– ?El que? -pregunto Skarre.

– Su reaccion. O mejor dicho, su falta de reaccion. No grita, no mueve los brazos. Parece como si estuviera en una especie de trance. O, por decirlo con otras palabras, no se sorprende. Como si el atraco fuera algo que estuviera esperando. Tal vez lo hubieran planeado juntos.

Skarre lo miro extranado.

– ?Y si fuera un plan acordado entre los dos? ?Y si ella fuera su novia?

– Dudo que sea su novia -murmuro Gurvin con voz poco clara mientras miraba fijamente la pantalla oscilante.

– Ese rehen es un hombre. Y su nombre es Errki Johrma.

De repente descubrio la verdad. Fue como un mazazo. ?Se habia llevado a un loco!

Conducia a la velocidad a la que se podia ir sin llamar la atencion y controlaba en todo momento el trafico por el espejo retrovisor. Su pulso seguia muy acelerado, su cuerpo tenso y solo renovaba el aire de la parte superior de los pulmones. Eso le hacia sentirse mareado. Miro de reojo al hombre que estaba a su lado.

– Vuelvo a preguntarte. ?Que hacias en el banco tan temprano?

Errki oyo sonar los tambores. Tocaron un redoble rugiente muy desacompasado. No contesto. Abrio y cerro las manos, y se puso a mirar el suelo del coche como si estuviera buscando algo. Las palabras desaparecieron con el ruido de los tambores. No moverse, no decir nada. Se mecio un poco en el asiento y cerro los ojos.

– ?He dicho que que cono hacias en el banco tan temprano!

Ahora Errki oyo la voz colerica. El tio tenia miedo. Se fijo bien en ese punto y empezo a formular una respuesta en la mente. Nestor escucho sus pensamientos, tenia que aprobar la respuesta antes de que el la soltara. Por eso tardaba. Nestor era muy minucioso. Nestor era…

– ?Estas sordo, tio?

?Estoy sordo?, penso Errki. Esta era una nueva pregunta que requeria una nueva respuesta. Dejo la primera de lado y se puso a trabajar con la segunda. Nestor seguia escuchando. El Abrigo seguia callado. No, penso, oigo bien. Oigo el pulso latiendo en sus venas, porque en este momento la presion es demasiado grande, y el esta gastando muchisima energia en algo tan sencillo como entrar en contacto conmigo. ?Pero querra una respuesta que no este bien meditada? ?No es mostrarle respeto el tomarse el tiempo necesario para pensar en la respuesta? Por otro lado, ?se merece ese respeto? ?O ningun respeto en absoluto?

Sacarle dinero a la fuerza a una joven no era ninguna proeza, al menos eso pensaba Errki. Ademas, iba armado. Pero era obvio que el hombre estaba satisfecho con su hazana. Le presionaba tanto que sus mejillas le abultaban mucho. Ahora necesitaba aliviar la presion.

– ?Vas a contestarme o que?

La voz, un buen tenor, era destruida por los tambores que mezclaban las palabras del hombre y le daban un matiz chirriante. Una pena, penso Errki. Los hombres se preocupaban por otras cosas y no por sus voces: los musculos, el peinado, llevar la marca correcta de vaqueros, cosas miserables. Errki descubrio que era capaz de llevar a un hombre adulto al borde de la locura sin tener que esforzarse nada, simplemente manteniendose callado. Resulta dificil para la gente no recibir respuestas. No saber quien eres, que eres. Errki seguia callado.

A su lado, el atracador respiraba con dificultad. Tenia el pelo mojado de tanto esfuerzo. Miro por el espejo, freno, se salio a la cuneta y se detuvo. El motor seguia en marcha. Echo un rapido vistazo a Errki y resoplo entre dientes:

– Tengo que quitarme algo de ropa. ?No intentes escaparte!

Errki no tenia intencion de escaparse. El revolver le molestaba. Lo notaba como un rayo picante contra el cuerpo. Pero en ese momento, el atracador dejo el arma en el salpicadero, sobre el volante. Tuvo que hacer grandes esfuerzos para quitarse con los guantes puestos el jersey y luego los pantalones de pana. El coche era pequeno, no resultaba facil. Suspiraba y maldecia, sobre todo al quitarse los pantalones. Por fin lo logro, sudaba mas que nunca. Se dejo puesto algo que debia de ser una especie de ropa de camuflaje, penso Errki. Nestor se reia por lo bajo desde el Sotano. Debajo de los pantalones de pana llevaba un pantalon corto de colores chillones, con dibujos de frutas y palmeras. Y una camiseta azul con Donald escrito sobre el pecho. De repente se inclino por encima de Errki y abrio la guantera. Encontro un par de gafas de sol que se coloco sobre la nariz. El atuendo era perfecto. Errki no podia dejar de mirarlo. Ese hombre fuerte tenia un aspecto curioso con el pantalon corto rojo. Lucho por controlar la voz.

