– Cuando he oido que abrian la puerta, me he cagado de miedo -dijo, con voz ronca-. Pense que estaria seguro aqui por unos dias. -Se aparto de mi y se dejo caer sobre uno de los sillones. El arma se deslizo de sus dedos y cayo sobre la alfombra persa de Sydney. Se llevo una mano sucia a los ojos y se echo a llorar.
Cerre la puerta y anduve, tambaleante, hasta el bar. Con manos temblorosas, servi dos vasos de whisky.
– Calmate -le dije, mientras colocaba el vaso sobre una mesita auxiliar-. Trata de reaccionar. Bebe esto.
Me miro y se seco los ojos. Tenia una expresion de animal desesperado en la mirada y me percate de lo peligroso que era.
– ?Fuiste tu, maldito, el que me metio en esto con tu palabreria! ?Ahora seras tu el que me saque!
Bebi la mitad de whisky y fui a sentarme en el sillon de al lado.
– ?Donde esta Rhea? -le pregunte.
Apreto los punos y se golpeo la cabeza. Vi que estaba histerico de miedo y eso me dio confianza.
– ?Fel, tranquilizate! ?Donde esta Rhea?
– ?No me hables de esa perra! -empezo a golpearse las rodillas con los punos-. ?Tienes que ayudarme! ?Tu me metiste en esto! ?He visto los periodicos… me buscan por asesinato!
Al observar su estado de animo, al oirlo hablar y ver que el miedo no le dejaba pensar, senti que podria manejarle facilmente.
– Te ayudare, pero debo saber que ha sucedido. ?Donde esta Rhea?
Se puso a llorar de nuevo: sollozaba tan fuerte que le temblaba todo el cuerpo. Apure el resto de mi whisky. Su terror y su mugre me repugnaban.
Le deje seguir llorando. Cuando no le quedaron mas lagrimas, se seco los ojos con la manga y me miro.
– Si me enganchan, me echaran veinte anos -dijo, con voz ahogada-. ?No podria soportarlo! ?Veinte anos tras las rejas! ?Nunca me sacaran con vida!
– Deja de pensar en ti -le ordene-. ?Donde esta Rhea?
– ?Esa perra! ?Mi maldita hermana! -Se puso de pie, se golpeo la cabeza con los punos y volvio a sentarse. Actuaba como un loco. -?Las armas no estaban cargadas! ?Lo juro! ?Ella debio de cargarlas! ?Tu dijiste que no las cargaramos y no lo hice! ?Ella lo hizo! ?Ella mato al marica! ?Trato de matarte a ti! ?Lo sabes! ?Tienes que decirle a la policia que yo no tuve nada que ver con todo esto!
– ?Donde esta Rhea? -repeti.
– ?Tu no me crees, no es cierto? Crees que soy tan malo como ella, ?verdad? ?Pero no lo soy! ?Siempre ha sido una maldicion para mi! ?Nunca debi dejar que volviera a vivir conmigo! ?No debi escuchar lo que tu me decias! ?Veinte anos tras las rejas! ?No podre soportarlo!
– ?Que haces aqui? -le pregunte con tranquilidad, esperando que el tono de mi voz sonara calmado.
Se reclino en el asiento y se agarro la cabeza con las manos.
– ?No hagas preguntas estupidas! ?Quiero salir de aqui! ?Quiero dinero! ?Quiero un coche! ?Tengo que salir de este maldito lugar!
– Te dare dinero -le dije-. Te ayudare a escapar. Te conseguire un coche.
Me miro. Estaba temblando, pero vi un rayo de esperanza en sus ojos.
– Sera mejor que lo hagas -me advirtio, con voz ronca-. ?Tu y tus malditos millones! Esto ha sido bueno para ti, ?no?
Ese fue su error. Comenzaba a sentir pena por el, pero, al decir aquello, acabo con cualquier sentimiento de piedad que pudiera albergar hacia el.
– He dicho que te ayudare.
