hubo nadie que mostrara interes por dicha entrevista. «Solo la ha hecho para demostrar quien manda», penso Johan cuando un colega le conto mas tarde toda la movida que se habia organizado en la redaccion. Santo cielo, el trabajo se convertia a veces en un charco de ranas.

Lo que debia hacerse era no olvidar cual era su cometido y preguntarse siempre por que hacia uno las cosas y que interes tenia para el publico en general y sopesar este frente al dano que se podia causar a la gente. El estaba convencido de que habia actuado correctamente al negarse a ponerse en contacto con Majvor Jansson. Nadie podia obligarlo a entrevistar a personas que se encontraban conmocionadas.

Era una leccion que habia aprendido despues de tantos anos en la television. En algunas ocasiones habia hecho lo que querian sus impacientes jefes y habia entrevistado a personas que acababan de perder a un familiar o habian sufrido un accidente. Solo para complacerlos. Despues se habia dado cuenta de que aquello estaba mal. Aun cuando las personas entrevistadas quisieran hablar para compartir su desgracia o para dar publicidad a un problema, se encontraban confusas y no eran capaces de pensar con claridad. Cargarles a ellos la responsabilidad era algo que no se podia defender. Ademas, no eran conscientes de las consecuencias de su participacion. El impacto de la tele era enorme. Las imagenes y las entrevistas podian volver a ser reproducidas en cualquier otro contexto, sin que ellos tuvieran la posibilidad de impedirlo. Se volvia a abrir la herida cada vez.

Era como si se encontrara dentro de una burbuja de cristal, aislada del mundo. Alguien habia desconectado el cable, interrumpido la marcha, detenido el tiovivo.

Estaba tumbada de espaldas en el suelo del pequeno cuarto de estar de Viveka. Su amiga se habia ido a pasar el fin de semana fuera y ella podia estar tranquila y pensar.

El piso era un remanso de paz. No queria que ningun ruido la molestara, nada de radio, nada de television, nada de musica. Deseaba poder hundirse profundamente en una oscuridad ingravida que solo la envolviera a ella.

Dentro de su cuerpo crecia otro cuerpo. Un pequeno ser que era ella y Johan. Mitad el y mitad ella. Cerro los ojos y se paso la mano por la lisa piel. De momento no se notaba nada por fuera, pero el cuerpo iba enviando senales. Le dolian los pechos, habia empezado a sentirse mal por las mananas y las ganas de comer naranjas era tan grande como en sus embarazos anteriores. «?Que seria lo que tenia dentro? -se preguntaba-. ?Una nina o un nino? ?Una hermana pequena o un hermano pequeno?»

Dejo que las yemas de sus dedos se deslizaran describiendo circulos por debajo del jersey, hasta llegar a la entrepierna para dar la vuelta y seguir hacia arriba, alrededor del ombligo y continuar hacia sus delicados pezones. El pequeno le conto que, el o ella, estaba alli. Ya succionaba el alimento a traves del cordon umbilical, crecia dia a dia. Habia calculado que estaba de ocho semanas. ?Cuanto habia avanzado el desarrollo? Olle y ella habian seguido con suma atencion la evolucion fetal de Sara y de Filip. Olle le leia en voz alta un libro sobre lo que pasaba cada semana. Estaban tan ilusionados.

Ahora todo era distinto. Este fin de semana tenia que tomar una decision. Quedarse con el o no. Se lo habia prometido a Olle. Su marido habia reaccionado con sorprendente tranquilidad cuando le dijo que estaba embarazada. No habia ninguna duda de que el no era el padre del nino. Fria y secamente le explico que si seguia adelante con el embarazo, el divorcio era un hecho. No pensaba hacerse cargo del crio de Johan y tener que cargar con su amante toda la vida. Si queria que continuaran siendo una familia, solo podia hacer una cosa: quitarselo de encima, como dijo. Quitarselo de encima. A Emma la expresion le sonaba absurda. Como si se tratara de quitarse una postilla. Solo rascar y tirarlo al servicio.

Solo deseaba que otra persona hubiera podido tomar la decision por ella. Decidiera lo que decidiese, iba a hacerlo mal.

