Bruna sacudio la cabeza, irritada consigo misma. Odiaba tener ese tipo de pensamientos persecutorios. Y ya se sabia que los taxistas detestaban en general que la gente comiera o bebiera en sus vehiculos. Cuatro anos, tres meses y veintiun dias.

En la puerta del MRR habia dos coches de policia, ademas de los guardias de seguridad habituales. Bruna tuvo que identificarse varias veces y pasar por el escaner antes de que la dejaran subir. Pregunto por Valo Nabokov, la jefa de seguridad y amante de Chi, y, para su sorpresa, la mujer la recibio enseguida. Cuando entro en su despacho, Valo estaba de espaldas mirando por la ventana. Era tan alta como Bruna y probablemente tambien una replicante de combate, pero vestia de una manera mucho mas femenina y sofisticada: pantalones ajustados, vaporosa sobrefalda de vuelo con lunares tridimensionales representando capullos de rosa, grandes plataformas en los zapatos. El pelo, muy negro y espeso, formaba un complicado mono en la coronilla.

– Sientate, Husky -ordeno sin volverse.

Habia un sillon de polipiel y una silla roja de alacrilato. La detective escogio la silla: no quedaria tan hundida. Pasaron unos segundos interminables sin que nada sucediera y luego Valo se volvio. No era fea, por supuesto. Todos los tecnos tenian rasgos regulares y armonicos (a veces Bruna pensaba que esta era una de las razones por las que los humanos no les querian), aunque no todos eran igual de atractivos. La jefa de seguridad, por ejemplo, resultaba mas bien desagradable. Las replicantes de combate tenian poco pecho porque era mas operativo a la hora de luchar; pero Nabokov se habia implantado unos enormes senos que llevaba muy levantados y muy desnudos, como una gran bandeja de carne bajo su rostro cuadrangular y palido.

– Dime algo -barboto.

– ?Algo de que?

– Llevas dos dias trabajando para nosotros. Dime que has descubierto. Dime quien le ha hecho esto.

– No se nada todavia.

La mujer clavo en ella unos ojos llameantes. Grandes ojeras sombreaban su cara.

– La has perdido. Es tu culpa. Era tu responsabilidad y no has hecho nada.

– Chi no me contrato para que la protegiera, sino para investigar la muerte de los reps. En realidad su seguridad dependia de ti.

La tecno cerro los ojos con un casi imperceptible gesto de dolor. Luego volvio a mirar a Bruna con cara de loca. Tenia el mono medio deshecho y parecia uno de esos medallones antiguos de las Furias que Yiannis le habia ensenado alguna vez.

– Vete.

– Espera un momento, Nabokov, lamento tu perdida, pero es importante que hablemos…

– ?Vete!

– Myriam me llamo ayer. Creo que tenia algo que contarme, quiza hubiera descubierto algo. Me dijo que viniera a verla esta manana a las nueve.

Valo se quedo mirandola de hito en hito y Bruna acabo bajando los ojos. Se fijo en las manos de la androide: grandes, huesudas, temblorosas. Unas manos crispadas que, cosa extraordinaria, parecian cubiertas de unas pecas regulares y oscuras. No, no eran pecas: eran unas pequenas heridas a medio cicatrizar, tal vez quemaduras.

– Pero no has venido… -susurro Valo.

– ?Que?

– A la cita de las nueve. No has venido.

Bruna se turbo.

– Cierto. Me… retrase. Y luego vi las noticias.

Y en ese momento tan absolutamente inapropiado aterrizo en la cabeza de la detective el pequeno pensamiento que antes le habia estado eludiendo: no era solo extrano que Hericio tuviera tantos datos. Tambien era raro que los tuviera Chi. ?Como habia llegado la lider rep a saber todo eso? ?Y como demonios conocian tanto uno como otra que todos los implicados tenian insertada una memoria adulterada? ?Quien les habria proporcionado una informacion que solo poseia la policia? Despues de todo, tal vez las teorias de la conspiracion tuvieran alguna base real… Ademas, esa obsesion de las victimas con los ojos no podia ser efecto de un deterioro casual de las memas.