– ?Como pudo matar a ese marica? -dijo, mirandose las manos sucias-. ?Esta podrida! ?Sabes lo que me hizo a mi… su hermano? -Me miro con los ojos llenos de dolor-. Huimos de este maldito lugar. Ella llevaba el collar. Nos subimos al coche. Conducia ella. Fuimos a la autopista a toda velocidad. Yo le gritaba por haber disparado pero ella ni me miro. Pense que iriamos a Miami. Lo unico que podia hacer era gritarle. Cuando llegamos a las afueras de la ciudad, detuvo la marcha. Yo me estaba meando de miedo, mirando a ver si no nos seguia la policia. Le grite que siguiera. Ahora puedo verla. -Volvio a golpearse las rodillas con los punos cerrados-. Sus malditos ojos brillaban como dos pedazos de hielo. Me dijo que la rueda de atras estaba baja y que fuera a mirar. Y fui a mirar. Si, ya se que soy un estupido, que creo todo lo que me dicen. Ni siquiera habia llegado a la parte trasera del coche cuando esa perra se largo con los diamantes… sin importarle una mierda lo que me pasara a mi. -Su voz se quebro y se puso a llorar otra vez, meciendose de atras hacia delante.
Encendi un cigarrillo con afectada parsimonia. Ya no le temia, a pesar de que sabia que era peligroso. Si la policia lo cogia, hablaria.
Le mire y tome una decision. Tenia que callarle. No me quedaba otra salida si queria quedar a salvo.
Me quede alli sentado, fumando y pensando mientras el se retorcia y lloraba. Su mugre, su mal olor, su miedo, hacian que no fuera mas importante para mi que una mosca en la pared.
El reloj del Ayuntamiento dio las doce.
– Debes de tener hambre, Fel -le dije-. Te traere algo de comer.
Dejo de mecerse.
– ?Hambre? ?Estoy desfallecido! ?Comi pescado crudo y cangrejos en aquel asqueroso pantano! ?Has estado alguna vez alli? Ese lugar esta lleno de viboras y cocodrilos.
Llame por telefono al restaurante y encargue al maitre que me enviara el almuerzo.
– Sal a la terraza, Fel, y que no te vea nadie.
Tomo su vaso de whisky, lo vacio y salio a la terraza.
Lleve su vaso a la cocina mientras pensaba. ?Como hacerlo callar? Me di cuenta de que planeaba matarlo, pero aquella idea no me sorprendio. Si pudiera librarme de el y luego de Rhea, estaria a salvo. Y no solo eso sino que tendria el mundo a mis pies.
Volvi a la sala y me sente. Durante los quince minutos que esperamos hasta que trajeron la comida, empezo a formarse una idea en mi mente. Me parecia que Fel era facil de tratar, aunque no Rhea. Bueno, un puente a la vez, me dije.
El camarero llego con una mesita redonda. Me miro sonriente.
– Buenos dias, senor Carr. Me alegra verlo de nuevo. El maitre le envia una botella de champana de bienvenida. Y el cocinero le ha preparado la especialidad del dia.
Le di dos dolares de propina y, cuando se marcho, fui a buscar a Fel a la terraza donde estaba en cuclillas, con la espalda contra la balaustrada.
– Ven a comer-le dije.
Entro corriendo, se acerco a la mesa, miro la comida y se sento a comer. Tragaba como un cerdo hambriento, metiendose toda la comida en la boca, escupiendo y haciendo ruido. Me dio tanto asco que tuve que salir a la terraza y aguardar hasta que terminara. Mientras esperaba, revise el plan que tenia en mente: el plan para librarme de el para siempre. Al oir un fuerte eructo, pense que habria terminado de comer y volvi a la sala.
Solo Dios sabia lo que diria el camarero cuando regresara y viera la mesa. Fel habia manchado el mantel de comida; no quedaba nada en la abundante tabla de quesos, y la canasta que contenia seis panes estaba vacia. Habia manchas de vino por todas partes y la frutera tambien estaba vacia.
«No importa», me dije, «diez dolares de propina y todo quedara arreglado».
Mire a Fel, que encendia un cigarrillo.
– ?Vosotros los ricos si que sabeis vivir! ?Esta ha sido la mejor comida de toda mi vida!
– Debias de estar hambriento.
– Si… Tu aqui sentado en estos sillones mullidos y yo metido en el pantano con las viboras. -Me miro con odio-. Bueno, amigo, tu me metiste en este lio… ahora tendras que sacarme o estas listo. ?Si la policia me atrapa, canto! ?Los dos estaremos encerrados veinte asquerosos anos!
No lo sabia, pero estaba abriendose el camino hacia la muerte.
– ?Como entraste en el apartamento, Fel? -le pregunte, mientras me sentaba a su lado y encendia un cigarrillo.
– Cualquiera podria hacerlo. No fue dificil… Pero eso no interesa. Quiero un coche y dinero.
– Puedes llevarte mi coche. Esta aparcado afuera. ?Cuanto dinero quieres?
Me miro sorprendido.
– Cincuenta de los grandes.
