Cogi mi maletin.
– Bueno, no puedo ayudarte si no me lo dices.
Y al ver que me levantaba para irme, dijo por fin:
– ?Es solo… esta casa!
– ?Esta casa? Bueno, ?que le pasa?
– ?Oh, doctor, no es una casa nada normal! ?Es grandisima! Tienes que caminar mas de un kilometro para llegar a cualquier sitio, y hay tanto silencio que te pone los pelos de punta. Esta bien de dia, cuando estoy trabajando y esta aqui la senora Bazeley. Pero de noche estoy sola. ?No se oye nada! Tengo suenos horribles… Y no seria tan malo si no me hicieran subir esa escalera vieja de detras. Con todas esas esquinas, no sabes lo que hay a la vuelta. ?A veces creo que voy a
– ?Morirte de miedo? -dije-. ?En esta casa preciosa? Tienes suerte de vivir aqui. Miralo asi.
– ?Suerte! -dijo ella, incredula-. Todas mis amigas dicen que estoy loca por venir aqui a servir. ?En casa se rien de mi! Nunca veo a nadie. Nunca salgo. Todos mis primos trabajan en fabricas. Y yo tambien habria podido… ?pero mi padre no me deja! No le gusta. Dice que en las fabricas las chicas se vuelven salvajes. Dice que tengo que quedarme un ano aqui y aprender tareas de casa y buenos modales. ?Un ano! Me morire de panico, seguro. O eso, o me muero de verguenza. ?Tendria que ver usted el vestido y la cofia viejos y espantosos que me ponen! ?Oh, doctor, no es justo!
Habia hecho una bola con el panuelo y, mientras hablaba, lo tiro al suelo.
Me agache para recogerlo.
– Madre mia, que rabieta… Un ano pasa enseguida, ?sabes? Cuando seas mas mayor, te parecera que no era nada.
– ?Pero ahora no soy mayor!
– ?Cuantos anos tienes?
– Catorce. ?Pero aqui metida podria tener noventa!
Me rei.
– Vamos, no seas tonta. A ver, ?que hacemos ahora? Supongo que deberia cobrar de algun modo. ?Quieres que les diga algo a los Ayres? Seguro que no quieren que estes descontenta.
– Oh, ellos solo quieren hacerme trabajar.
– Bueno, ?que tal si les dijera unas palabras a tus padres?
– ?No me haga reir! Mi madre se pasa la mitad del tiempo con sus comadres; le da igual donde estoy. Mi padre es un inutil. Lo unico que hace es gritar como un loco. Se pasa todo el dia gritando y peleando. Luego se da media vuelta y se lleva a mi madre, ?siempre! Me ha puesto a servir solo para que no me vuelva como ella.
– Bueno, ?por que demonios quieres volver a casa? Parece que estas mucho mejor aqui.
– No quiero volver a
La cara se le habia ensombrecido de pura frustracion. Ahora parecia menos una nina y mas un animal joven, ligeramente peligroso. Pero me vio observarla y el asomo de mal genio empezo a borrarse. Volvio a compadecerse, suspirando como una desdichada y cerrando los ojos hinchados. Guardamos un momento de silencio y yo pasee la mirada por aquel cuarto triste, casi subterraneo. El silencio era tan puro que parecia presurizado: al menos en esto, ella tenia razon. El aire era fresco, pero curiosamente lastrado; de algun modo eras consciente de la mansion de arriba; consciente incluso del reptante caos de ortigas y maleza que se extendia fuera.
Pense en mi madre. Era probablemente mas joven que Betty la primera vez que vino a Hundreds Hall. Me levante.
– Bueno, querida, me temo que tenemos que apechugar de vez en cuando con cosas que no nos gustan. Eso se llama la vida, y no tiene cura. Pero ?que me dices a esto? Te quedas en la cama todo el dia y lo consideramos un dia festivo. No le dire a la senorita Ayres que has estado fingiendo, y te mandare un preparado para el estomago; puedes mirar el frasco y recordar lo cerca que has estado de perder el apendice. Pero le
Me miro un segundo con sus superficiales ojos grises. Dijo, con un susurro lastimero:
– Gracias, doctor.
Cuando la deje, se dio media vuelta en la cama, mostrando la nuca blanca y las pequenas paletas afiladas de sus hombros estrechos.
El corredor estaba vacio cuando sali pero, igual que antes, al sonido de la puerta cerrandose el perro empezo a ladrar; hubo un revuelo de patas y pezunas y salio disparado de la cocina. Pero esta vez no salio tan alocado y su agitacion se calmo enseguida, hasta que se dejo, feliz, dar unas palmadas y tirar de las orejas. Caroline aparecio en la puerta de la cocina, secandose las manos con un trapo que manipulaba con energia entre los dedos, como lo haria un ama de casa. Adverti que en la pared detras de ella todavia estaba aquella caja de timbres y cables: la imperiosa maquinita concebida para llamar a la servidumbre al reino mas grandioso de arriba.
– ?Como esta? -pregunto, cuando el perro y yo nos dirigimos hacia ella.
– Un ligero trastorno gastrico, eso es todo -dije, sin vacilacion-. Nada serio, pero ha hecho muy bien en llamarme. Ningun cuidado es poco en estos casos de estomago, sobre todo en este clima. Le mandare una receta, y dejela descansar uno o dos dias… Pero hay otra cosa. -Ya habia llegado a su lado y baje la voz-. Tengo la impresion de que echa en falta su casa. ?No lo ha notado?
Ella fruncio el ceno.
– Hasta ahora parecia estar muy bien. Necesitara tiempo para habituarse, me figuro.
– Y duerme aqui abajo sola, ?no? Debe de parecerle un lugar solitario. Ha dicho algo de una escalera que le da escalofrios…
Se le ilumino la cara, puso una expresion casi divertida.
– Ah,
– Usted ha vivido aqui toda la vida, por supuesto -dije, al cabo de un segundo-. ?No encontraria un modo de calmarla?
Ella se cruzo de brazos.
– ?Quiza empezar a leerle cuentos a la hora de acostarse?
– Es casi una nina, senorita Ayres.
– ?Pues no la tratamos mal, si es lo que esta pensando! Le pagamos mas de lo que podemos. Come lo mismo que nosotros. La verdad es que en muchos aspectos esta mejor que nosotros.
– Si -respondi-, su hermano ha dicho algo parecido.
Lo dije con frialdad y ella se sonrojo, sin que el rubor le favoreciera mucho, al subirle hasta la garganta y
– Si quiere que le diga la verdad, hariamos lo que fuera para que Betty estuviera contenta -dijo-. Lo cierto es que no podemos perderla. Nuestra asistenta diaria hace lo que puede, pero esta casa necesita mas de una criada y en los ultimos anos ha sido casi imposible encontrar chicas, estando tan lejos de las lineas de autobuses y esas cosas. La ultima sirvienta se quedo tres dias. Eso fue en enero. Hasta que llego Betty, casi todo el trabajo lo hacia yo misma… Pero me alegro de que este bien. De verdad.