el semblante serio bebieron todos de el y cuando todos lo hubieron hecho arrojaron las ultimas gotas a la tierra. El hombre que habia tocado el cuerno, que al parecer era el lider, se puso delante de los participantes. Pronuncio unas palabras y volvio el rostro hacia el Este al tiempo que sonaban los golpes del tambor. Grito en mitad de la noche luminosa, y con voz alta y clara invoco a las fuerzas ocultas. Despues se volvio sucesivamente hacia el Sur, el Oeste y el Norte mientras seguia hablando. Al terminar se dirigio hacia el centro del circulo, donde habian levantado un altar con las imagenes de los dioses pintadas con sangre.
Los participantes se acercaron uno a uno a la mesa sagrada y depositaron flores, frutas y bolsitas con semillas. Alrededor se habian colocado piedras formando un circulo.
Las personas congregadas dentro del circulo pateaban el suelo y reanudaron el murmullo, que se fue volviendo cada vez mas fuerte hasta convertirse casi en un clamor. Algunos de los hombres encendieron un fuego, que enseguida se elevo hacia el cielo.
El percusionista acompanaba con ritmicos golpes de tambor el clamor de los convocados. Alguien acerco al lider un hacha, que blandio ante si mientras pronunciaba invocaciones. Se levanto una jaula con una gallina blanca y bien cebada a la vista de los asistentes, que la miraron embelesados. Colocaron la gallina en el suelo delante del lider, que alzo el hacha y le corto la cabeza con un golpe preciso. La sangre salpico por todas partes, el clamor se fue volviendo cada vez mas extatico y, el pataleo, mas intenso.
Al final el lider se derrumbo. Los golpes de tambor cesaron y las voces enmudecieron. Todo quedo en silencio.
Uno de los participantes abandono discretamente el grupo. Nadie se percato de que se volvio por el mismo camino por el que habia llegado. Se sento en el coche y se alejo de alli.
Sabado 10 de Julio
Iban a pasar el fin de semana en la casa que los padres de Emma tenian en la isla de Faro; Elin, Johan y ella solos. Sus padres habian pasado por Roma para despedirse antes de iniciar el largo viaje que tenian por costumbre realizar todos los anos. Durante su visita lo unico que sintio Emma fue una sensacion de vacio. No dieron muestras de sinceridad, unicamente un poco de palabreria insustancial sobre lo adorable que era Elin, y despues se marcharon camino del aeropuerto para viajar rumbo a China. Mejor asi.
Les habia prometido cuidar de la casa y, ademas, un cambio de aires le sentaria bien. Empezaba a sentirse encerrada en la casa de Roma. Habia tantas cosas que le recordaban su vida anterior y, en realidad, no quedaba nada de ella. Las paredes rezumaban Olle y toda la amargura que habia surgido durante el ultimo medio ano.
A Emma le encantaba la casa de Faro. Nunca habia entendido como podian sus padres viajar al extranjero cuando el verano era tan maravilloso en aquella isla.
La carretera que conducia hasta la terminal de los transbordadores, junto al estrecho de Farosund, discurria entre campos cultivados. Condujeron por carreteras pequenas a traves de las aldeas de Barlingbo y de Ekeby para subir luego hasta Bal y hasta Sute, un nucleo de poblacion mas grande, antes de llegar a Farosund, donde tomaron el transbordador hasta Faro. La travesia del estrecho se hacia en unos pocos minutos. Elin hizo todo el viaje dormida.
Al abandonar el barco en la otra orilla, Emma experimento la misma sensacion de dicha de siempre. La isla de Faro era mas inhospita y estaba mas azotada por el viento que Gotland, y esa diferencia se percibia al instante. Realizaron la parada de rigor en el supermercado Konsum para comprar fresas frescas y hacer las ultimas compras, y de camino hacia Skar se detuvieron tambien junto a la panaderia para comprar sus incomparables bollos de azucar. Despues recorrieron el ultimo trecho en direccion a Norsta Auren, en el extremo mas septentrional de Faro.
La construccion blanca de piedra se encontraba aislada, rodeada por un muro bajo de piedra y abierta al mar. Emma sintio un ligero cosquilleo en el estomago, hacia mas de medio ano que no habia estado alli. La casa, como de costumbre, parecia algo fria cuando entraron. Los suelos de piedra estaban relucientes, sus padres la habian limpiado a fondo. Se sento en el sillon situado junto a la ventana y dio el pecho a Elin, que se habia despertado y habia empezado a llorar. Mientras tanto, Johan descargo las cosas del coche. Emma contemplo la playa a traves de la ventana. Al principio era estrecha, pero despues se iba ensanchando. Tenia una gran ventaja, la arena estaba tan compacta que se podia pasear por ella con el cochecito de bebe.