Todo esto penso Bruna en un instante mientras Valo daba la vuelta a la mesa y se dejaba caer cansadamente en el asiento junto a la pantalla. Luego la mujer levanto la cara y la miro con dureza.

– Estas despedida.

– ?Despedida?

– Largate. Ahora mismo.

Mierda, me voy a comer los 3.000 ges que me costo la memoria artificial, se preocupo de entrada la detective con un pellizco de angustia financiera. E inmediatamente despues se dijo: pero no puede ser, no quiero dejar el tema, tengo que aclarar lo que ha sucedido. Tengo que seguir investigando.

– Esta bien, me voy, pero antes contestame por favor una sola cosa, ?como se entero Chi de…?

– No hay nada mas que hablar. Ya no trabajas para nosotros. Estas fuera del caso. Quedate con el dinero del adelanto. Con eso estamos en paz. Y ahora… ?fuera de aqui!

No, no estaban en paz porque Bruna habia cometido la locura de comprar una mema en el mercado negro, pero ese no era el mejor momento para hablar de cuentas de gastos: Valo parecia estar verdaderamente fuera de si. La detective se levanto y salio del cuarto, mas irritada por todas las preguntas que no habia conseguido plantear que por la aspereza de su subito cese. Iba a toda prisa por el corredor hacia la salida, ensimismada y rumiando sus dudas y sus deudas, cuando se topo con Habib, el ayudante personal de la lider rep. Lo habia conocido dos dias antes: el habia sido quien le habia proporcionado los datos sobre las primeras muertes y la provision de fondos. Era un tecno de exploracion brillante y encantador. Si no fuera porque Bruna no queria volver a intimar con otros androides, hubiera sido facil coquetear con el.

– Vaya, Husky, ?adonde vas tan deprisa? Venia a buscarte.

– Me acaban de despedir. Si era a eso a lo que venias, ya esta hecho.

Habib abrio los ojos sorprendido.

– Pero ?que dices? ?Ha sido Valo? No le hagas caso. Esta como loca, y lo entiendo. Todos estamos un poco desquiciados. Ha sido un golpe espantoso.

Su voz vibro un poco, tal vez a punto de quebrarse.

– Si… Tambien a mi me ha impresionado.

– No te vayas, Bruna. Ahora te necesitamos mas que nunca. Ven, vamos a mi despacho.

Todos los cuartos del MRR eran iguales, austeras y monacales celdas militantes, como si los adornos estuvieran prohibidos por la ideologia. Pero por lo menos sobre la mesa de Habib habia un ramito de mimosas en un vaso.

– ?Son naturales?

El hombre sonrio de medio lado.

– Es una holografia. Hablando de eso, creo que tienes todavia la bola holografica de Myriam… la de la amenaza…

Bruna recordo que habia dejado en marcha un analisis exhaustivo de las imagenes. Ya debia de estar finalizado y no habia visto todavia los resultados.

– Si. Estaba haciendo unas ultimas pruebas. Te la devolvere esta misma tarde. Entonces, ?sigo o no sigo con el caso?

– Claro que sigues. Ya hablare con Valo. Ademas, ella no tiene autoridad para echarte.

– ?Y tu?

– Yo si, aunque no voy a hacerlo. Pero si lo que quieres es saber como queda el poder en el MRR tras la muerte de Myriam, te dire que yo soy su sucesor hasta que se celebre la asamblea extraordinaria que acabo de convocar. Sera dentro de quince dias.

– ?Y entonces que pasara?

– Lo mas probable es que me ratifiquen en el cargo. Pero esto no quiere decir que yo haya asesinado a Myriam para ocupar su lugar -asevero con una risa seca y carente de toda alegria.

– ?Asesinado?

– Estoy convencido de que ella no se habria metido una mema.

– Yo tambien. Por cierto, y hablando de memorias adulteradas, ?como os enterasteis de los casos antiguos?

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