– Si, si, ya lo creo -asintio Gurvin-. Pero no nos dan ordenes sin parar.

Gurvin, al bajar por el bosque, conducia el coche con cuidado. De las huellas que dejaba subia una nube de polvo.

– Donde aparece Errki, siempre sucede algo horrible -dijo con voz tensa-. Su madre murio cuando el tenia ocho anos, ?te lo dije?

Skarre asintio con la cabeza.

– Se cayo por una escalera y se mato. Errki se culpo de ello.

– ?Se autoinculpo?

– Asustaba con eso a los demas ninos. Estaban aterrados y lo esquivaban. Creo que era lo que pretendia.

Unos anos mas tarde, se encontro el cadaver de un campesino mayor junto a la iglesia. Oficialmente se dijo que se habia caido de una escalera de tijera, pero se vio a Errki alejarse corriendo del lugar de los hechos. Asi que, como comprenderas, tenga o no algo que ver con el asesinato de Halldis, este pueblo ya se ha formado una opinion. Y si me preguntas, me inclino a pensar lo mismo. ?Mira a tu alrededor! Este es un lugar muy solitario. Nadie viene hasta aqui sin conocerlo de antemano. Errki lo conoce, se crio aqui.

– Y, sin embargo, es un hecho -senalo Skarre, esforzandose por no parecer pedante- que el mito sobre los pacientes psiquiatricos y su tendencia a la violencia es muy exagerado. Se trata de prejuicios, miedo e ignorancia. Tendras que mantenerte sereno, tu que estas en medio de todo esto, y que lo conoces y conocias a Halldis. En cuanto los periodicos se enteren, lo presentaran como un monstruo.

Gurvin lo miro.

– Ese es el problema. Como siempre esta solo, esquivando a la gente, y casi nunca habla con nadie, no sabemos realmente quien es. O que es.

– Un enfermo -afirmo Skarre.

– Eso dicen. Pero no lo entiendo bien -dijo Gurvin sacudiendo la cabeza-. No entiendo como unas voces extranas puedan invadir la cabeza de un hombre y conseguir que haga cosas de las que luego no se acuerde.

– No sabemos si lo ha hecho el.

– Tenemos huellas dactilares y de pisadas. Puede estar loco y olvidar en un instante, pero no puede escapar a las pruebas tecnicas. Esta vez tenemos pruebas tecnicas.

– Parece como si quisieras verlo inculpado.

La voz de Skarre sono inocente. Gurvin no lo calo.

– Estaria bien. Estuvo muy bien para todos cuando por fin pudieron internarlo por el articulo cinco. Por fin sabiamos donde lo teniamos. Ahora anda otra vez por ahi fuera hablando solo. Dios me ampare, al menos mis hijos tendran que llegar a casa pronto por las noches mientras el ande suelto.

– Tal vez Errki tenga mas miedo que tus hijos -dijo Skarre en voz baja.

Gurvin apreto los labios y acelero.

– Tu no eres de aqui. No lo conoces.

– No -sonrio Skarre-. Pero admito que has despertado mi curiosidad.

– Esta bien que tengas el don de creer en los seres humanos -dijo Gurvin-. Pero no debes olvidar que Halldis esta muerta. Alguien tiene que haberlo hecho. Alguien estuvo alli, levanto la azada y se la clavo en el ojo. Sea Errki u otra persona, me parece una barbaridad que esa persona tenga derecho a una defensa por un acto que no se puede defender en absoluto.

– El acto no puede defenderse. Solo al ser humano que esta detras -corrigio Skarre-. Y no sabemos nada de por que murio. ?Puedo fumar en el coche?

Gurvin asintio y se puso a buscar sus propios cigarrillos.

– ?Como es tu jefe? Hablame de el.

Skarre sonrio, una reaccion inmediata cuando alguien mencionaba a Konrad Sejer.

– Severo y gris. Un poco autoritario. Introvertido. Muy competente. Afilado como un hacha. Minucioso, paciente, fiable y resistente. Siente debilidad por los ninos y por las senoras mayores.

– ?Y no por las del medio?

– Es viudo -contesto Skarre mirando por la ventanilla-. Se ha olvidado de que la unica promesa que hizo fue la de estar con ella hasta que la muerte los separara. Cree que significa hasta que el muera tambien.

