encima de la cama, como tambien tus huellas dactilares en la tela.

David Mattson se la quedo mirando fijamente un rato, sin comprender. El silencio se podia cortar en la sala. Knutas se pregunto si habia sido sensato contarle lo de la muerte de su padre, antes de conseguir sacarle que habia hecho con Elin.

– ?Cuando fue la ultima vez que viste a Erik? -le pregunto Karin.

– El sabado por la noche -respondio en voz baja-. Cene alli. Le hice un regalo. Hablamos largo y tendido. Despues, mi padre se enfado y me fui de alli…

Se le ahogo la voz. Su rostro cambio por completo. La mascara dura y distante se quebro en un instante y, sin decir palabra, el corpulento David se derrumbo sobre la mesa.

Capitulo 93

A Johan lo trasladaron sin tardanza al hospital de Visby, donde le administraron calmantes a la espera de que pudiera hablar con el psicologo. La enfermera habia abandonado un momento la habitacion tras decir que volveria enseguida. Johan yacia en la cama, tratando de reponerse. Se sentia vacio y aturdido, como si no estuviera alli de verdad. Cuando volvio a abrirse la puerta, creyo que era la enfermera, pero lo que aparecio en el vano fue el rostro de Emma.

– Hola -saludo, tratando de esbozar una sonrisa. Su cara estaba entumecida e hinchada, y tenia la sensacion de que nada estaba en su sitio. Tenia los ojos en la barbilla y la nariz en la sien izquierda. Le faltaba la boca. No habia sino un hueco seco.

Emma no respondio a su saludo. Permanecio cerca de la cama y lo miro con animadversion.

– No me dijiste nada de esa foto en la redaccion -barboto-. Estuviste espiando a alguien que tu pensabas que era el asesino, solo porque te parecia divertido, sin pensar lo mas minimo en nosotras, en mi y en Elin, en nuestra seguridad. Y ahora ha desaparecido la nina, mi Elin. Mi querida Elin ha desaparecido por tu culpa. Por tu maldita culpa. Si no te hubieras dedicado a hacer lo que has hecho, no habria ocurrido esto.

Johan, conmocionado por la inesperada diatriba de Emma, intento protestar.

– Mira, Emma… -dijo debilmente.

– Callate.

Ahora se habia acercado. Inclinada sobre el, lo miraba fijamente a los ojos.

– Entro en mi casa, en mi hogar, y cuando me estaba duchando, anduvo por alli. Agarro a mi hija y desaparecio. Ahora solo nos queda esperar que la policia consiga hacerle confesar donde esta la nina, que ha hecho con ella, y que Elin no este muerta, que siga con vida.

– Ya, pero…

– Solo tiene ocho meses, Johan. ?Ocho meses! -Se quito el anillo de compromiso y se lo arrojo al cuerpo-. ?Esto no te lo perdonare jamas! -le grito.

Luego salio no sin dar un portazo con todas sus fuerzas.

Johan se quedo en la cama destrozado, incapaz de entender ni siquiera una minima parte de lo que acababa de vivir.

Aquello era demasiado, un desastre total.

Capitulo 94

La busqueda de Elin se prolongo sin interrupcion por las inmediaciones del camping. Las patrullas caninas registraron todos los rincones de las instalaciones del camping: la cafeteria, la tienda, el edificio de recepcion y los compartimentos de las duchas y servicios. La nina no aparecia por ninguna parte, y el temor a que la hubiese matado para luego deshacerse del cuerpo, cada vez era mayor. Encontraron el coche de David Mattson, pero no habia en el ninguna pista clara.

Kihlgard, que se encontraba en el lugar junto con Wittberg, contrariado, empezaba a desesperarse. Si hubiesen ocultado a Elin en el camping, tendrian que haberla encontrado a aquellas alturas.

Mientras estaba de pie mirando los apartamentos del complejo residencial que se alzaba a lo lejos, tuvo una idea. Si David Mattson confiaba en que iban a llegar a un acuerdo, podria haber dejado a la nina rehen algo alejada de alli, haberle indicado la direccion a Johan y luego desaparecer con el coche que dejara aparcado junto a la caseta de los servicios.

– ?Acompaname! -le grito a Wittberg.

Su colega corrio tras el.

– ?Adonde vamos?

– Acabo de tener una corazonada -le explico Kihlgard-. A ver, esos pisos de alla, ?no son en multipropiedad?

– Si -jadeo Wittberg.

– ?Vive alguien en ellos en invierno?

– Supongo… Contrataran las semanas que quieran disponer de ellos, e imagino que habra quienes quieran vivir aqui todo el ano.

Ascendieron por la cuesta que subia hasta el complejo residencial, maravillosamente ubicado junto al mar.

– ?Crees que puede haberla escondido ahi? -pregunto Wittberg.

– ?Por que no? Si entro en Waldemarsudde, tambien habra podido entrar ahi.

No vieron nada extrano en los alrededores del complejo y enseguida se unieron a ellos otros policias, que se ocuparon de la busqueda.

Wittberg se volvio hacia Kihlgard.

– Ven, vamos a mirar por alli.

– ?Donde?

– Hay unas casas de verano en la cima. Tambien puede haber buscado refugio ahi.

– Parece que esta muy lejos -comento Kihlgard indeciso-. ?Y si fuesemos en coche?

– Tardaremos mas en ir a buscar el coche que en seguir hasta el sitio donde estan esas casas. Vamos, vamos ya…

Wittberg empezo a correr cuesta arriba.

– Despacio -jadeo Kihlgard, a quien le costaba seguir el paso de su joven colega.

En lo alto de la cuesta habia un camino estrecho que conducia a una zona boscosa. Las casas estaban diseminadas entre los arboles. Casas sencillas, de madera y con un pequeno terreno alrededor. El lugar estaba desierto. Fueron cada uno por un lado y empezaron a buscar huellas de la presencia de otra persona aquel mismo dia. Al poco rato, Wittberg grito:

– Aqui, Martin, ?creo que he encontrado algo!

En la orilla, proxima al camino, se alzaba una casita amarilla. En la nieve se veian las roderas recientes de un coche. Se dirigieron corriendo a la casa. Ante ella, Kihlgard grito:

– ?Mira, la puerta esta forzada!

– Si, joder -reconocio Wittberg excitado-. Pero ?que es eso?

Durante un segundo aterrador, creyeron que la mancha roja que brillaba en la nieve era sangre, pero al acercarse vieron que se trataba de un patuco.

Habian acertado. Wittberg, delante, tiro de la puerta. La entrada de la casa estaba oscura, era estrecha y dentro no se oia ningun ruido. Mas tarde, cuando Wittberg narro a sus colegas lo sucedido, describio la experiencia como una pesadilla. Conto que apenas se atrevian a respirar por miedo a lo que pudieran encontrar; que recorrieron con la mirada las alfombras de jarapa, el sencillo mobiliario, los cuadros toscamente pintados, el reloj de pared parado a las cinco menos cuarto y las macetas con flores de plastico en las ventanas. Describio la sensacion de frio, el ligero olor a moho y a raticida. Y que Wittberg fue quien entro primero en un pequeno dormitorio con dos camas estrechas, una a cada lado.

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