memorista que las escribiera. Tres anos despues de su absolucion, Nopal se vio de nuevo implicado en otra muerte violenta, esta vez la de su secretario particular. El habia sido el ultimo en ver a la victima con vida y estuvo algun tiempo en el punto de mira de la policia, aunque al final ni siquiera llego a ser procesado. Como es natural, todos estos turbios incidentes aumentaron las ventas de sus libros. No habia como tener una reputacion fatal para hacerse famoso en este mundo.

Bruna miro con atencion el rostro de Nopal. Si, era atractivo pero inquietante. Una sonrisa facil pero demasiado burlona, demasiado dura. Unos ojos de expresion indescifrable. Habia publicado tres novelas, la primera a los pocos meses de la muerte de su tio. Se titulaba Los violentos y su aparicion fue celebrada como un pequeno acontecimiento cultural. Bruna marco su contrasena y su numero de credito, pago cinco gaias por el libro y descargo el texto en la tablilla electronica. Pensaba echarle simplemente una ojeada, pero empezo a leer y no pudo parar. Era una novela corta y desasosegante, la historia de un chico que vivia en una zona de Aire Cero. Bruna habia estado durante la milicia en uno de esos sectores hipercontaminados y marginales, y tuvo que reconocer que el autor sabia transmitir la desesperada y venenosa atmosfera del maldito agujero. El caso era que el chico se hacia amigo de una adolescente recien llegada, la hija de una jueza. Los magistrados, como los medicos, los policias y otros profesionales socialmente necesarios, eran destinados a los sectores de aire sucio cobrando el doble y durante un maximo de un ano, para evitar repercusiones en la salud; y aun asi, Bruna lo sabia, muchos se negaban a ir. La novela narraba la relacion de los muchachos durante esos doce meses; al cabo, la noche antes de la partida de la jueza y su familia, los dos adolescentes mataban a la madre de la chica a martillazos. La escena era brutal, pero la novela estaba escrita de un modo tan convincente, tan veraz y angustioso, que Bruna experimento una clara complicidad con los asesinos y deseo que escaparan de la justicia. Cosa que no conseguian: el final de la historia era deprimente.

Bruna apago la tablilla, entumecida tras haber pasado varias horas en la misma posicion y con una rara sensacion de desconsuelo. Habia algo en esa maldita novela que parecia que estaba escrito solo para ella. Algo extranamente cercano, reconocible. Algo que rozaba lo insoportable. Cuatro anos, tres meses y veintitres dias.

Se puso en pie de un salto y camino enfebrecida de un lado a otro. El piso no tenia mas que dos ambientes, la sala-cocina y el dormitorio, y ninguna de las dos habitaciones era muy grande, de manera que con dar dos zancadas topaba con algun limite y tenia que volverse. Miro a traves del ventanal: la ciudad brillaba y zumbaba en la oscuridad. Se acerco al gran tablero del rompecabezas: llevaba mas de dos meses haciendo ese puzle y todavia le quedaba un agujero central de casi un centenar de piezas. Era uno de los mas dificiles de cuantos habia hecho: se trataba de una imagen del Universo, y habia muchisima negrura y pocos cuerpos celestes por los que orientarse. Miro durante un rato los bordes dentados del hueco y manoseo las piezas sueltas, intentando encontrar alguna que encajara. El orden escondido dentro del caos. Por lo general, cuando resolvia rompecabezas se encontraba mas cerca de la serenidad que en ningun otro momento de su crispada vida, pero ahora no podia concentrarse y termino por abandonar sin haber conseguido colocar ni un solo fragmento mas. La culpa era de Nopal, se dijo, y de esa asquerosa novela que ella habia sentido tan cercana; los jodidos memoristas eran todos igual de perversos, igual de repugnantes. Entonces, y como tantas otras veces en las que el desasosiego le estallaba dentro del cuerpo, Bruna decidio ir a correr: el cansancio fisico era el mejor tranquilizante. Se puso unos viejos pantalones de deporte y las zapatillas y abandono el apartamento. Cuando piso la calle eran las doce en punto de la noche.