Sejer miro con atencion la pantalla gris.

El local del banco. Los mostradores. Las ventanas que daban a la plaza y por las que entraba la luz oblicuamente, haciendo borrosa la imagen. Lo tenia todo visto, de principio a fin. Pero la grabacion era mala. Resultaba dificil identificar a alguien. El coche ya estaba lejos. Habian cerrado todas las salidas, pero no habia aparecido ningun coche blanco. Tal vez estuviera aparcado ya hacia tiempo, tal vez el atracador hubiera cruzado por alguno de los puentes y continuado hacia el sur, y luego se hubiera escondido el y hubiera ocultado el coche en el centro. En su interior contaba con que el atracador hubiera soltado a la rehen, pero no podia estar seguro. Se echo hacia atras en el sillon y estiro sus largas piernas. Se habia aflojado el nudo de la corbata y remangado la camisa, que estaba ya arrugada. La cajera, el director del banco y una serie de testigos que se encontraban fuera del banco cuando salio disparado el atracador, habian sido interrogados uno por uno. El mismo habia tomado notas sobre lo que habia visto. Habia dado a todo cien vueltas en la cabeza, con el fin de encontrar el maximo numero de detalles. El dibujante de la policia habia escuchado con gran atencion y habia hecho un buen dibujo. Incluso Sejer lo habia aprobado, encontrando un parecido sorprendente. Al menos al principio. Luego empezo a dudar. Se enderezo en el sillon cuando alguien llamo a la puerta. Skarre entro con Gurvin.

El agente Gurvin miro con gran interes a Sejer.

– Me han dicho que tienes un problema de rehen.

Jugueteo con sus gafas de sol y se sento en una silla. Los papeles estaban cambiados. El se encontraba de visita en la comisaria donde estaban los tios importantes con todo su equipo moderno.

– Estoy mirando esta pelicula -dijo Sejer con voz sombria-. La calidad es malisima.

– ?Podemos verla? -pregunto Skarre.

– Claro que si. Que se pongan gafas los que las usan.

Volvio a poner la cinta y se dispuso a esperar la exclamacion. Se veian los mostradores. Primero aparecio la joven en la entrada que daba a la plaza. Miro insegura a su alrededor y se acerco a los folletos. No transcurrieron ni quince segundos hasta que aparecio el atracador. Se detuvo casi en seco al descubrir a la cliente que habia llegado antes que el. Cogio un impreso y empezo a rellenarlo. Luego se abrio la puerta por tercera vez y con ello llego la exclamacion que estaba esperando.

– ?Pero que veo! -grito Skarre-. ?No eres tu, Konrad?

Miro sorprendido a su jefe. Sejer habia decidido tomarselo con mucha calma. Se echo a reir. Gurvin los miro sorprendido.

– Ya lo creo que soy yo. Me encontraba en la calle peatonal, camino del trabajo, cuando se me metio en la cabeza la idea de que un hombre que venia en direccion contraria parecia sospechosamente un atracador de banco. De modo que me di la vuelta para observarlo. Lo vi meterse en el banco, y lo segui.

– ?Y…?

– Como ves en el video, eche un vistazo al local por dentro, vi a la joven, comprobe que todo estaba tranquilo y volvi a salir.

Los miro resignado.

– Simplemente me marche.

La risa de Skarre sono como cascabeles. En ese momento, Gurvin sintio en lo mas profundo de su alma la falta de sus companeros.

– En cuanto sali del banco, el tio dio el golpe. Mirad esto.

Vieron como el atracador cruzaba el local y cogia a la rehen. Un instante despues se oyo el tiro. Gurvin se quedo sin aliento. Pestaneo varias veces y los miro, incredulo.

– Tenemos que encontrar a esa chica -dijo Sejer-. Si no logramos liberarla, podria ponerse de moda el tomar rehenes. Es de lo peor que puede suceder. Y como esta cinta es tan mala, resulta casi imposible identificarla si alguien nos notifica su desaparicion en el transcurso del dia. Y, sin embargo… -rebobino y volvio a pasar la cinta una vez mas-, hay algo que no me cuadra.

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