, las demas montaron nerviosas en sus vehiculos y salieron tras ella. Encontraron largas filas de trafico moviendose lentas para salir de la ciudad. Cuando al fin arribaron a la casa, entraron apresuradas. Viviana abrazo a Celeste y a su madre. La oscuridad era densa y espesa y un olor a azufre permeaba el ambiente. Se sacudieron del pelo la ceniza, que como una nieve gris y volatil iba cubriendo los tejados, las carrocerias de los coches y la superficie de las calles.

Tres dias duro la noche que empezo esa tarde y tres dias estuvo el pais entero hundido en la negrura de un hollin malsano cuyos gases, si bien no mataron a nadie, obligaron a la gente a encerrarse en las casas y hervir grandes porras de agua para humedecer el ambiente y lavar de alguna manera las vias respiratorias y los pulmones.

En la sala, dormitorio y estudio de su casa, sobre sofas y mantas, ella acomodo a Eva, Martina, Juana de Arco y las otras muchachas de la oficina. Hubo que preparar comidas, distraer a Celeste y preocuparse por los alcances del inesperado cataclismo. Rebeca e Ifigenia se reportaron sanas y salvas desde sus casas. No quedaba otra cosa mas que esperar. Esperar y estar prendidas a la radio, a la television. Desde su cuarto, Viviana veia el volcan. Hasta entonces lo habia considerado hermoso, parte de un paisaje placido cuya contemplacion alegraba sus atardeceres. Era quizas mas hermoso ahora en su furia, penso, revelando su identidad de caldera, escupiendo destellos de fuego liquido que refulgian en medio de la noche. En que mala hora, sin embargo, se le habia ocurrido despertar. Curiosamente no era el miedo sino la impaciencia la que la consumia. En manos del volcan estaba su carrera politica. Se sintio egoista, absurda, por preocuparse de si no seria aquel el fin de su campana o un mal pronostico. No seamos pesimistas, dijo Martina, quien se habia dedicado a consolar a Juana de Arco. La muchacha habia entrado en un silencio mudo que nadie podia penetrar. Le sucedia a veces, pero Martina tenia su manera de calmarla. La trataba como nina y ella se dejaba, fumando sin parar.

Eva, que era de una calma asombrosa, ayudaba a Consuelo a cocinar, a hervir agua.

Al cuarto dia, la humareda empezo a ceder y el color de la columna cambio a gris, a cafezusco y luego a blanco. El cielo empezo a aclararse. La cordura retorno a la voz de los histericos periodistas. Afortunadamente el volcan no habia perdido los estribos; su erupcion, ademas de la densa oscuridad, produjo un derrame de lava que se circunscribio al destrozo de cultivos y caserios vecinos. Aunque el evento quedo registrado en el habla popular como 'la explosion del Mitre', no hubo tal; la integridad de las grandes ciudades no fue afectada. Al ver en los reportajes televisivos el recuento de los danos, las imagenes de la pobre gente llevada como ganado a refugios de champas de plastico negro, Viviana reacciono. Alistemonos para ir a los campos de refugiados, dijo. Empacaron agua, provisiones, mantas que colectaron de amigos y vecinos. El estado mayor del pie visito las comarcas cercanas al volcan. Bajo un sol inclemente, en terrenos baldios, encontraron a la gente vagando sin rumbo entre las infernales tiendas que, conociendo al gobierno de Faguas, serian sus casas por largo tiempo. Las grandes polvaredas que rafagas de viento recogian de la tierra seca irritaban los pulmones. Ninos, hombres y mujeres, en medio de accesos de tos, se consolaban y ayudaban entre ellos, sus caras y sus cuerpos hasta las pestanas tiznados de una mezcla de cenizas y polvo que los hacia parecer zombis. Apenas tenian que comer. No habia agua potable. Una pipa llegaba por la manana y la gente se alineaba en grandes filas a recogerla en baldes para suplir sus necesidades. Cundian las enfermedades gastricas y la desesperacion.