– ?De esto no tienes ni idea, asi que puedes callarte! ?Callate hasta que te hablen!

Errki no habia dicho ni una sola palabra y, a pesar de la chaqueta de cuero y el pantalon negro, no estaba sudando. Se esforzaba por mantenerse sentado sin moverse. Cuando estaba inmovil, era casi invisible.

– ?Joder, como apestas!

El atracador resoplo por los orificios de la nariz para mostrar su repugnancia y abrio la ventanilla aun mas. Errki se pregunto si el hombre deseaba una respuesta a esa exclamacion, o si simplemente estaba vomitando un poco de mierda. Por si acaso, siguio callado. Ademas, Nestor estaba cantando en voz baja una cancion religiosa muy bonita, y ahora que por fin estaba de buen humor, mas valia disfrutarlo. No penso mucho en adonde se dirigian o que pasaria mas adelante. Empleo todas sus fuerzas en encerrarse en si mismo, dejando fuera todo lo demas: ese hombre, ese momento, ese revolver. Pero era incapaz de dejar quietas las manos. Se abrian y cerraban una y otra vez, cada vez mas deprisa.

– ?Estate quieto con las manos! -grito el atracador alterado-. Parece enfermizo. ?Joder, me estas volviendo loco!

Errki comenzo a mecerse en lugar de abrir y cerrar las manos. Alli, en el coche, resultaba imposible hacerse invisible pues llevaba en el asiento de al lado una tormenta que no se calmaria pronto. Intento darse la vuelta para no verlo y se puso a mirar por la ventanilla. Los tambores le cansaban los oidos. Agito levemente una mano para hacerle callar.

– A lo mejor no te interesa el dinero -dijo el atracador, ya un poco mas calmado-. ?Acaso no entiendes para que es?

Errki escuchaba. El otro habia bajado la voz. Parecia haber vuelto a la realidad, pues esa pregunta conllevaba algo de curiosidad. Interesarle el dinero. Pues si, en cierto modo. Pero ya tenia unas cuantas coronas en el bolsillo. La respuesta era a la vez que si y que no. ?Deberia contestar a eso?

– Me parece que te has escapado de alguna institucion. Es duro tener que seguir el juego. Muchos se fugan. Y luego vuelven con el rabo entre las piernas. ?Y tu? ?Eres uno de ellos?

Eres uno de ellos. La pregunta era casi conmovedora en todo su interes disimulado para averiguar quien era el. Errki volvio a cerrar los ojos. La ciudad iba desapareciendo lentamente tras ellos. Malas intenciones o ninguna. Descubrio que era incapaz de saber en que casilla colocar a ese hombre. Guisantes, carne y tocino, penso; sangre, sudor y lagrimas. Resultaba inquietante.

El camino se empinaba. Mas adelante, en lo mas alto de una elevacion del terreno, a la izquierda, habia una especie de mirador. Lo reconocio, conocia bien esos parajes. Era esta una de las muchas carreteras por las que habia andado durante anos. Primero tuvieron que atravesar un tunel, y una repentina oscuridad se poso sobre el vehiculo. El conductor se puso nervioso, como si temiera un ataque subito. Iba conduciendo con el revolver en la mano derecha. De pronto se quito violentamente las gafas de sol al darse cuenta de la oscuridad. Y enseguida volvieron a salir a la luz. Errki parpadeo varias veces. Solo quedaba un kilometro hasta la barrera. El hombre tendria que pararse a pagar el peaje o forzar la barrera. En realidad, no era mas que un palo de madera, pintado de rojo y blanco. Al parecer, el conductor habia pensado lo mismo. Empezo a reducir la velocidad.

– ?No intentes hacer ninguna tonteria! -gruno.

Errki ni sonaba con hacer alguna tonteria. Solo intentaba estarse muy quieto, hacerse invisible, pero su cuerpo, incapaz de obedecer, vivia de alguna forma su propia vida.

El conductor freno. Habia tomado una decision. Giro de repente a la izquierda y emprendio la subida hacia el mirador. Errki no estaba seguro de lo que haria el otro cuando llegaran arriba, pero todo estaba tranquilo. Aun era temprano y seguro que no habria ni un alma alli. El atracador apreto con fuerza el revolver y se seco el sudor de la frente con el dorso de la mano. El coche iba levantando polvo y arena conforme subia por la ladera. La carretera principal quedaba ya lejos, y los coches que circulaban por ella parecian juguetes de colores alegres alli abajo. Dio un ultimo giro cerrado y acerco el coche a la barandilla. Desde alli podian ver la barrera de la carretera. Y la vieron los dos al mismo tiempo. Dos coches de policia estaban aparcados justo antes de la caseta de peaje.

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