– Ahora te toca a ti, jodida zorra. Ha llegado tu maldito turno.

Su cara, a tan solo unos centimetros de la suya, reflejaba una colera infinita. El aliento le olia a menta, y eso le recordo a alguien. El abuelo. Era el mismo olor. Pastillas para la garganta. Grandes, blancas y transparentes, que se podian chupar una eternidad. Venian en una bolsa marron de papel. El abuelo siempre la invitaba.

Cuando alzaba el hacha y calculaba el golpe, aflojo algo la presion alrededor del cuello de Emma. De algun sitio saco ella una fuerza salvaje. Con un grito gutural, levanto las dos manos y consiguio zafarse de la que le oprimia el cuello, y al mismo tiempo lo tiro al suelo. Cayo sobre el y lo mordio en la mejilla, con tanta fuerza que sintio el sabor de la sangre en la boca. Esta vez tuvo tiempo de alcanzar la puerta y salir.

Corrio hasta el muro de piedra y salto por encima de el hasta el otro lado. Se encontraba abajo, en la playa. Maldijo la luz y siguio alejandose. La arena estaba muy firme y se podia correr con facilidad. Ademas, estaba acostumbrada. Alli habia corrido para mantenerse en forma centenares de veces. Cuando habia avanzado un trecho no pudo evitar volverse, para ver a que distancia estaba el. Para su asombro descubrio que no la perseguia. Se detuvo y miro desesperada a su alrededor. No se veia a nadie por ninguna parte.

«Ha debido de quedar mas malherido de lo que yo creia», penso. Aliviada, siguio corriendo hacia el faro. Alli solia haber gente. Si conseguia llegar hasta el, estaria a salvo. Aun no podia verlo, antes tenia que rodear el cabo, y hasta alli quedaba todavia un buen trecho. Ahora corria mas despacio. La playa parecia casi fantasmal. No se veia ni un alma. Solo oia su respiracion jadeante y el suave sonido sordo de sus propios pies.

El ultimo tramo estaba cubierto de piedras en lugar de arena. Estuvo a punto de caerse, pero logro mantener el equilibrio. Cuando llego hasta el otro extremo de la playa, estaba extenuada. El sudor le resbalaba espalda abajo. Seguia sin verse ni un alma, pero pronto llegaria arriba, a la carretera, y entonces la salvacion no estaria tan lejos.

De camino hacia el faro se permitio tomar aliento un momento. El pequeno conjunto de casas que habia en el lugar parecia desierto. Siguio corriendo en direccion al aparcamiento y vio un coche aparcado algo mas lejos, en el lindero del bosque.

Cuando estuvo algo mas cerca, advirtio que era un Saab rojo.

Asi pues, toda la carrera habia sido en vano.

Solo tuvo tiempo de pensar que debia de haber subido al coche y conducido hacia el faro, antes de que el golpe la alcanzara en la parte posterior de la cabeza.

Habia dos policias fuera de la casa, cuando Johan, por fin, llego. No se veia a Emma. Aparco el coche al lado del muro y entro en el jardin.

– Me llamo Johan Berg, soy periodista -dijo mostrando su carne de periodista-. Soy amigo de Emma Winarve. ?Donde esta?

– No lo sabemos. La casa esta vacia y estamos esperando refuerzos. Tienes que largarte de aqui ahora mismo.

– ?Donde esta Emma?

– Ya te hemos dicho que no lo sabemos -contesto uno de los policias con brusquedad.

Johan se volvio, corrio alrededor del muro que rodeaba la casa y bajo hasta la playa.

Ignoro a los policias que lo llamaban. En cuanto llego a la playa descubrio las huellas en la arena. Pisadas muy claras.

Corrio tras las huellas de Emma, dio la vuelta al cabo y diviso el faro. Las pisadas seguian. Comprobo aliviado que solo eran las huellas de una persona. Probablemente se habia dirigido al faro en busca de ayuda. Pero ?donde estaba el asesino?

Miro hacia arriba, al reborde elevado y cubierto de hierba que discurria paralelo a la playa antes de que empezara el bosque. La podia haber perseguido desde alli. Desde alli habria tenido tambien una buena vista.

Cansado y jadeante, llego hasta el faro y se metio por un camino que conducia al aparcamiento.

– ?Emma! -grito.

No hubo respuesta. No habia ningun coche en el aparcamiento y tampoco vio a nadie. ?Que habria sido de ella?

