palabra.

– Deposito, saca a Myriam Chi -ordeno el forense al sistema central-. Espera un segundo a que me limpie un poco.

Gandara se lavo las manos enguantadas en un chorro de vapor mientras se abria la camara frigorifica y un carro-robot traia el cuerpo de la mujer. No quiero verla, volvio a decirse Bruna. Pero se acerco a la capsula con pasos de automata.

– Esta algo estropeada. Se arrojo al metro, ya sabes. Pero, por otra parte, para haber sido arrollada salio bastante entera, aparte de la amputacion de una pierna. El golpe la revento por dentro. Abrir capsula.

El cilindro metalico transparente descorrio la tapa con un siseo neumatico. En su interior, rodeado por la sutil humareda del nitrogeno liquido, estaba el cadaver de Myriam Chi. Azulosa, desnuda, rapada, con las cicatrices de la autopsia en el craneo y el torax. Pero con el rostro sin deformar. Y sin pintar. Aninada e indefensa. Mas abajo, el grotesco revoltijo de las piernas. El miembro amputado y en pedazos, cuidadosamente recolocado como las piezas de un puzle. Por la mente de Bruna cruzo, como un espasmo, la imagen amenazante de la bola holografica: ese cuerpo de Chi tajado y ultrajado. Entonces, cuando lo vio por primera vez, aun era mentira. Cerro los ojos y expulso el recuerdo de su cabeza. No siento nada, penso. Esto no es mas que un pedazo de carne congelada.

– Esta bastante guapa pese a todo, ?no? Manana les devolvere el cadaver a los del MRR y podran montar un bonito espectaculo reivindicativo con el entierro.

– Gandara, necesito que me pases los analisis del laboratorio sobre las memas… Tengo que saber que contienen esos malditos implantes.

– Y a mi tambien me gustaria saberlo, pero los de Bioingenieria no me han dado nada… Ni de esta, ni de Cain, ni de los del tram. Curiosamente, la Policia Judicial ha decidido que todos esos informes son secretos…

– Una decision acertada, me parece -dijo una voz a sus espaldas.

Bruna y el forense se volvieron. Era un hombreton enorme, mas alto que Husky y dos veces mas ancho. Su masivo corpachon tapaba la puerta.

– Porque me temo que, de tener esos informes, tu, que supongo que eres el forense Gandara, se los habrias dado a esta androide. Que no se quien es -siguio diciendo el tipo.

Hablaba lentamente, arrastrando las palabras, como si estuviera medio dormido. Habia algo letargico en el, en sus ojos verdes medio velados por los pesados parpados, que no parecian ser capaces de abrirse del todo, y en la manera en que su solido cuerpo se asentaba a plomo sobre el suelo, como si quisiera atornillarse a la piedra.

– Nosotros tampoco sabemos quien mierda eres tu -dijo Bruna con estudiada groseria.

Pero mentia, porque el barato y convencional traje de tres piezas, pantalon y camisa gris y chaqueta termica algo mas oscura le delataba como un funcionario. Seguro que era un policia.

– Inspector Paul Lizard, de la Judicial -dijo el hombreton ensenando su identificacion-. Y tu eres…

– Yo soy la hermana de la victima -dijo Bruna, sarcastica.

– Tu debes de ser la detective que han contratado los del MRR, ?no? Bruna… Bruna Husky -dijo Lizard, imperturbable, consultando las notas de su movil.

– Clarividente.

– Pues me alegro de verte. Precisamente queria hablar contigo.

– ?De que? ?De por que ocultais a todo el mundo el asunto de las memorias adulteradas?

– Tal vez. ?Puedes pasarte manana por la Judicial? Supongo que sabes donde estamos. ?A las 13:00?

– ?Y por que debo hacerlo?

– Porque te conviene. Porque podemos ayudarnos. Porque eres una mujer curiosa. Porque si no vienes hare que te detengan y te traigan.

Mientras hablaba, el hombre se habia ido acercando a ellos. Ahora estaba de pie junto al cilindro y contemplaba el cuerpo de Chi con ojos inesperadamente atentos bajo los somnolientos parpados. Es una mirada que esconde y disimula su fiereza, penso Bruna.

– Si nadie explica que hay unas memas adulteradas que estan enloqueciendo a los reps, entonces simplemente parece que los tecnos somos unos asesinos peligrosos. Es burdo, pero funciona.

Las palabras habian salido de la boca de Husky por si solas, como si se las hubiera dictado otra persona. Y nada mas decirlas comprendio que era cierto, que Myriam Chi tenia razon, que habia una conspiracion, que quiza este inspector granitico y taimado formase tambien parte de la trama. Ya lo decia la lider del MRR: no puedes fiarte de la policia.