– Luego quiza podriamos dar un paseo por la playa -le grito a Johan.
– Si, claro, sera estupendo. ?Quieres beber algo?
– Si, un vaso de agua, por favor.
Enseguida se presento en el cuarto de estar con un gran vaso de agua. Johan estaba tan alegre y relajado, se le veia feliz de estar con ella y con su hija. Al parecer era todo lo que necesitaba. ?Por que no podia estar ella igual de contenta? Johan canturreaba en la cocina mientras colocaba la compra. Tenia que esforzarse y darle una oportunidad. Despues de llevar un rato mamando, las mejillas de Elin se habian vuelto sonrosadas. «Lo hare por ti -penso-. Y por mi.»
Debido a la nueva situacion, la Brigada de Homicidios se encontraba reunida a pesar de que era sabado.
Knutas estaba ansioso por escuchar las conclusiones a las que habia llegado Agneta Larsvik, que habia dedicado los dos ultimos dias a analizar cuales eran, en su opinion, los rasgos que caracterizaban al autor de los hechos.
Acababan de sentarse todos cuando se abrio la puerta y entro Martin Kihlgard, que parecia contento, llevaba el cabello despeinado, y traia dos grandes bolsas de papel en las manos.
– Hola a todos -saludo animado-. He estado en una magnifica fiesta en el restaurante de Hamra y esta manana, cuando me iba, han insistido en darme algo rico para acompanar el cafe. ?Hay cafe recien hecho?
– No, pero enseguida lo pongo -se ofrecio Karin.
– Te ayudo -dijo Martin y ambos salieron de la sala.
Knutas y Norrby se cruzaron un par de miradas. Este Kihlgard siempre tenia que ser el centro de atencion. Por otro lado, tambien contribuia a crear buen ambiente, cosa que Knutas le agradecia, ya que a el eso no se le daba tan bien.
Aguardaron pacientemente hasta que estuvo listo el cafe. Mientras tanto llego Thomas Wittberg resacoso con un litro de coca-cola en la mano. A juzgar por su aspecto, tambien el se habia pasado la noche bebiendo. Charlaron un poco sobre el ambiente de fiesta que hubo en la ciudad la noche anterior. Habia sido una noche en la que se habian producido mas desordenes de lo normal. El numero de turistas, al parecer, aumentaba ano tras ano, en especial entre los jovenes, que llegaban a Visby atraidos por el ambiente de ocio nocturno, que en verano era de los mejores del pais. Por desgracia, con ellos llegaban tambien las borracheras, las drogas y las peleas. De todos modos, las personas reunidas alrededor de la mesa tenian cosas mas graves de las que hablar y, tan pronto como sirvieron el cafe y los bollos de canela que habia traido Kihlgard, empezaron a repasar en que punto se hallaba la investigacion. Knutas comenzo llamando la atencion de todos sobre el hecho de que la construccion del complejo hotelero constituia un punto de conexion entre Martina Flochten y Gunnar Ambjornsson, para quienes se hubieran perdido los comentarios en los pasillos.
Luego se volvio hacia Wittberg y Karin.
– ?Que habeis averiguado?
– No mucho -Wittberg se estiro los rizos rubios-. Ayer Karin y yo nos pasamos todo el dia hablando con los manifestantes que estan en contra del proyecto y con los politicos con los que pudimos contactar. No fue facil. Un viernes de julio casi nadie trabaja por la tarde. Indagamos como habian ido las protestas, si habia habido amenazas y demas. Por supuesto, sin mencionar la cabeza de caballo aparecida en casa de Ambjornsson -recalco al advertir el gesto de preocupacion de Knutas.
– La oposicion parece bastante debil e inoperante -continuo-. No se ha producido ninguna amenaza. Es verdad que ha habido algunas protestas y que en el ayuntamiento se han recibido algunas cartas y eso, pero nada que parezca especialmente grave. Parece poco probable que encontremos el movil ahi, ?estas de acuerdo? -dijo mirando a Karin, que asintio con la cabeza.
– ?Habeis examinado las cartas de protesta que han llegado al ayuntamiento?