Lunes 17 de Diciembre

El lunes por la manana Knutas recibio una llamada telefonica nada mas entrar en el despacho.

– Hola, soy Ove Andersson, el portero de la calle Jungmansgatan. Nos conocimos por lo del asesinato de Henry Dahlstrom.

– Hola, si claro.

– Bueno, pues el caso es que estamos limpiando el cuarto de revelado que tenia Dahlstrom, vamos a volver a usarlo para guardar las bicicletas. Bueno, yo estoy ahora aqui abajo.

– Si…

– Hemos encontrado algo raro, ?sabe?, detras de un respiradero. Es una bolsa de plastico con un paquete dentro. Esta precintado con cinta adhesiva y no he querido abrirlo porque he pensado que a lo mejor destruyo alguna huella.

– ?Que aspecto tiene?

– Es un paquete de papel marron con cinta adhesiva normal alrededor, pesa poco y parece mas o menos como un monton de tarjetas postales.

Bajo la atenta supervision de Knutas, Sohlman abrio el paquete, cerrado a conciencia, que habia sido enviado a la seccion de tecnicos criminalistas. El paquete contenia fotografias. Borrosas sin duda, pero no cabia ninguna duda de que tipo de fotos se trataba. Eran casi identicas y parecian tomadas desde el mismo angulo. Pudieron distinguir la espalda de un hombre que estaba practicando sexo con una mujer joven o mas bien con una nina. Esta no aparentaba tener ni la mitad de anos que el. No se veia la cara de la chica, tapada, en parte, por el hombre y, en parte, por su larga melena morena. Tenia los brazos estirados de una manera extrana, como si estuviera atada a algo. El hombre estaba inclinado sobre ella y tapaba casi a la muchacha con su cuerpo voluminoso, pero se veia con claridad una de sus piernas. La chica era negra.

Sohlman y Knutas se miraron.

– Esta tiene que ser Fanny Jansson -senalo Knutas finalmente-. ?Pero quien es el hombre?

– Vete tu a saber.

Sohlman se paso la mano por la frente. Saco una lupa y empezo a estudiar la fotografia detenidamente.

– Mira esto. Hay un cuadro colgado detras de ellos. Se ve algo rojo y un…, si, ?que es esto…, un perro quiza?

Le paso la lupa a Knutas. Se veia una esquina del cuadro.

– Parece un perro echado sobre una especie de tela roja. Puede que sea un cojin, o un sofa.

Sohlman hojeo las imagenes con ansiedad. Ninguna de ellas revelaba mas detalles.

Se dejaron caer cada uno en una silla. Knutas busco su pipa en el bolsillo.

– Bien, pues ahi tenemos la conexion -dijo Knutas en voz baja-. Dahlstrom saco fotos de alguien que mantenia relaciones sexuales con Fanny Jansson. Tuvo que tomar las fotos a escondidas y luego debio de chantajear al hombre pidiendole dinero. De ahi las veinticinco mil coronas. Eso lo explica todo; el hombre del puerto, el dinero, Fanny…

– Eso significa que el hombre al que vemos aqui es el asesino -afirmo Sohlman apuntando a la espalda blanca con su indice enguantado.

– Probablemente. Es facil de imaginar por que mato a Dahlstrom, ?pero a Fanny? Si es que es ella, no podemos estar completamente seguros.

Knutas tomo una de las fotografias y la miro detenidamente.

– ?Quien cojones sera?

Tras el sorprendente hallazgo, Knutas convoco una reunion con el equipo que dirigia la investigacion. Habia cierta excitacion nerviosa en el ambiente, el rumor de lo que contenia el paquete se habia extendido por los pasillos. Sohlman habia escaneado las fotos y las proyecto en la pantalla que habia delante. Wittberg fue el primero que alzo la voz.

– ?Estamos seguros del todo de que la chica de la foto es Fanny Jansson?

– Su madre ha estado aqui hace un momento y la ha identificado. ?Veis la pulsera del reloj en el brazo izquierdo de la chica? Ese reloj lo recibio Fanny como regalo de cumpleanos el ano pasado.

– ?Como ha reaccionado la madre? -pregunto Karin.

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