– ?Y por que funciona? Pues porque en el fondo todos los humanos nos teneis miedo… Nos despreciais y al mismo tiempo nos temeis. ?Tu tambien, inspector? ?Te asusto? ?Te repugno?

– Husky, que cosas dices… -gruno Gandara con claro desagrado.

Ah, se dijo Bruna, tambien tu. Tambien el viejo forense se alineaba enseguida con el recien llegado. La especie era un lazo demasiado poderoso. Pero no, ?no era eso!, volvio a pensar la rep, haciendo un esfuerzo de racionalidad; no era de extranar que a Gandara le incomodasen sus palabras, porque ella nunca soltaba semejantes soflamas. Era como si se sintiera en la obligacion de hablar por Myriam Chi. Como si tuviera que decir lo que ella hubiera dicho.

– Lo unico que me asusta es la estupidez -dijo Lizard.

– ?Cuantos inspectores reps hay en la Policia Judicial?

El hombre resoplo con gesto de cansancio.

– ?Contesta! ?Cuantos inspectores tecnohumanos hay? -repitio Bruna, casi gritando.

Lizard la miro con cachazuda calma.

– Ninguno -respondio.

Husky se quedo pasmada. No se esperaba esa respuesta. A decir verdad, con anterioridad a ese momento ni siquiera se le hubiera ocurrido plantear semejante pregunta. Algo dolio dentro de su cabeza. Un pensamiento que quemaba como un sentimiento. Un reconocimiento racional de la marginacion. Noto que se disparaba dentro de ella el mecanismo ciego de la colera. Dio media vuelta y, sin despedirse, abandono la sala. Aun escucho la gruesa voz de Paul a sus espaldas:

– Recuerda, manana a las 13:00 en la Judicial.

Bruna atraveso los oscuros pasillos a paso de carga, cruzo el vestibulo sin saludar a los vigilantes y salio del Instituto como quien huye. Pero nada mas abandonar el edificio su carrera perdio impulso. Se detuvo a pocos metros de la puerta, en mitad de la noche y de la calle vacia, sin saber que hacer ni adonde ir. Se encontraba demasiado agitada para volver a casa. Demasiado furiosa para acudir a un local habitual, como el bar de Oli, y soportar la chachara banal de algun conocido. Demasiado angustiada para pensar. Demasiado llena de muerte para quedarse sola. Cuatro anos, tres meses y veintiun dias.

El aire frio era un alivio para sus mejillas ardientes. Estaba plantada sobre la acera, con los pies un poco separados, sintiendo todo el peso de su cuerpo. El cuello sudoroso, los brazos relajados, el vientre liso y tenso, las agiles piernas. Carne alerta, ansiosa. Un cuerpo rabioso por vivir. Una aguda inquietud comenzo a formarse dentro de ella, como una nube de tormenta en un cielo de agosto. De pronto recordo algo y se puso a rebuscar por los bolsillos. Al fin, dentro de un papel arrugado metido en un estuche de analgesicos en el interior de la mochila, encontro lo que buscaba: un caramelo. Un coctel de oxitocina. El pequeno comprimido debia de llevar meses olvidado en su escondite y estaba un poco pringoso. Bruna lo limpio someramente frotandolo entre dos dedos y se lo coloco debajo de la lengua para potenciar la rapidez de la droga. Y durante un par de minutos se dedico a respirar y esperar. A gozar del frio aliento de la noche. A vaciar la cabeza y hacerse toda carne.

Delante de la puerta del Anatomico Forense estaba aparcado un coche. No era un vehiculo policial reglamentario, pero las placas grises indicaban que se trataba de un transporte oficial. Sin duda era el coche del inspector Paul Lizard, del Lagarto, del Caiman, de ese giganton poco fiable. Bruna inspiro profundamente. La piel le ardia, pero ahora desde dentro. En unos momentos la rep iba a hacer algo con eso. Con toda esa energia y ese fuego. En unos instantes Bruna empezaria a cruzar la ciudad, navegaria a traves de la noche en busca de sexo; de una explosion carnal capaz de vencer a la muerte. La unica eternidad posible estaba entre sus piernas. Como la mayoria de los humanos y los tecnohumanos, Bruna era mas o menos bisexual: solo unos pocos individuos eran exclusivamente heterosexuales u homosexuales. Pero, por lo general, a la rep le gustaban mas los hombres; y esta noche, en cualquier caso, le apetecia un varon. Tal vez un tipo tan grande como el lagarto Lizard, un humano

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