Intento buscar huellas entre los guijarros, pero no encontro ninguna y decidio continuar por arriba, por la carretera asfaltada. Estaba completamente vacia, silenciosa y desierta, con el bosque a uno y otro lado. Miro en direccion a las casas mas cercanas. Parecian vacias. De pronto oyo el ruido de un motor que se acercaba y se dio media vuelta.

Un coche de policia se detuvo con un frenazo y de el salieron Knutas y Jacobsson.

– ?Has visto o has oido algo?

– No. Solo lo que creo que son las pisadas de Emma en la arena. Conducian hasta aqui.

Sono el movil de Knutas. La conversacion fue corta.

El comisario se dirigio a Karin.

– Es probable que el asesino sea Jens Hagman. El hijo de Jan. Lo han encontrado en el registro escolar. Tiene la misma edad que las victimas, e iba a una clase paralela a la de ellas en sexto. Ademas, su padre, Jan Hagman, tiene un Saab rojo, un modelo del 87. El coche ha desaparecido.

Karin se lo quedo mirando estupefacta.

– ?Ha sido el hijo? ?Y nosotros en la inopia! -exclamo.

– No sigas -corto Knutas-. La autocritica la dejaremos para mas tarde. Ahora tenemos que dar con el.

En la carretera principal que bajaba hasta el muelle de los transbordadores dispusieron controles en varios puntos. La policia monto una base provisional junto al camping de Sudersand. Un grupo de policias y perros formaron una cadena para dar una batida a la zona del bosque entre Skarsande y el faro. Olle Winarve llego al lugar.

Despues de hablar con Grenfors en Estocolmo, Johan llamo a Peter. Desde luego, tenian que informar de lo que estaba ocurriendo. Al mismo tiempo, la inquietud que sentia por Emma estaba a punto de consumirle.

Cuando encontro la carta, tomo la decision de matar a Helena. Estaba en el dormitorio de su madre. Sus padres ocupaban dormitorios separados desde hacia muchos anos. A el no le parecia extrano. Nunca los vio abrazarse, ni dedicarse ninguna muestra de carino. Su madre estaba ahorcada en el granero. Su padre tardaria en volver a casa. Disponia de unas cuantas horas para registrar su habitacion antes de verse obligado a llamar a la policia y avisarles de que habia encontrado a su madre colgada en el granero. Abrio los cajones de su comoda y los reviso afondo. Papeles viejos con anotaciones casi ilegibles, recibos, fotografias del maldito gato al que su madre queria tanto. «Lo queria mas que a nosotros», penso con amargura. Algunas joyas feas, un dedal, boligrafos que en su mayor parte habian perdido la tinta. «?Cuanto tiempo hara que no miraba sus cajones?», se pregunto irritado. Entonces encontro algo que le llamo la atencion. En el fondo de uno de los cajones habia un sobre amarillento y arrugado. Leyo lo que ponia delante. «Para Gunvor.»

Era la letra de su padre. Fruncio la frente y abrio el sobre. La carta solo estaba escrita por un lado. No llevaba fecha.

«Gunvor:

»He estado despierto toda la noche pensando y ahora estoy preparado para contarte lo que me ha pasado ultimamente. Se que te lo habras preguntado, pero no has dicho nada, como de costumbre.

»El caso es que he conocido a otra mujer. Creo que por primera vez en mi vida he experimentado lo que es el amor de verdad. No lo he planeado; solo ha ocurrido sin que pudiera resistirme.

»Llevamos viendonos medio ano. Pense que tal vez se tratase de algo accidental, que se me pasaria, pero ha sido todo lo contrario. La amo con todo mi corazon y he decidido que quiero compartir mi vida con ella. Ademas, esta embarazada. Y ahora quiero hacerme cargo de ella y de nuestro hijo.

»Los dos sabemos que nunca me has querido. Muchas veces me ha sorprendido, incluso me ha asustado tu frialdad. Tanto para conmigo como para con los ninos. Ahora se acabo. He encontrado a alguien que me ama. Es una alumna mia y se llama Helena Hillerstrom. Cuando encuentres esta carta, yo ya me habre mudado a un apartamento en la ciudad. Te llamare mas tarde.

Jan.»

Estrujo la carta, mientras las lagrimas le abrasaban los parpados por dentro. No habia otra

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