aparecerian las pulgas.
?Un cambio de ambiente?
Pense en el lujoso apartamento que habia heredado de Sydney. Pero tenia que soportar aquel inmundo cuartucho si queria asegurarme la casa y los millones de Sydney.
Apague la luz, acerque una silla a la ventana y empece la vigilancia. Frente a mi, al otro lado de la calle, habia dieciocho ventanas sucias: cinco de ellas, con luz. Una de esas ventanas era la de Spooky. No tenia idea de cual de las dieciocho seria, pero tarde o temprano, si vigilaba bien, lo sabria.
Permaneci alli sentado, fumando y observando. La gente se movia en los cuadrados encendidos de sus ventanas: la mayoria era joven y llevaba ropa gastada. En el quinto piso, tercera ventana a la izquierda, habia una negra bastante bonita que solo vestia un pantalon elastico y bailaba al ritmo de una radio sosteniendose los pechos con las manos. Al observarla empece a excitarme, pero me obligue a apartar la mirada de ella.
Alrededor de las ocho, tuve hambre. Baje la persiana y encendi la luz. Mientras me calentaba una lata de habas, oi el ruido de una moto. Apague el gas y la luz, corri hasta la ventana y abri la persiana. Spooky llegaba en una Honda resplandeciente y se detenia frente al numero 245.
Era el momento. Le vi desaparecer en la oscuridad del edificio y espere a que se encendiera luz en alguna de las ventanas oscuras. Mientras esperaba, vi que la negra se habia puesto una camisa floreada y revolvia algo en una olla.
Despues de esperar quince minutos, llegue a la conclusion de que, fuera cual fuera el cuarto al que habia entrado Spooky, la luz ya estaba encendida anteriormente, pues todo seguia igual. ?Significaba eso que Rhea estaba en el cuarto de Spooky? ?Por que no? ?Por que quedarse en la oscuridad? Empece a examinar cada una de las ventanas encendidas. Tres de ellas no tenian cortinas y podia ver a quienes ocupaban el cuarto. Las dos restantes tenian cortinas transparentes, aunque no lo suficiente como para ver a traves de ellas. Una estaba en el tercer piso. La otra, en el ultimo, justo encima del cuarto ocupado por la negra. Uno de esos cuartos debia ser el de Spooky.
Baje la persiana, encendi la luz y volvi a calentarme la lata de comida. Para ser el primer dia, no me habia ido tan mal. Estaba progresando. Por lo menos, sabia ya que Spooky vivia en el tercero o en el ultimo piso de aquel edificio.
Comi las habas; despues apague la luz, abri la ventana y volvi a situarme en mi lugar de vigilancia.
Alrededor de las nueve, se apago la luz de la ventana del tercer piso. Ahora, concentre toda mi atencion en la ventana iluminada del ultimo piso. La observe durante casi una hora y, de repente, vi cruzar una sombra. Reconoci la figura de Spooky. Era inconfundible. Si no hubiese estado observando continuamente, habria perdido aquel fugaz momento. Asi que vivia en el ultimo piso, ?pero estaria Rhea con el?
Me quede sentado, mirando. Empezaron a apagarse algunas luces. La negra tomo una cartera, se dirigio a la unica puerta y apago la luz. Al final, la unica luz de todo el edificio era la de Spooky. Despues, le vi bajar la escalera corriendo y subir a su Honda. Encendio la maquina, que hacia un ruido infernal. Se puso el casco en la cabeza grasienta y partio. La luz de su ventana seguia encendida.
Esto queria decir dos cosas: que a Spooky no le interesaba mucho la cuenta de la luz o que habia alguien alli oculto.
?Pero, como saberlo?
Yo era un extrano en aquel distrito. Entrar en el edificio de Spooky seria demasiado peligroso aunque pareciera vacio.
Encendi un cigarrillo y estudie la calle. Comenzaba a mostrar actividad, como las ratas que salen cuando oscurece. Varios hombres y mujeres harapientos surgian de los distintos edificios en busca de un bar.
Despues, vi a la negra. Estaba apoyada contra una baranda, haciendo girar el bolso. Entonces supe lo que era: una prostituta.
