Dieron la vuelta hasta llegar a la parte trasera del edificio en el que habia vivido Dahlstrom. Las persianas bajadas impedian que los curiosos miraran el interior del piso. La parcela parecia mas bien un pedacito de cesped abandonado y el patio estaba formado por una tarima de madera con unos desvencijados muebles de jardin que, sin duda, habian conocido tiempos mejores. Habia un monton de bandejas de carbon para hacer barbacoas, usadas y apiladas en un monton. Apoyada contra una de las paredes de hormigon, se veia una bicicleta oxidada y un saco de basura completamente lleno de lo que parecian latas vacias. Una valla rota, con la pintura desconchada, daba a un camino peatonal que se perdia en el interior de una zona boscosa.
Decidieron hablar con los vecinos.
Por fin, en la cuarta puerta a la que llamaron, abrio alguien. Un chico joven, en calzoncillos, que los miraba adormilado. Llevaba el pelo tenido de color negro y peinado hacia arriba como un cepillo de fregar, y en una oreja le brillaba un pendiente.
– Hola, somos de Estocolmo, de Noticias Regionales. Nos gustaria saber algo del hombre que vivia aqui abajo, el que ha sido asesinado.
– Entren.
Los hizo pasar al cuarto de estar y los invito con un gesto a que tomaran asiento en el sofa. El propio dueno del apartamento, recien levantado, se sento en una silla.
– Una cosa terrible lo del asesinato -comento.
– ?Que le parecia Dahlstrom? -pregunto Johan.
– El viejo era un tipo legal, no habia ningun problema con el. Que fuera alcoholico a mi no me molestaba. Ademas, tenia periodos en los que bebia menos y entonces solia dedicarse a sus fotos.
– ?Eso era algo que todos sabian? ?Que se dedicaba a hacer fotos?
– Seguro. Tenia ese trastero de las bicicletas como cuarto de revelado. Lo tuvo durante los seis anos que yo llevo viviendo aqui.
El joven parecia como si acabara de terminar el bachillerato. Johan le pregunto cuantos anos tenia.
– Veintitres -fue la respuesta-. Me fui de casa cuando tenia diecisiete.
– ?Que relacion tenia con Dahlstrom?
– Nos saludabamos cuando nos encontrabamos en el portal, claro, y a veces llamaba para preguntar si tenia algo de beber. Eso fue todo.
– ?Ha notado si ha visitado ultimamente a Dahlstrom alguna persona desconocida, alguien que de algun modo pareciera diferente?
Esbozo una sonrisa torcida.
– ?Esta de broma? Ninguna de las personas que lo visitaba era normal. Recientemente vi a una mujer haciendo pis en el parterre.
– ?Se quejaban los vecinos?
– No creo que fuera para tanto, seguro que la mayoria piensa que, a pesar de todo, era un tipo legal. Solian quejarse en verano, porque entonces daba fiestas en el patio, ahi, en la parte de atras.
– ?Que se comenta por aqui del asesinato?
– Todo el mundo dice que el asesino tuvo que ser alguien que conocia al Flash y que tenia la llave de su piso.
– ?Y eso por que?
– Bueno, porque la vieja que vivia justo en el piso de arriba oyo ruidos en la puerta de Dahlstrom una noche, una semana antes aproximadamente de que lo encontraran. Alguien entro en el apartamento sin llamar a la puerta mientras el Flash estaba en el sotano.
– ?No pudo ser el propio Dahlstrom? -inquirio Peter.
– No, supo que no era el. Conocia el sonido de las zapatillas de Dahlstrom.
– ?Quien podria tener la llave?
– Ni idea. Tenia un amigo con el que alternaba mas que con los demas. Bengan, creo que se llama.
– ?Sabe como se apellida?
– No.
– Tiene que ser Bengt Johnsson. Al que detuvieron al principio, y luego han dejado en libertad. Por lo visto tenia coartada. ?Nos puede contar algo mas acerca de Dahlstrom?
– Una vez en el verano paso una cosa que me parecio realmente extrana. El Flash estaba hablando con un hombre abajo en el puerto por la manana temprano, no serian mas de las cinco. A mi me sorprendio porque estaban en un lugar bastante raro, entre dos contenedores fuera de un almacen. Como si estuvieran tramando algo.
– ?No estaban alli bebiendo, sin mas?
– El otro tipo no era ninguno de los colegas habituales de Dahlstrom, eso se veia a la legua. Tenia un aspecto demasiado cuidado para ser un borrachin.
– ?Ah, si? ?Que aspecto tenia?
– Llevaba pantalones nuevos y limpios, y un polo, parecia un ejecutivo de vacaciones.
– ?Que mas puede decir de el?
– Apenas lo recuerdo. Creo que era algo mas joven que el Flash y muy moreno.
– ?Una persona de color?
– No, solo que estaba muy bronceado.
– ?Y que hacia usted alli a esas horas?
El chico sonrio algo avergonzado.
– Estaba con una chica. Habiamos estado de fiesta en Skeppet. Es un bar que hay en el puerto, no se si lo conocen.
Johan hizo algunos aspavientos. Conservaba un deplorable recuerdo del verano anterior, cuando paso la lluviosa y deprimente vispera de San Juan en Skeppet y acabo con la cabeza encima del retrete toda la noche.
– Ella se iba en el barco que sale por la manana a las siete, asi que la acompane hasta el puerto. Estabamos alli tonteando un poco, como suele decirse. Antes de que tuviera que irse.
– Esto se lo habra contado a la policia, claro -dijo Johan.
– No, no lo saben.
– ?Por que no?
– No me gusta la policia, a ellos no les digo ni mu.
– ?Podemos grabar una entrevista?
– No, ni hablar. Entonces viene la pasma aqui enseguida. Y no pueden decirles ni media palabra de que soy yo quien se lo ha contado. Estoy al tanto del derecho a no revelar las fuentes, mi hermana es periodista y me ha dicho que ustedes no pueden revelar sus fuentes.
Johan alzo las cejas sorprendido. ?Que chico!
– Lleva razon. Por supuesto, no diremos nada de que ha sido usted quien nos ha contado esto. A proposito, ?donde trabaja?
– Estoy estudiando en la universidad. Arqueologia.
Aunque no pudieron filmar, Johan estaba mas que contento tras la visita. Tenia que ponerse en contacto con Knutas, por supuesto sin revelar la fuente que le habia facilitado esa informacion. El comisario conocia las reglas eticas que regian el trabajo periodistico y lo comprenderia.
Llamaron a las casas de los demas vecinos, pero no abrio nadie. Por la parte de atras no se veia a nadie. Dieron una vuelta por el camino peatonal. Peter estaba filmando los alrededores y de repente pego un grito.
Habia un coche de la policia aparcado en el sendero que conducia al barrio de al lado. Tres policias uniformados estaban hablando en un grupo. Otros dos guiaban los perros que buscaban rastros por las inmediaciones. Habian acordonado la zona alrededor de un bosquecillo de arboles y arbustos.
Para su sorpresa, divisaron a Knutas un poco mas alla.
– Hola -saludo Johan-. Cuanto tiempo sin verte.
– Es verdad.
Knutas se sintio, cuando menos, molesto. Estos condenados periodistas que aparecian en los momentos mas inoportunos. Hasta ahora, la investigacion se habia librado casi totalmente del interes de los medios de