Susanna Tamaro

Escucha Mi Voz

Traduccion del italiano por Guadalupe Ramirez

Ascolta la mia voce

Primera edicion: enero 2007

A Daisy Nathan

Volved a mi y yo volvere a vosotros

Malaquias 3, 7

PRELUDIO

1

Tal vez la primera senal fuera la tala del arbol.

No me habias dicho nada, no eran cosas que incumbieran a los ninos, y asi, una manana de invierno, mientras yo escuchaba en clase con una profunda sensacion de ajenidad las virtudes del minimo comun multiplo, la sierra agredia el candor plateado de su corteza; mientras arrastraba los pies por el patio del recreo, astillas de su vida caian como nieve sobre la cabeza de las hormigas.

La devastacion me cayo encima al volver del colegio. En la hierba, en el lugar del nogal, habia un abismo negro, el tronco ya serrado en tres partes y sin sus ramas yacia en el suelo mientras un hombre con la cara congestionada, envuelto por el humo sucio del gasoleo, intentaba extirpar las raices aferrandolas con las grandes tenazas de una excavadora; la maquina chirriaba, resoplaba, reculaba y se encabritaba entre las imprecaciones del obrero: esas malditas raices no querian abandonar la tierra, eran mas profundas de lo previsto, mas tercas.

Mi arbol -el arbol con el que creci y cuya compania yo estaba convencida de que me seguiria a lo largo de los anos, el arbol bajo el cual pensaba que crecerian mis hijos- habia sido desarraigado. Su caida arrastro consigo muchas cosas: mi sueno, mi alegria, mi aparente despreocupacion. El crujido de su caida, una explosion; un antes, un despues; una luz diferente, la oscuridad que se hace intermitente. Oscuridad de dia, oscuridad de noche, oscuridad en pleno verano. Y, desde la oscuridad, una certeza: la cienaga en la que estoy obligada a avanzar es el dolor.

Al morir el gran nogal llore durante dias. Al principio tratabas de consolarme. ?Como podia provocar una desolacion tan grande cortar un arbol? Tu tambien amabas los arboles, jamas harias una cosa asi para herirme; tomaste esta decision porque daba problemas, estaba demasiado cerca de la casa y tambien del cedro; los arboles necesitan espacio, repetias, y ademas, cualquier dia, quien sabe, una raiz podria aparecer por el desague de la banera como el tentaculo de un nautilo, y yo no podia querer que sucediera una cosa tan horrible, ?no? Intentabas hacerme reir, o al menos sonreir, sin ningun exito.

Reprochar nunca ha sido un rasgo de mi caracter. La distancia entre los planetas no es culpa de nadie sino de las distintas leyes de gravitacion, el horizonte que se abre es distinto, lo sabias tambien tu que me leias siempre El Principito: cada asteroide tiene su tipo de habitante. Sentia solo un ligero estupor por tu falta de consideracion hacia el baobab: el nogal era exactamente como el baobab. El rosal que quisiste comprarme despues no logro sustituirlo de ninguna manera.

Una rosa atrae la mirada, el olfato, pero despues se corta, termina en un jarron y al final en la basura. El arbol amado, en cambio, echa raices alrededor de nuestro corazon, cuando muere se secan y se desprenden dejando minusculas pero indelebles cicatrices como recordatorio.

A menudo, en las noches de mi infancia, te sentabas al lado de mi cama y me contabas un cuento; de todo ese revuelo de princesas, hechizos, animales monstruosos y hechos asombrosos se me quedaron en la mente solo dos imagenes: los ojos amarillos de los lobos y los pasos poco agraciados y sordos del Golem; los primeros estaban al acecho entre el bosque y los caminos solitarios, mientras que el Golem podia ir donde quisiera, sabia abrir y cerrar las puertas, subir las escaleras; no devoraba a los ninos ni los transformaba en monstruos, sin embargo, me aterrorizaba mas que cualquier otra criatura y no era aire sino hielo lo que respiraba al evocar su nombre.

Apabullada por esas sombras amenazadoras decidi levantarme y llegar hasta el lugar donde antes se alzaba el arbol.

Era una noche de principios de otono, no fria pero humeda, en el aire flotaba un perfume de esencias que restituia destellos del verano; a lo mejor provenia de las manzanas, unas aun en las ramas, otras ya podridas en tierra, o tal vez de las pequenas ciruelas de pulpa amarilla, apenas maduras. La temperatura aun no habia llegado a bajo cero y por lo tanto habian caido pocas hojas, caminaba sobre la hierba todavia verde salpicada de ciclaminos silvestres y de algun jaramago que se habia librado de tu limpieza.

Porque ese nogal -que antes estaba y despues ya no- era mi espejo, el primer espejo de mi vida. De rodillas en la tierra herida, asomada a ese abismo, inmersa en la siniestra luz de la luna, con una semilla en la mano y el corazon aparentemente vacio, de repente comprendi que en mi vida no levantaria edificios ni haria fortuna, ni tampoco formaria una familia. Mientras una pina del cedro se desplomaba con estrepito en el suelo a mi lado, vi con claridad que el camino que se abria ante mi era el camino arduo y perennemente solitario de las preguntas.

2

Si regreso a la casa con la memoria, la veo envuelta en la luz del alba. Es todavia otono porque, en la tibieza de los primeros rayos, la tierra empieza a humear y la niebla asciende. La veo siempre desde lo alto y de lejos, como un pajaro en vuelo; me acerco lentamente y observo las ventanas -cuantas estan abiertas y cuantas cerradas-, controlo el estado del jardin, los hilos del tendedero, la herrumbre de la verja; no tengo prisa en bajar, es como si quisiera cerciorarme de que esa casa es de verdad mi casa, de que esa historia es mi historia.

Parece ser que las aves migratorias se comportan de la misma manera, recorren miles de kilometros sin ningun tipo de distraccion, despues, cuando llegan a la zona en la que el ano precedente han puesto su huevo, empiezan a controlar: ?sigue alli el castano de Indias de flores blancas? ?Y el automovil de color verde? ?Y la simpatica senora que sacudia siempre en la hierba las migas del mantel? Observan todo con precision, porque durante meses en los desiertos de Africa esa senora y ese automovil han permanecido en su mente. Pero el mundo esta lleno de senoras amables y de automoviles verdes, ?cual es entonces el factor determinante?

No es una vision, sino un olor, el conjunto de los perfumes que pueblan el aire en las cercanias del nido: si la fragancia del lilo y la del tilo se superponen por un instante, pues bien, esa es la casa, el lugar exacto al que regresar.

En cambio el olor que me invadio al regresar de America fue el de las hojas mojadas que no logran arder;

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