maniobra. ?Seria aquello, como pensaba la experta en psiquiatria, una manera de llamar la atencion? Knutas albergaba ciertas dudas.
Luego estaba lo del corte en la tripa. En el caso de que no tuviera nada que ver con las teorias de Agneta Larsvik que lo relacionaban con la curiosidad sexual, ?que podia significar eso? ?Queria el criminal humillar a su victima, era la propia violencia extrema lo que lo excitaba?
En caso contrario, y tal como Knutas lo veia, solo quedaba otra posibilidad: desangrar el cuerpo, exactamente igual que habia sucedido con el caballo. La sangre se utilizaria despues para algun fin concreto.
La pregunta era cual.
Gunnar Ambjornsson, politico socialdemocrata del ayuntamiento, vivia solo. Lo habia hecho desde que era mayor de edad y se sentia a gusto asi. Poder estar a su aire y no tener que estar constantemente poniendose de acuerdo con la gente acerca de diferentes cosas, transigir, dar y recibir. Eso ya se habia visto obligado a hacerlo demasiadas veces de pequeno con sus cuatro hermanos cuando vivian en un pequeno piso de alquiler en los bloques de viviendas de la calle Irisdalsgatan, en Visby. Siempre habia compartido habitacion, en el cuarto de estar el sofa delante del televisor estaba continuamente ocupado, se producian apreturas alrededor de la mesa a la hora de comer, nunca habia dispuesto de un rincon para el solo. El unico lugar donde se podia estar en paz era en el bano y no mucho tiempo.
No se marcho de casa hasta que se fue a estudiar a Gotemburgo. Alli vivia en una residencia de estudiantes y compartia bano y cocina con el resto de los estudiantes de su pasillo, asi que tampoco disfruto de mucha privacidad. Al terminar sus estudios consiguio inmediatamente un empleo fijo en el ayuntamiento de Gotland y alli seguia desde entonces. Encontro un piso en la calle Stenkumla, bien situado, pero no justo en el centro de la ciudad. Era un apartamento de un dormitorio, cuarto de estar y cocina con vistas a la calle. En el tercer piso. Nunca olvidaria la sensacion que tuvo al entrar por primera vez en aquel apartamento. Vacio, recien renovado y como nuevo. Recordaba como paso el dedo por los azulejos relucientes del bano, inhalo el olor a pintura en la cocina y admiro las molduras sin marcas de la sala de estar. Disfruto de la soledad y el orden.
Mas tarde se traslado y desde hacia veinte anos vivia en su propia casa, pequena, con jardin y dentro del recinto amurallado. En Klinten, para mas senas, el pintoresco barrio situado en la parte alta de la catedral, que era la zona mas atractiva de Visby. Antiguamente habia sido una barriada pobre donde se levantaba la horca para que los condenados a muerte se vieran desde toda la localidad y asi la poblacion escarmentara en cabeza ajena. La vista era magnifica, con toda la ciudad medieval extendiendose a sus pies, con sus estrechas callejuelas, sus ruinas y la muralla. Al otro lado de la ciudad se divisaba el mar, como un telon de fondo azul.
Gunnar Ambjornsson nunca se habia casado ni habia tenido hijos y a sus sesenta y dos anos comprendia que ya no lo iba a hacer. Habia habido mujeres en su vida, aunque la cosa nunca habia llegado tan lejos como para pensar en vivir juntos. Alguna que otra habia tratado de convencerlo, pero siempre se habia echado atras a ultima hora. Por supuesto que le habian gustado y tambien habia estado enamorado, pero nunca creyo que mereciera la pena renunciar a su soledad.
Desde hacia unos anos mantenia una relacion con una mujer de Stanga. Berit era profesora. Estaba muy ocupada con su trabajo y la pequena granja en la que vivia. Nunca renunciaria a su vida en el campo para mudarse a vivir con el en la ciudad, lo cual le parecia estupendo. Cada uno vivia su vida y se veian los fines de semana. Era justo el arreglo que le convenia.
Ahora estaba de vuelta en casa tras haber participado en un torneo de golf en Slite. El golf era una de sus grandes pasiones, despues de la politica. Era socialdemocrata desde que le salieron los dientes, al haber nacido y haberse criado en una familia obrera de verdad. Era concejal del ayuntamiento y participaba en varias comisiones y consejos de administracion. En el verano, que era cuando tenia vacaciones, aprovechaba para viajar. Dentro de unos dias uno de esos viajes lo llevaria hasta Marruecos, de la que se habia enamorado en la adolescencia y a la que habia vuelto con cierta regularidad a lo largo de los anos. Viajaba siempre solo, ese era el quid de la cuestion, en su opinion. Asi conocia uno a nuevas personas de una manera totalmente diferente a lo que solia ocurrir si se iba acompanado. A Berit no le importaba; estaba muy ocupada con la granja, los animales, los hijos y los nietos.
