El bosque que rodeaba la granja parecia mas espeso que de costumbre, como si los arboles se hubieran puesto rectos por respeto a la perdida de la mujer que habia conservado vivo todo aquello. Y, aunque nunca habia cosas esparcidas, ni herramientas, ni carretillas, ni ropa al sol en el banco, el lugar parecia ahora completamente abandonado. Ya no respiraba. Bajo la ventana de la cocina, las flores agonizaban, en solo veinticuatro horas el sol abrasador las amenazaba de muerte. Habian fregado la losa de la puerta, pero todavia se veia una mancha oscura. Skarre miro hacia el bosque.
– ?Que estaba haciendo aqui ese chico?
– Matando cornejas con flechas y arco.
– ?Le permiten hacerlo?
– Claro que no. Hace lo que quiere. Vive en la Colina de los Muchachos.
Lo ultimo deberia explicarlo todo. Skarre lo entendio.
– ?Y el sabia quien era Errki?
– Si. Errki es facilmente reconocible. Ese chiquillo me da pena de verdad. Primero encuentra muerta a Halldis. Luego descubre a Errki entre los arboles. Llega a la comisaria con los pulmones a punto de reventar. Pensaria que el seria la siguiente victima.
– ?Errki se dio cuenta de que lo habian visto?
– El chico creia que si.
– ?Y no hizo nada para detenerlo?
– Al parecer, no. Desaparecio entre los arboles.
– Entremos.
Gurvin se adelanto para abrir. Atravesaron la pequena entrada y llegaron a la cocina. La imagen de Halldis Horn se estaba formando en la mente de Jacob Skarre al pisar el suelo de linoleo y ver esa cocina tan ordenada. Las cacerolas de cobre estaban relucientes, al igual que la vieja pila con un borde de goma verde y la nevera. El periodico del dia anterior estaba doblado en el alfeizar de la ventana. La estancia se veia limpia y recien fregada. Skarre levanto la tapa de la panera.
– ?Donde encontrasteis las huellas dactilares?
– En los pomos de las puertas y en el marco de la puerta de la cocina. Ninguna huella en la panera, salvo la de la propia Halldis. Si las huellas pertenecian al asesino, ?por que se veian tan debiles en la azada? ?Y por que no habia ninguna en la panera? ?Como pudo coger la cartera sin dejar huellas si toco otras muchas cosas en la casa? No lo entiendo.
Skarre fruncio el ceno.
– Pero alguien pasaria por aqui de vez en cuando, ?no? Gente que tambien dejaria sus huellas dactilares.
– Casi nunca. Por cierto, encontramos una carta -senalo Gurvin- franqueada en Oslo esta misma semana. «Me pasare por ahi un dia de estos. Saludos de Kristoffer.»
– ?Un pariente suyo?
– Aun no lo sabemos. Pero yo creo que la mato alguien que la conocia. La estadistica esta de mi parte. Le entraria panico.
– Los seres humanos somos muy fragiles.
Skarre entro en el pequeno salon. Alli estaba la mecedora, con una manta de pelo. La levanto y la husmeo con cuidado, noto el olor a jabon y alcanfor. Un pelo le hizo cosquillas en la nariz. Lo cogio con dos dedos. Media tal vez medio metro y era del color de la plata.
– ?Tenia el pelo tan largo? -se extrano.
Gurvin hizo un gesto afirmativo.
– De joven era una belleza. Los chicos no lo entendiamos, simplemente nos parecia gorda y maravillosa. Alli puedes verla en la foto de la boda.
Skarre se acerco. Ver a Halldis Horn de novia podia dejar sin aliento a cualquiera.
– Ese vestido esta hecho de seda de paracaidas -dijo Gurvin-. Y el velo es una vieja cortina de hilo ingles. Ella nos lo contaba. Y nosotros escuchabamos cortesmente, como hacen los ninos, pues algo teniamos que hacer a cambio de frambuesas y ruibarbo.
Se giro de repente y volvio a la cocina.
– ?Donde esta el dormitorio? -grito Skarre.
– Detras de esa cortina verde.
La descorrio hacia un lado. La habitacion era pequena y estrecha, y la cama, alta. El lado donde habia dormido Thorvald estaba intacto. Desde la ventana del dormitorio se veia el bosque y un extremo de la lenera. Un verso enmarcado colgaba encima de la cama:
Debajo, alguien, tal vez la propia Halldis, habia escrito el siguiente comentario con tinta azul:
Una sonrisa se dibujo en el rostro de Skarre. Luego descubrio que el agente estaba fuera. Fue hacia el y se puso a buscar por la hierba, esperando alguna que otra revelacion, algo que los demas pudieran haber ignorado: una colilla, una cerilla, cualquier cosa. Volvio a mirar hacia la casa. Justo debajo de la ventana de la cocina, las tablas de madera presentaban un desperfecto ya reparado y, sin embargo, aun visible.
– Es del dia en que Thorvald murio -explico Gurvin senalando con la mano.
– Halldis se encontraba en la cocina. Thorvald estaba sentado en el tractor. Ella le hizo una sena con la mano, indicandole que la comida estaria enseguida. Le parecio que su marido iba a mas velocidad que de costumbre, como si de repente se hubiera vuelto jugueton en su vejez y quisiera presumir un poco. El tractor rodaba con un enorme rugido. Al instante, choco contra la pared. Halldis se encontraba junto a la ventana, mirando la cabina. Vio que Thorvald estaba caido sobre el volante. Habia muerto instantaneamente.
Skarre volvio a mirar hacia el bosque.
– ?Por donde te parece que debemos buscar a Errki?
Gurvin cerro los ojos hacia el sol.
– Estara vagando por ahi, durmiendo en cualquier sitio. No ha ido al piso, al menos no hasta ahora. Tal vez este todavia en el bosque.
– ?Y por aqui arriba no hay mas que bosque deshabitado?
– Mas o menos. Un bosque deshabitado de cuatrocientos treinta kilometros cuadrados. Al otro lado de la colina hay algunas casas de verano. Y ademas, estan los cimientos de antiguos asentamientos finlandeses. Sobre algunos se han levantado granjas de verano. Los cazadores las emplean a menudo en otono, y los que vienen a coger frutas del bosque descansan y comen sus bocadillos alli. Errki es un buen senderista. El problema es que resultaria bastante desesperado lanzarse al bosque y empezar a buscar al tuntun. Tal vez este escondido en el sotano del hospital, o puede que haya hecho autostop y vaya camino de Suecia o de vuelta a Finlandia. Es de esas personas que siempre estan en camino.
– Si es tan especial como dices, ?no seria muy facil de encontrar?
– No creo que sea tan facil. Ese hombre merodea por todas partes. De repente esta ahi, sin que nadie lo haya oido llegar.
– Tenemos unos perros muy bien adiestrados -dijo Skarre optimista.
– ?Sabes si esta tomando algun medicamento?
– Preguntalo en el hospital. ?Por que quieres saberlo?
Skarre se encogio de hombros.
– Simplemente me pregunto que puede pasar si de repente deja de tomarlo.
– Tal vez las voces interiores lo dominen.
– Supongo que todos tenemos alguna voz interior -afirmo Skarre sonriente.