Salieron de alli deprimidas, abrumadas por la impotencia de no poder dar mas que el consuelo de sus palabras, de su presencia.

A falta de otro recurso, rabiosa al ver la indiferencia del gobierno ante la tragedia, Viviana, que hasta el inicio de su campana habia conducido un exitoso programa de television, recluto artistas, comicos y deportistas y organizo un maraton televisivo para recoger dinero para los damnificados. De nuevo, como otras veces en la historia de Faguas, la cooperacion internacional destinada a la emergencia termino siendo usada por funcionarios publicos o gente cercana al poder que, de la noche a la manana, se hizo rica y se construyo palacetes, tanto en la ciudad como en la playa.

Jamas imaginaron ellas en esos dias el regalo que les depararia el volcan.

No fue sino con el transcurrir de las semanas que se enteraron del curioso efecto de la nube negra. Rebeca e Ifigenia, las dos casadas, reportaron una extrana somnolencia en sus maridos. Parece que lo pico la mosca tse- tse, dijo Rebeca, intrigadisima. Ifigenia, por su parte, menos discreta con sus intimidades, llego a su oficina en la casa de campana y le solto el cuento: No lo vas a creer Viviana. En medio de mis maromas en la cama con Martin, cuando le estaba dando uno de esos tratamientos que a el mas le gustan, que me funcionan como magia, note algo raro. Levante la cabeza y ?que crees? ?Estaba dormido! ?Kaput! ?Podes creerlo? Es rarisimo.

La libido decaida de los hombres fue la que dio la pista cientifica de que algo anormal sucedia. Se consulto con las brigadas medicas que asistian a los refugiados. Tras los examenes correspondientes, resulto que si el indice normal de testosterona en los hombres es de 350 a 1240 nanogramos por decilitro, en Faguas la muestra de hombres de toda edad que examinaron solo registraba 50 o 60 nanogramos. Nuevas e intrincadas pruebas de laboratorio indicaron que los gases del volcan eran responsables del efecto que inesperadamente bendecia a Faguas con una mansedumbre masculina nunca vista.

– ?Voy a creer en Dios! ?Voy a creer en Dios! -gritaba Martina en el ultimo mes de campana.

Y es que, entre la dulcificacion de los hombres y las estupideces del gobierno, el Partido de la Izquierda Erotica se coloco a la cabeza en las encuestas.

Viviana rehuso atribuir su victoria al Mitre. Preferia pensar que la campana del pie, no solo habia desafiado los esquemas de hombres y mujeres, sino que habia logrado que las votantes (mas de la mitad del electorado) vislumbraran al fin una ilusion de igualdad capaz de llevarlas a confiar en la imaginacion del pie y darle la mision de realizar sus deseos. En las tardes, sin embargo, tomando una copa de vino y mirando al volcan erecto sobre el paisaje, alzaba hacia el su copa con un guino de agradecimiento. Fue ese gesto el que motivo a Martina a recoger los trozos de lava y montarlos sobre madera como souvenir.

El deficit de testosterona en un pais mas bien iletrado genero derivaciones a cual mas disparatadas del nombre de la hormona culpable de la desidia masculina: tensionterrona, tetasterona, tedasterona, tesonterona, terraterrona, le llamaron. La testosterona se convirtio en el Santo Grial, el Vellocino de Oro de los argonautas de Faguas. Todos los hombres querian que volviera y salian a buscarla por tierra y por mar a los mercados, el ciberespacio y las boticas.

Viviana devolvio la roca a la repisa, sonriendo maravillada por el prodigio aquel de haberse transportado nitidamente al recuerdo, como si el objeto hubiese contenido dentro de si un trozo de tiempo, un pergamino arrollado capaz de desplegarse y envolverla de nuevo en los olores, dialogos y sensaciones de su pasado.

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