Consiguio a duras penas pasar con el coche entre las casas pequenas y bajas y girar hacia la calle Norra Murgatan, que estaba en la parte alta de la zona noreste de la muralla. Detuvo el coche en su aparcamiento privado. Estaba deseando poder darse una ducha y sentarse luego en el jardin con el periodico Aftonbladet y un vasito de whisky. La tarde era calida y no corria brisa. Echo un vistazo al reloj al salir del vehiculo. Las nueve y cuarto y la luz era como en pleno dia. El verano sueco era insuperable cuando hacia buen tiempo. Abrio el maletero y saco la pesada bolsa con los palos de golf. Saco la llave y abrio la cerradura de la valla de dos metros de altura que protegia su jardin de las miradas de los curiosos. Este estaba formado por algunos arriates de rosas, un recuadro de cesped con algunos muebles de jardin y una barbacoa. Tambien habia una caseta donde guardaba las herramientas de jardin.
Aquello era un oasis, una especie de paraiso verde en medio de la ciudad. Se habia hecho instalar un estanque con una fuente que manaba lenta y armoniosamente.
Cuando cerro la puerta de la cerca, mientras caminaba por el caminito de grava primorosamente rastrillado hasta la entrada, hubo algo que lo hizo detenerse. Se habia producido algun cambio desde que abandono la casa muy temprano esa misma manana.
Gunnar Ambjornsson era una persona muy escrupulosa, de costumbres fijas, y hacia las cosas exactamente de la misma manera todos los dias. Alli habia algo anomalo, pero no conseguia descubrir que cosa.
Dejo el equipo de golf en el suelo y deslizo la mirada por las rosas trepadoras, de un rojo intenso, de la celosia que separaba el cesped de los muebles de jardin, y por la fachada de la casa. El gato negro del vecino estaba hecho un ovillo en la parte superior de la valla que daba a la calle y lo observaba desde su atalaya.
Entonces se dio cuenta de que era lo que no estaba como siempre. La fuente no funcionaba, no se oia el murmullo del agua. Al principio penso que debia de ser una averia. Luego observo que el cepillo de barrer no estaba en su sitio habitual, apoyado contra la pared de la casa. Eso confirmaba sus sospechas: alguien habia estado alli, sin duda. ?Habrian entrado ladrones? Se apresuro hacia la puerta y la empujo. No, estaba cerrada y parecia que no habia sufrido ningun desperfecto. Abrio a tientas y entro. La vivienda tenia una sola planta, asi que no tardo apenas nada en revisarla. Su cuadro original de Peter Dahl colgaba intacto en la pared encima del sofa del cuarto de estar, lo mismo que el aguafuerte de Zorn. Abrio el cajon del chifonier, la cuberteria de plata estaba alli, asi como la coleccion de monedas.
Todo parecia intacto. Salio de nuevo, se fijo en el cepillo apoyado contra la pared de la caseta de herramientas. El nunca solia colocarlo alli. Se acerco con cuidado a la caseta y escucho si se oia algun ruido. Cabia la posibilidad de que se hubiera escondido alguien alli dentro. El intruso, evidentemente, no tenia ningun interes por la casa. Tal vez la presencia de alguien lo habia sorprendido y se habia refugiado en la caseta. Dado que siempre cerraba con llave la valla, a veces solia dejar abierta la puerta de la caseta sin echar el cerrojo. Ambjornsson estaba en tension y se movia con todo el sigilo que podia. En ese barrio los robos eran extremadamente inusuales, de hecho el no habia sido victima de ninguno durante todos aquellos anos. Con tal de que no fuera un drogadicto colgado, uno de esos capaz de cualquier cosa. A veces, cuando hacia buen tiempo, se veia a alguno de ellos bebiendo con los borrachos, sentados en el cesped en lo alto de la cuesta de Rackarbacken, junto a la muralla.
Subio con cuidado la escalera, lo suficiente como para poder inclinarse hacia delante y bajar con cautela la manilla. Alli habia algo, no le cabia la menor duda, apenas se atrevia a respirar. Ahora era tarde para retroceder.
Al principio, cuando abrio la puerta, no comprendio que era lo que se le venia encima. Cayo hacia atras y alcanzo a vislumbrar que lo que se abatia sobre el era algo grande y ensangrentado. Grito como un loco cuando fijo la vista en los ojos muertos de la cabeza de un caballo.
Se lavo bien las manos. Se las enjabono y se las restrego con el cepillo duro hasta que la piel le dolio. Luego continuo con los antebrazos hasta sentir el escozor, a fuerza de frotar se hacia heridas que empezaban a sangrar. Para entonces ya no sentia ningun dolor. Salia poca agua del grifo y tampoco llegaba a calentarse del todo. No le importaba, de alguna manera formaba parte del proceso. Caian gotas de sangre en el fregadero y le gustaba ver como salpicaban sobre las paredes de acero inoxidable. Luego se froto el pecho, el abdomen, las piernas y los brazos con la misma rudeza.