Salio disparada en direccion al parque, primero tan descontrolada y tan deprisa que enseguida se quedo sin aliento. Redujo el paso y procuro tomar un ritmo equilibrado, respirar bien, acomodar el cuerpo. Poco a poco fue entrando en esa cadencia relajante e hipnotica de las buenas carreras, sus pies casi ingravidos tocando la acera al compas de los latidos del corazon. Por encima de su cabeza, las pantallas publicas derramaban los estupidos mensajes habituales, gracietas juveniles, clips musicales, imagenes privadas de las ultimas vacaciones de alguien o noticias cubiertas por periodistas aficionados. En una pantalla vio como estallaba un Ins en Gran Via, por fortuna no causando mas muerte que la suya. Menos mal que por ahora los Terroristas Instantaneos eran tan incompetentes y tan lerdos que casi nunca lograban hacer mucho dano, penso la androide; pero cuando esos chiflados antisistema aprendieran a organizarse y a fabricar bien sus bombas caseras, los Ins se iban a convertir en una pesadilla: todas las semanas se inmolaba alguno en Madrid por no se sabia muy bien que razon. Bruna entro en el parque por la puerta de la esquina y cruzo el recinto en diagonal. No era un parque vegetal, sino un pulmon. A la rep le gustaba correr entre las hileras de arboles artificiales porque le era mas facil respirar: absorbian mucho mas anhidrido carbonico que los parques autenticos y realmente se notaba la elevada concentracion de oxigeno. Yiannis le habia contado que, decadas atras, los arboles artificiales se construian imitando mas o menos a los verdaderos, pero ya hacia mucho que se habian abandonado esas formas absurdamente mimeticas para buscar un diseno mas eficiente. La androide conocia por lo menos media docena de modelos de arboles, pero los de este parque-pulmon, propiedad de la Texaco-Repsol, eran como enormes pendones de una finisima red metalica casi transparente, tiras flotantes de un metro de anchura y tal vez diez de altura que se mecian con el viento y producian pequenos chirridos de cigarra. Cruzar el parque era como atravesar las barbas de una inmensa ballena.

Cuando salio al otro lado, Bruna se sorprendio a si misma torciendo hacia la derecha, en vez de ir a la izquierda y regresar a casa por la avenida de Reina Victoria, como tenia pensado. Troto durante un minuto sin saber muy bien adonde iba, hasta que comprendio que se dirigia hacia los Nuevos Ministerios, uno de los agujeros marginales de la ciudad, una zona de prostitucion y de venta de droga: tal vez pudiera encontrar alli algun traficante de memoria. No era el sitio mas recomendable por el que pasearse de noche y sin armas, pero, por otra parte, un rep de combate haciendo deporte tampoco debia de ser el objetivo mas deseable para los malhechores.

Pese a su nombre, los Nuevos Ministerios eran muy viejos. Habian sido construidos dos siglos atras como centros oficiales; se trataba de un conjunto de edificios unidos entre si que formaban una gigantesca mole zigzagueante, y debio de ser un mamotreto de cemento feo e inhospito desde el momento de su inauguracion. Durante las Guerras Roboticas los Nuevos Ministerios fueron empleados para realojar a las personas desplazadas, y luego no hubo manera de sacarlas de alli. Los refugiados iniciales realquilaron cuartos de forma ilegal a otros inquilinos y el entorno se degrado rapidamente. Las ventanas estaban rotas, las puertas quemadas y los antiguos jardines eran mugrientas explanadas vacias. Pero tambien habia bares bulliciosos, sordidos fumaderos de Dalamina, cabarets miserables. Todo un mundo de placeres ilegales regido por las bandas del lugar, que eran quienes pagaban por los derechos del aire.

Bruna llego al perimetro exterior de los Nuevos Ministerios y paso frente al Cometa, el local mas famoso de la zona, un antro fronterizo hasta el que llegaban algunos clientes acomodados deseosos de asomarse al lado oscuro de la vida. La musica era atronadora y en las proximidades de la puerta habia bastantes personas. La mayoria, cuerpos de alquiler, calculo la detective con una rapida ojeada. Justo en ese momento un chaval de aspecto adolescente se emparejo con ella y se puso a trotar a su lado.

– Hola, chica fuerte… Veo que te gusta el deporte… ?Te apetece hacer gimnasia conmigo dentro? Hago maravillas…

Bruna le miro: tenia los tipicos ojos de pupila vertical, pero se le veia demasiado joven para ser un androide. Claro que podia haberse hecho una operacion estetica… Aunque lo mas probable era que llevara lentillas para parecer un rep. Muchos humanos sentian una morbosa curiosidad sexual por los androides, y los prostitutos se aprovechaban de ello.

– ?Eres humano o tecno?

El muchacho la miro, dubitativo, sopesando que respuesta le convenia mas.

– ?Que prefieres que sea?

– En realidad me importa un rabano. Era curiosidad, no negocios.

– Venga, animate. Tengo caramelos. De la mejor calidad.

Caramelos. Es decir, oxitocina, la droga del amor. Una sustancia legal que compraban las parejas estables en las farmacias para mejorar y reverdecer su relacion. Ahora bien, los caramelos eran cocteles explosivos de oxitocina en dosis masivas combinada con otros neuropeptidos sinteticos. Una verdadera bomba, por supuesto prohibida, que Bruna habia tomado alguna vez con fulminante efecto. Pero no era ni el momento ni el lugar.

– No pierdas tu tiempo. Te lo digo en serio. No quiero nada de lo que ofreces.

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