Sabia que su cuarto quedaba justo debajo del de Spooky. Era mi oportunidad. Tal vez pudiera confirmar que Rhea estaba alli.
Recorde a la negra bailando medio desnuda en su cuarto. Tenia un cuerpo bien formado. No habia tenido una relacion sexual desde que conoci a Judy: aquello parecia mucho, mucho tiempo atras.
Aparte la silla, me puse de pie, atravese el cuarto a oscuras y sali al maloliente pasillo.
No vi a nadie mientras bajaba las escaleras. La puerta de la senora Reynolds estaba cerrada. A traves de los paneles se filtraba el ruido de un televisor. Sali a la noche polvorienta. La calle estaba llena de muchachos, chicas, borrachos y viejos. Mire hacia la negra, que tambien me habia visto. Estaba observandome. Aguarde a que pasaran dos viejos automoviles y cruce la calle.
Cuando llegue a la otra acera, ella se me acerco.
– Hola, carino -dijo, con suavidad; sus dientes brillaban bajo la luz de la calle-. ?Solito?
Guarde silencio y la mire. Tenia la piel color cafe con leche. Su pelo negro enmarcaba su cara resaltandola. Hasta la importancia de hallar a Rhea y callarla abandono mi mente. Tenia que calmar aquella ansiedad que crecia en mi cuerpo.
– Asi es -le respondi, con voz ronca-. ?Como podemos solucionarlo?
Me miro con sus grandes ojos negros.
– Te costara diez dolares, carino -me dijo-. ?Los tienes?
Recorde mi ofrecimiento de quinientos dolares a Rhea.
– Los tengo -respondi.
– No pareces tener ni dos -repuso ella, sonriendo-. ?Eres nuevo por aqui, no?
Busque en el bolsillo y saque un billete de diez para mostrarselo. Me quito el billete de la mano con la rapidez con que una lagartija traga una mosca.
– Vamos, carino -me dijo-. Empieza la accion.
Me llevo al interior de su edificio, que olia peor que el mio. Movia el trasero delante de mi cara mientras la seguia por la escalera. Fue un tramo largo y cuando llegamos a su piso, tenia una ereccion que me lastimaba.
Ella hizo lo suyo y lo hizo bien. En el pasado, cuando no me molestaba en conseguir una chica, buscaba una prostituta.
Nunca compensaba el valor del dinero. Por lo general, se quedaban mirando al techo e inclusive algunas fumaban, la mayoria se reia tontamente; pero aquella negra me hizo sentir como si realmente moviera algo en su interior, aunque sabia que no era cierto.
Cuando termine y me aparte de ella, no hizo lo que hacia la mayoria: salir de la cama y empezar a vestirse. Se quedo acostada a mi lado, saco un paquete de cigarrillos, encendio dos y me dio uno.
– Si que lo necesitabas, carino -me dijo.
– Si, lo necesitaba de verdad.
Ahora, me sentia totalmente relajado, como si dentro de mi hubiera reventado algo que me venia atormentando. Aspire el humo y mire el sucio techo del cuarto. Entonces, oi unos pasos. Antes estaba tan apurado que no podia enfocar bien las cosas. Ahora oia pasos… click, click, click… los pasos de una mujer. Recorde a Rhea y la razon por la que me hallaba en aquel sordido cuarto, con una joven negra desnuda a mi lado.
Preste atencion a los ruidos.
La mujer se movia de un lado a otro sin parar; click-click-click.
La negra apago su cigarrillo.
– Tengo que volver al trabajo, carino -dijo-. ?Te ha gustado?
– ?Que pasa ahi arriba? -pregunte, senalando el techo.
– ?Y por que te preocupa? Se sento y estiro las piernas fuera de la cama-. Levantate, carino, que tengo que volver al trabajo.
Abrace su estrecha cintura.
– No hay prisa… otros diez dolares me compran mas tiempo.
Me estrecho con su cuerpo caliente.
– ?Lo dices en serio?
– ?Quieres el dinero ahora?
– Siempre, carino. Tengo que vivir.
Me levante de la cama, me acerque adonde habia dejado los pantalones, saque otro billete de diez y se lo di. Cuando me acoste, se puso encima de mi y empezo a lamerme la oreja. La deje trabajar mientras escuchaba los